La frontera Colombo-Venezolana: seis retos, seis oportunidades

◉ La migración, el comercio y demás actividades económicas no se detuvieron; solo fueron irregulares e invisibles para Colombia y para Venezuela

EL VENEZOLANO COLOMBIA | LA RAZÓN PÚBLICA

La frontera colombo-venezolana estuvo cerrada durante ocho años. Pero este lunes 27 de septiembre, llegó el primer atisbo de apertura.

Fue el primer resultado del acuerdo entre los gobiernos de los dos países, que se reencontraron después de tres años de relaciones diplomáticas rotas.

Durante el cierre se demostró que la frontera sigue un curso natural que desborda las voluntades políticas y sus consiguientes reglamentaciones jurídicas.

La migración, el comercio y demás actividades económicas no se detuvieron; solo fueron irregulares e invisibles para Colombia y para Venezuela. Y, sobre todo, promovieron el ascenso de los grupos armados.

Seguridad y control de la frontera

Reabrir la frontera es una oportunidad para la reactivación y la legalización de las actividades económicas.

El crimen organizado ha dominado la zona. Se han multiplicado los grupos armados, y su capacidad y margen de acción. Por esto, también sus modos de financiamiento: trata de personas, tráfico de migrantes, control de los pasos informales (o trochas) y narcotráfico La organización Insight Crime advierte sobre el aumento de la producción de estupefacientes y sobre la minería ilegal de oro y coltán.

Los combates agravaron la violencia: asesinatos, reclutamiento forzado y desplazamiento de los habitantes de la frontera. Frenar las violaciones de los derechos humanos puede ser una de las mayores ganancias de la reapertura fronteriza.

Las amenazas ilícitas son trasnacionales. Por esto, reconstruir las relaciones bilaterales facilitará las respuestas institucionales:

  • comisiones y mesas intersectoriales de seguridad, que coordinarían las fuerzas militares y policiales;
  • intercambio de información de inteligencia;
  • operativos conjuntos.

Maduro y el ELN

Human Rights Watch denuncia que las fuerzas de seguridad de Maduro han operado en conjunto con el ELN y han permitido abusos contra civiles.

La alianza entre Venezuela y el ELN sería gravísima para la relación bilateral: amenazaría la “paz total” del presidente Petro, así como el papel de Venezuela como mediador en el diálogo entre el gobierno y esa guerrilla —que ahora actúa en ambos países—.

apertura de la Frontera Colombo-Venezolana
Foto: Invías – Reabrir la frontera es una oportunidad para la legalidad; de igual manera, respalda las actividades económicas que pasan por ella.

Infraestructura para integrar las fronteras

Colombia y Venezuela deben dar prioridad a los puentes, vías y puertos internacionales, considerando que la infraestructura binacional debe afianzar los lazos sociales, económicos y familiares que por naturaleza hay en la frontera. De esa manera se facilitarían el empleo, el acceso a bienes y servicios y el comercio.

Para que el desarrollo de la frontera se coordine en beneficio de Colombia y Venezuela, se necesitan mecanismos bilaterales que no dependan de la política o ideología de sus gobernantes. Pero estos mecanismos no han existido o no han funcionado bien en el pasado.

Se trata de promover, con acuerdos concretos, el libre tránsito de personas, vehículos y mercancías; de simplificar trámites aduaneros y sanitarios, y de maximizar la capacidad productiva de la región.

Pensar en la infraestructura incluye las conurbaciones en la zona de frontera, y un sistema de transporte y servicios públicos para centros poblados y zonas rurales. También hay que establecer los límites territoriales con claridad.

Confianza entre el Estado y la población

Tras el acto simbólico de apertura de la frontera, se ha rumorado que el comercio apenas se abrió para algunas empresas, que no todas disfrutan de las nuevas oportunidades comerciales.

Aún hay muchas expectativas en torno a una nueva etapa para la frontera: cuando se abra nuevamente el paso vehicular y el transporte público. Se ha obstaculizado el tránsito fronterizo y la apertura ha sido demasiado lenta.

Por esto se perdió la confianza entre la ciudadanía y los Estados —particularmente, para los migrantes pendulares, que quedaron a merced de los grupos armados que les cobran por pasar por las trochas—.

Para que Colombia y Venezuela recuperen la gobernabilidad de la frontera, necesitan que la población reconozca el retorno a la legalidad. Por ejemplo, debe evitarse la doble tributación o el exceso de trámites aduaneros, para que circulen menos mercancías por las trochas. La criminalidad ha ganado terreno imponiendo reglas a las que los pobladores ya están habituados; imponer unas nuevas pero institucionales será difícil, pero no es imposible.

Los habitantes de la frontera saben que los grupos armados no cederán fácilmente sus territorios a los Estados. Los dos países deben defender los derechos de las personas, de modo la presencia estatal no se traduzca apenas en controles, sino en políticas de largo aliento para la seguridad humana de la región.

La migración pendular debe ser regular, segura y ordenada

Colombia y Venezuela deben procurar que los puntos de control fronterizo abarquen el flujo migratorio diario. Así, la circulación pendular contribuiría al desarrollo de la zona binacional.

Hay que darle más importancia a la tarjeta de movilidad fronteriza (TMF): uno de los documentos colombianos con el que los venezolanos pueden ingresar y permanecer por siete días en Colombia. Posiblemente deba cambiarse: solo debería entregarse a los residentes de zonas de frontera; pero se ha expedido, erróneamente, a venezolanos localizados hacia el interior de su país.

De la misma forma, se espera que Migración Colombia y su homólogo en el país vecino —el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (SAIME)— estipulen que Venezuela tenga su propio documento de identificación para migrantes pendulares. Esto es especialmente importante ahora, cuando se reactivaría la economía y aumentaría l tránsito de personas.

El correcto funcionamiento de ambos documentos dependerá, asimismo, de la identificación de la población colombo-venezolana presente en ambos países.

COMPARTIR INFORMACIÓN SOBRE LAS MIGRACIONES

Hay que compartir información migratoria entre los dos Estados, pero los datos sobre venezolanos en Colombia pueden ser particularmente sensibles: la posibilidad de que el gobierno de Maduro pueda perfilarlos despierta temor para muchos de los que han salido de Venezuela huyendo de su gobierno; esto preocupa particularmente a las personas en proceso de solicitud de la condición de refugiado en Colombia.

En todo caso, a pesar de las dificultades al reedificar la relación bilateral, la zona de frontera se convierte en la excusa para buscar puntos en común. El límite entre las dos naciones nos recuerda, con su porosidad y extensión, que la integración traerá grandes beneficios.

La comunicación interestatal es imparable para despertar el potencial de la que históricamente ha sido una de las fronteras más vibrantes de las Américas.

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