La Casa del Abuelo en la ciudad fronteriza de Riohacha (capital del Departamento La Guajira) en Colombia es un lugar donde 18 colombianos y 35 venezolanos adultos mayores disfrutan de un espacio que les brinda alimentos y un hogar seguro para vivir.
La directora del centro, María Peña de Melo, comentó en una nota para ACNUR que “presenciamos un repentino flujo masivo de personas venezolanas, viviendo en las calles con sus hijos y suplicando por un techo, una sopa o unos pesos”. (Frente a esta situación) decidimos que teníamos que hacer algo por ellos también”.
Peña de Melo cuenta cómo fue la acogida:
“Al principio los abuelos nos preguntaban por qué tendría que hacer espacio para otras personas”, indicó María. «Así que empezamos-prosiguió- con algo sencillo: un domingo invitamos a algunas familias para el almuerzo; salió muy bien, los abuelos estaban dispuestos a acogerlas”.
Gracias al apoyo de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, las familias venezolanas pueden dormir en la Casa del Abuelo. Destacó, además, que cerca de 100 adultos colombianos y jóvenes venezolanos más comparten una comida gratuita diaria.
“Han cambiado muchas cosas desde que empezamos a albergar a las familias venezolanas y a sus hijos”, añadió María. “Los abuelos y las abuelas los ven como miembros de la familia. Se sienten más protegidos, debido a que hacen algunas actividades juntos durante el día”.
Morato Martínez es un colombiano de 75 años que pasa sus días pintando las paredes de la Casa del Abuelo, el centro de atención para adultos mayores en el que vive en Riohacha. Uno de sus últimos murales muestra a una pareja de abuelos tomándose las manos, con la leyenda: “Los abuelos son personas llenas de amor”.
Susy Fonseca es una de las venezolanas que cocinan y sirven el almuerzo. Susy llegó a Riohacha en el año 2018 con sus cuatro hijas. “Al principio, la vida en Riohacha era muy difícil, vivíamos en un parque y pasábamos las noches con miedo”, expresó.
Finalmente encontraron albergue en la Casa del Abuelo. “Nuestra vida cambió, ya no tenemos que preocuparnos más por los riesgos de vivir en las calles”. Susy y sus hijas empezaron a ayudar en la cocina y sirviendo comidas a los adultos mayores.
En el centro, Susy también tuvo la oportunidad de asistir a talleres de artes y manualidades, apoyadas por ACNUR, y ahora vende brazaletes, sandalias y aretes en el centro de la ciudad y en la playa de Riohacha.
Fuente: www.acnur.org