El abstencionismo ha crecido y se ha convertido en una pesada ancla díficil de levantar | Por: Claudio Fermín

➥ El autor es sociólogo y analista político

Queridas compañeras y compañeros de las Direcciones Regionales, Municipales y Parroquiales de Soluciones para Venezuela, reciban un cordial saludo en nombre de la Dirección Nacional.

Cuando el 16 de septiembre de 2019 se instaló la Mesa de Diálogo Nacional, y aparecimos como miembros integrantes de la misma, nos comprometimos ante el país a atender uno de sus más sentidos reclamos: designar un nuevo Consejo Nacional Electoral. Desde los más apartados rincones del país se escuchaba desde mucho antes ese clamor por nuevas autoridades electorales que inspiraran confianza y ofrecieran garantías de procesos bien organizados y sin ventajismos .

Desde años atrás, cuando sectores de oposición llamaron a la abstención para las elecciones parlamentarias de 2005, el abstencionismo ha crecido y se ha convertido en una pesada ancla, difícil de levantar porque sus promotores se han fundamentado en la tesis según la cual mientras esa Directiva presidida por Tibisay Lucena estuviera al frente del Organismo no valía la pena votar porque “todo era trampa”.

Impusieron esa matriz de opinión, como han hecho con otras, y lograron desmovilizar a los electores. Pero cuando convenía a sus intereses partidistas convocaban a votar y así lograron canalizar la protesta general de la oposición y ganar alcaldías en Chacao, en Baruta y en El Hatillo, al igual que gobernaciones en Nueva Esparta, Anzoátegui, Mérida, Táchira y Zulia, hechos políticos importantes que demostraban que si era posible ganar elecciones cuando se convocaba a la ciudadanía a participar.

Esa premisa según la cual el voto masivo le gana a la trampa ya había quedado demostrada en las elecciones de 2015 para la Asamblea Nacional. Esos resultados eran la prueba de que el voto mayoritario le gana al ventajismo y a las trampas supuestas y reales.

Sin embargo, una vez resguardados sus más íntimos intereses partidistas y burocráticos en esas alcaldías y gobernaciones, esos factores partidistas continuaban en su prédica sistemática de la abstención para promover desestabilización política y caos para agravar la crisis. Esa ha sido la estrategia que diseñaron: agravar la crisis para que creciera el descontento y, en consecuencia, se desatara el conflicto, la implosión, que diera al traste con el gobierno.

Por una parte se aseguraban una mínima burocracia aprovechando el descontento general (no sólo de sus militantes y seguidores) y promovían el voto donde los candidatos eran los suyos y, por otra parte llamaban a la abstención cuando no le importaba a sus intereses partidistas. Así fue en las elecciones de mayo de 2018: como el candidato no fue ninguno de ellos llamaron a la abstención y potenciaron esa política convenciendo al gobierno de los Estados Unidos de América que ellos eran los aliados que necesitaban para derrocar al gobierno electo el 20 de mayo de 2018.

De allí vino el desconocimiento a los resultados electorales y la estrategia del “cese de la usurpación”. Desde entonces se amarraron a esa política y embarcaron a buena parte del país bajo el argumento de que era el único camino para el cambio mientras existiera el Consejo Electoral de Tibisay Lucena. Por tanto, el cambio de la directiva del Consejo Nacional Electoral era para nosotros, la oposición democrática, una urgencia de suprema importancia para llamar a la participación del pueblo en la toma de las decisiones públicas.

Era y es necesario desmontar todas las trabas que impidan al pueblo ejercer el voto libremente y uno de esos obstáculos es la desconfianza que transmite esa directiva del organismo electoral. Esa desconfianza era la base de la política golpista e insurreccional. Ese CNE es la excusa para decir que por la vía electoral nada es posible en Venezuela y que hay que reclamar invasiones, sanciones, bloqueos económicos. Todas esas peticiones antivenezolanistas las han hecho de la manera más desvergonzada y causando graves daños a la economía y a la calidad de vida de los venezolanos.

Por esas razones no cabía ninguna duda en la Dirección Nacional de Soluciones para Venezuela que debíamos insistir junto con otros partidos políticos democráticos en el nombramiento de una nueva directiva para el Consejo Nacional Electoral. Con ello despejaríamos los nubarrones: podría regresar la confianza para la masiva participación de los electores; le bajaríamos el copete a los llamados a la violencia y a la guerra civil; y reduciríamos a un sector infame que pretende entregar el país a intereses extranjeros a cambio de tener ellos el poder en Venezuela.

