Relaciones Colombia-Venezuela: el 28 de julio empezará el verdadero reto | Por: María Alejandra Medina

➦ La autora es: Periodista. Editora de noticias internacionales, impactomujercol y la Gazapera en El Espectador

Ni María Corina Machado ni quien ante su inhabilitación política había tomado sus banderas, la académica Corina Yoris, pudieron inscribirse como candidatas de la oposición en Venezuela. Tras una andanada de denuncias por la imposibilidad de entrar al sistema y postular a Yoris, el movimiento de unidad seleccionó al diplomático Edmundo González Urrutia, no para que sea el candidato, sino para, en pocas palabras, guardar el cupo.

“Vista la clara imposibilidad de inscribir hasta el momento a la candidata elegida por los factores democráticos, a los fines de seguir luchando por ello y garantizar la inscripción de dicha candidatura y mantenernos dentro de la ruta electoral, hemos decidido inscribir provisionalmente al presidente de la directiva del partido Mesa de la Unidad Democrática, ciudadano Edmundo González Urrutia, para preservar el ejercicio de los derechos políticos que le corresponden a nuestra organización política hasta que logremos inscribir a nuestra candidatura unitaria”, explicaron en un comunicado.

En todo caso, la persecución a la oposición, con acusaciones sin pruebas y detenciones sin garantías, así como las trabas que el régimen ha puesto o no ha resuelto para la inscripción de candidatos (y de los votantes, dicho sea de paso) produjeron un rechazo internacional prácticamente unánime.

Desde la Unión Europea, pasando por Estados Unidos, Guatemala y Costa Rica, y hasta Uruguay y Argentina, se han exigido las condiciones para unas elecciones justas y libres, en referencia a los comicios previstos para el próximo 28 de julio.

“Esta es una elección que no elige y que no permite la transición o la alternancia política en Venezuela”, comenta Ronal Rodríguez, vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario. Según él, es un proceso para exhibir el control que el régimen mantiene sobre el sistema, algo en lo que, no obstante, Maduro no ha tenido mucho éxito recientemente.

“Los últimos eventos (como el referendo sobre el Esequibo) no le han permitido demostrar esa capacidad de poder; por el contrario, está demostrando que ya no tiene la misma capacidad, lo cual lo lleva a radicalizarse, y lo hace muchísimo más sensible a los pronunciamientos de la comunidad internacional”, prosigue el docente.

En esos pronunciamientos hubo uno particularmente llamativo: el de Colombia, que llevaba semanas, meses, de silencio ante la represión denunciada por la oposición en el país vecino. El cambio de dirección se expresó la semana pasada, cuando por primera vez el canciller encargado, Luis Gilberto Murillo, expresó, durante una aparición pública y preparada con antelación, su “preocupación” por los hechos recientes en Venezuela.

Aunque no lo dijo explícitamente, en el trasfondo estaban las detenciones de integrantes del círculo de María Corina Machado, denunciadas como arbitrarias.

Esta semana la “preocupación” se reiteró en medio del caos de las inscripciones de candidaturas, cuyo plazo terminaba el lunes, y que se extendió por unas horas hasta el martes. Tanto Colombia como Brasil se pronunciaron en este sentido, manifestando su respaldo a los acuerdos alcanzados en octubre pasado entre la oposición y el gobierno de Nicolás Maduro en Barbados. “Se observa que a la candidata (Corina Yoris) postulada por la Plataforma Unitaria, fuerza política de oposición, sobre la cual no hubo decisiones judiciales, se le impidió registrarse, lo cual no es compatible con los Acuerdos de Barbados. Hasta la fecha el impedimento no ha sido objeto de ninguna explicación oficial”, señaló Brasil en un comunicado publicado por el Ministerio de Relaciones Exteriores.

En el caso colombiano, las palabras salieron del presidente mismo, Gustavo Petro, después de que Maduro se quejara de los “gobiernos de derecha” y de la “izquierda cobarde” que no condena los supuestos planes para atentar contra su vida, de los cuales críticos y opositores del régimen han sido acusados.

“No hay izquierda cobarde, hay la probabilidad de, a través de profundizar la democracia, cambiar el mundo. La magia de Chávez fue proponer democracia y cambio del mundo. La revolución de hoy es: transformar el mundo profundizando la democracia”, trinó el presidente Petro.

Para Margarita López Maya, historiadora, profesora jubilada titular de la Universidad Central de Venezuela y presidenta de la Latin American Studies Association, las palabras de Colombia y Brasil son significativas por varias razones. Por ejemplo, por tratarse de dos países vecinos con desafíos comunes, con gobiernos de izquierda, pero democrática, además de venir siendo cercanos de algún modo a Maduro.

“Diría que están tratando de servir de puente para persuadir a Maduro a abrir a Venezuela hacia un régimen de transición democratizadora”, añade. “No quieren pelear con Maduro, pero, como alguien me dijo, tampoco se quieren retratar con él. Maduro es incómodo para la izquierda latinoamericana, incluyendo México y, por supuesto, Chile, que ha sido mucho más confrontacional con el gobierno de Maduro”.