Cambiar el Consejo Nacional Electoral no es una operación administrativa o burocrática. Es bastante más que eso y por eso nos comprometimos a lograrlo, para bien de Venezuela.

Como la Constitución Nacional establece que los rectores del Consejo Nacional Electoral deben ser designados por los dos tercios de los diputados de la Asamblea Nacional, la Mesa de Diálogo puso el mayor empeño en la reincorporación de los parlamentarios del PSUV y sus aliados a la Asamblea Nacional. Tenían años fuera del Parlamento.

No fue un proceso fácil convencerlos de regresar a una Asamblea que ellos mismos consideraban en desacato. Hicimos ver la urgencia e importancia de la reinstitucionalización y el papel que en ello jugaba la Asamblea Nacional. Disuadimos, insistimos. Al final, los diputados del PSUV se reincorporaron y se logró lo que algunos consideraban imposible, la conformación de una Comisión Preliminar integrada por parlamentarios del gobierno y de oposición para designar el Comité de Postulaciones de candidatos a rectores, como lo establece el procedimiento constitucional. Sin embargo, esa directiva de la Asamblea Nacional presidida por Guaidó no le dio mayor importancia a este asunto.

No cuadraba en su estrategia del “cese de la usurpación” el que se designara un nuevo Consejo Nacional Electoral y se celebraran elecciones parlamentarias. El tema de los nuevos rectores no era ni siquiera colocado en el Orden del Día de las sesiones de la Asamblea. En las ultimas ocho sesiones del año 2019 eso se hizo más que evidente.

No había concluido la primera quincena de diciembre de 2019 y en vez de declarar de emergencia la designación de un nuevo CNE y convocar sesiones permanentes del Cuerpo, se fueron de vacaciones. Si, de vacaciones. Como si no estuviese pasando nada en el país. Era evidente que no estaba en su interés un nuevo Consejo Nacional Electoral.

Algunos de ellos declaraban que en caso de nombrarse un nuevo Consejo Nacional Electoral sería para convocar elecciones presidenciales, cuando todo el mundo sabe que esas elecciones se realizaron en 2018 y se perdieron porque ellos llamaron a la abstención. Otros declaraban que las elecciones nunca debían celebrarse con Maduro en la Presidencia, lo que era una manera de decir que simplemente no querían elecciones y lo del Consejo Nacional Electoral les parecía un tema menor. Lo importante para ellos era el “cese de la usurpación”.

Así empezamos el 2020. Se logró integrar un Comité de Postulaciones y continuó la misma estrategia de diferir y diferir el asunto, guaralear y guaralear. Hasta los mismos representantes de Guaidó en ese Comité de Postulaciones declaraban que la diligencia que hacían era para nuevos rectores pero que después discutirían esos nuevos rectores si las elecciones serían las presidenciales o las legislativas. Era evidente el sabotaje. No tenían interés en designar un nuevo CNE sino de continuar en su estrategia de agravar la crisis.

Llegó el COVID 19 y eso sirvió de excusa para que ese Comité de Postulaciones dejara de funcionar. Algunos hasta lanzaron la tesis según la cual como no daba tiempo de hacer elecciones, la supuesta “directiva de Guaidó” debía ser simplemente reelecta de hecho, debían continuar de diputados aunque no hubieran elecciones.

Todos los indicadores eran claros. No les interesa un nuevo CNE porque necesitan seguir justificando la abstención con el pretexto de que Tibisay Lucena sigue al frente del Organismo. Todo un juego perverso. Además, la insistente posición de defender que existe una directiva del Parlamento presidida por Guaidó cuando el Tribunal Supremo de Justicia había sentenciado claramente que la Directiva de la Asamblea Nacional la preside el diputado Luis Parra, es demostración de la imposibilidad de reunir los dos tercios de diputados que la Constitución establece para designar los rectores del CNE.

No hay posibilidad política de que esos dos tercios se reúnan. Esa es la base real del incumplimiento de la responsabilidad que los diputados tienen en la designación de un nuevo CNE.