Sobre la actitud del presidente venezolano, Rodríguez cree que Maduro “muy seguramente esperaba una especie de lealtad incondicional por parte del presidente de los colombianos. No obstante, es muy difícil defender lo que sucede en Venezuela, menos en un marco en el cual el régimen busca consolidar su dinámica dictatorial”. ¿La razón? El capital político en riesgo. “Guardar simpatías o incluso silencios con el régimen venezolano podría tener un alto costo político en Colombia y particularmente en su imagen o proyección, no en la región, sino internacionalmente, y particularmente hacia los europeos”.

Como muchos otros analistas, califica la senda venezolana como una “nicaraguanización” del país vecino, en referencia a la radicalización y el aislamiento internacional que eso conlleva.

En un sentido similar, López Maya explica que Maduro está “apostando a su alianza con Rusia, China y el mundo de las autocracias emergentes”. Eso explica, según ella, el “desacople” de Venezuela respecto a Occidente, visible sobre todo en lo económico.

Eso sí, marca una diferencia: la relevancia internacional que puede tener Venezuela al ser, por ejemplo, históricamente una potencia petrolera (hoy de capa caída, por supuesto), además de tener una posición geográfica estratégica y otras riquezas naturales. “Son cosas que hacen mucho más complejo abandonar a Venezuela a su suerte por parte de Estados Unidos y el mundo occidental”.

En lo que no solo coinciden estos analistas, sino la oposición y muchas otras voces, es en que una victoria limpia para Maduro queda cuesta arriba. “Lo único que le queda es el fraude o el escenario de la abstención, y a eso está jugando en este momento: a que se divida la oposición, que la gente se llene de desesperanza y decida no votar a menos que sea María Corina o quien ella indique”, dice la docente.

Por eso, agrega, “son importantes Petro y Lula, porque ellos serían los puentes para una conversación sobre garantías poselectorales”.

¿Qué está en juego?

“Sin lugar a dudas la continuidad de la relación bilateral entre Colombia y Venezuela”, responde Ronal Rodríguez. López Maya, por su parte, tiende a pensar que este es un momento de tensión que se resolverá una vez pase esta coyuntura.

Rodríguez recuerda que la última vez fue el régimen de Nicolás Maduro el que rompió las relaciones diplomáticas y comerciales, pero particularmente las relaciones consulares con Colombia.

“El gran reto en política exterior que tiene el presidente Petro no ha sido recuperar la relación con Venezuela, sino construir una relación de largo plazo con un régimen que no es democrático, pero con el cual se tiene una alta interdependencia por las dinámicas de 2.219 kilómetros de frontera, por la alta población colombiana que vive en Venezuela y por la alta población venezolana que ha hecho de Colombia su hogar”, comenta el docente.

En esto parece coincidir con Txomin Las Heras Leizaola, presidente de Diálogo Ciudadano Colombo-Venezolano, quien hace unos días apuntó para este diario las implicaciones que la falta de unas elecciones libres tendría sobre las relaciones bilaterales: “Se está convirtiendo en una papa caliente para el Gobierno colombiano, que ha dado todas las señales posibles de que desea tener estrechas relaciones con Venezuela de carácter diplomático, consular y comercial. En la medida en que no haya elecciones democráticas le resultará difícil desarrollarlas plenamente”.

A principios de este mes, en entrevista con este diario, el embajador de Caracas en Bogotá, Carlos Martínez, había dado un positivo balance del restablecimiento de las relaciones: “Estamos en un momento bastante exitoso. Hemos logrado recomponer la institucionalidad que se había perdido después de cuatro años y medio de ruptura de relaciones”, dijo.

Según él, dicha pérdida “en un porcentaje bastante alto” se ha recuperado “por la capacidad que hemos tenido de ambos lados, instalando consulados. Es una relación muy fluida en varias materias: comercial, de seguridad, defensa, jurídica… Todo eso lo vamos caminando”. En materia comercial, “el cierre del año pasado estuvo sobre los US$700 millones en el intercambio comercial, y aspiramos a que este sobrepasemos los US$1.000 millones”, detalló.

Esa fluidez es la que estaría en juego. Para Rodríguez, el desafío es aún mayor, “sobre todo porque después del 28 de julio el Gobierno colombiano tendrá que dar una declaración respecto a si reconoce o no al régimen dictatorial que busca consolidarse en Venezuela”.

Además, en caso de que se dé un escenario de transición política, habría que preguntarse, según él, “cuál puede llegar a ser la participación de Colombia, entendiendo que hay actores criminales y particularmente actores subversivos colombianos que han hecho del territorio venezolano un espacio de operaciones muy importante”. Esto es algo que, resalta, no se ha contemplado en la estrategia de paz total del presidente Petro.

Mientras tanto, la población venezolana dentro y fuera del país se sigue enfrentando a obstáculos para ingresar al registro electoral, para lo que hay plazo hasta el próximo 18 de abril. “Hoy denunciamos la caída del sistema del registro electoral en el Consulado de Venezuela en Bogotá, además de la ilegalidad de los requisitos discriminatorios y restrictivos que pide la Sección Consular de Venezuela en Bogotá para poder registrar a los venezolanos para ejercer lo que debería ser el derecho a votar desde el exterior”, insistió el viernes la organización Gran Acuerdo Venezuela, una de las que han venido haciendo seguimiento a este problema. Desde el inicio de las inscripciones, El Espectador ha intentado contactar, sin éxito, al embajador de Venezuela en Colombia.

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