Por otra parte, la Ley establece que las elecciones deben ser convocadas con seis meses de antelación. Agotándose el tiempo para que las elecciones puedan celebrarse en diciembre de este año 2020, cuando se vence el mandato de los actuales parlamentarios, los partidos de la Mesa de Diálogo Nacional hemos acudido al Tribunal Supremo de Justicia a solicitar la declaración de omisión legislativa porque para nosotros es evidente que se está actuando en contra de los intereses nacionales con esa estrategia de diferir y diferir para que no haya elecciones y se agudice la crisis política.

Hemos actuado con seriedad y con responsabilidad. Nos comprometimos a darle al país un nuevo Consejo Nacional Electoral. Hemos trabajado transparente y responsablemente para lograrlo mientras otros hacen todo cuanto pueden para que no haya elecciones, para que se endurezca el bloqueo económico, para promover movimientos insurreccionales. La verdad es que no nos parecemos en nada.

Unos quieren violencia, otros queremos paz. Unos buscan retaliación, otros queremos re-encuentro y reconciliación. Unos quieren guerra a muerte, otros queremos convivencia y democracia. En Soluciones para Venezuela queremos cambio para bien no para desatar un clima de venganzas y de confrontación permanente que hunda todavía más al país.

Le presentaremos buenas cuentas al país. Este año tendremos elecciones. Las tendremos con un nuevo Consejo Nacional Electoral. Las tendremos con representación proporcional y con garantías electorales.

Haremos más claras las normas para que la representación de los pueblos originarios no esté minimizada ni sea subalterna de intereses distintos de los de nuestros indígenas. Nosotros llamaremos al pueblo venezolano a participar. Otros seguirán llamando a la abstención y a agravar la crisis. Ese es el camino que tenemos por delante y vamos a transitarlo con la frente en alto y con todo nuestro empeño por sacar a Venezuela de abajo.

No desmayemos compañeros. Sigamos adelante. Vamos a hacerlo. Por Venezuela ??

Les agradezco analizar este mensaje con los compañeros de las comunidades, de los sindicatos, de los centros de estudiantes y de las asociaciones de productores, con los transportistas y con los buhoneros, con los representantes de las cámaras de comercio y de los consejos comunales. Vamos a discutir estos conceptos con nuestra estructura de las parroquias, quienes estarán a cargo de nuestra representación en las mesas electorales. Vamos a prepararnos para las elecciones parlamentarias, para convocar al pueblo a tener representación e influir en la conducción de los asuntos públicos reclamando las justas reivindicaciones que en sus municipios la gente aspira. Vamos a hacerlo compañeros.

Ese es nuestro discurso. Otros intereses políticos seguirán en la prédica de la desestabilización, de la abstención y de la promoción del caos. Son de oposición a este gobierno de Maduro, es verdad. Pero lo que promueven es más conflictividad y crisis permanente.

Nosotros planteamos soluciones. Lograr una Asamblea Nacional con representación plural y regresar al debate democrático será un paso de avance para superar la guerrilla permanente que algunos exhiben como su logro fundamental.

Les interesa que se tranque el juego en el país. A nosotros nos interesa lo contrario: que el país funcione; que nuestros reclamos prosperen; que haya un mínimo de gobernabilidad para que mejore la calidad de vida que hoy está en el suelo; que haya paz política para que podamos trabajar por el cambio con participación popular. No nos confundamos. Nuestro discurso y nuestros objetivos son para rescatar la Democracia, no para terminar de hundirla.

Hemos levantado las banderas del nacionalismo. Somos patriotas. Vamos a profundizar nuestros mensajes y acciones venezolanistas. Otros seguirán desnudándose como fichas de intereses extranjeros. Creemos en la Democracia y para nosotros Democracia es diálogo, acuerdos, convivencia, asociación.

Otros buscan la extinción del contrario. Seguiremos defendiendo el voto, contra todos los obstáculos, mientras otros seguirán llamando a la abstención aunque existan plenas garantías electorales. Nuestro mensaje es claro y nítido. Nuestra propuesta es una alternativa real para sacar al país del marasmo en que se encuentra. Vamos a transitar nuestro camino sin titubear, con la seguridad de que es lo mejor para todos. Vamos a hacerlo compañeros de Soluciones. Vamos a hacerlo. Por Venezuela

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