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La reapertura de la frontera entre Colombia y Venezuela abriría paso a una economía binacional que, si se mantiene en el marco formal, representaría unos 4.000 millones de dólares en ingresos al término de este gobierno.
Esa es la cifra que dio el presidente Gustavo Petro al habilitar el tránsito por los puentes internacionales y tras protagonizar un apretón de manos con el emisario del régimen de Nicolás Maduro, el gobernador del Táchira Freddy Bernal. El gobierno asegura que a mediano plazo llegaría a los 8.000 millones de dólares.
La ambición de revivir el comercio legal de mercancías de un país a otro fue uno de los motores que llevó a la reactivación de los puentes internacionales, pues para la actualidad solo percibe transacciones de 400 millones de dólares y buena parte de ese monto estuvo circulando solo por el puente de Paraguachón, entre La Guajira y Zulia.
Ese dinero se mueve en pesos y en dólares, pero pocas veces en bolívares. En las casetas de cambio de moneda que se mezclan entre los comercios de Villa del Rosario, y a unos cuantos metros del puente, un dólar lo venden a entre 4.000 y 4.200 pesos, según la denominación del billete a canjear. Hasta un euro vale 4.350 pesos, pero por ninguna parte las chazas dicen a cuánto hacen transacciones con el bolívar.
En el lado venezolano, por el contrario, reciben todas esas monedas porque en un país en el que el salario mínimo no pasa de los 16 dólares todo suma para las cuentas de los hogares de frontera.
«MÁS RENTABLE PAGAR PASOS ILEGALES QUE TRIBUTAR LOS INTERCAMBIOS»
Las cuentas que se hacen en Colombia y Venezuela son dispares, pero la ambición de las autoridades es que el comercio irregular desaparezca. Sin embargo, en la zona comerciantes pequeños aún creen que es más rentable pagar a ilegales para pasar mercancías por las trochas en lugar de tributar por esos intercambios en los dos costados de los puentes.
La economía movilizó al gobierno Petro y al régimen de Maduro a reabrir la frontera que desde este lunes permite transitar de forma regular por los principales cruces, a excepción del puente Tienditas.
Ese asunto es tan importante en la agenda de la Casa de Nariño que el presidente Petro decidió asistir a última hora al evento de reapertura, a pesar de que su par Nicolás Maduro ya tenía claro que no estaría en el lugar.
La cita nunca fue un encuentro entre presidentes, pero los protocolos militares en Norte de Santander estaban dispuestos para la llegada del mandatario colombiano. En la distancia, Maduro aseguró que la reactivación fue “un hecho histórico que marca el comienzo de una etapa de relaciones de hermandad, respeto y Paz”.
Nuevo capítulo en la frontera
Ese paso ha sido un símbolo de la relación política de los inquilinos de la Casa de Nariño con el régimen de Maduro y en la reapertura el “gobierno del cambio” decidió enmarcarla con nuevos emblemas.
La banda marcial de las Fuerzas Armadas venezolanos entonó el himno de Colombia, dos minutos con 30 segundos de trompetas a las que su par del Ejército colombiano respondió con las notas del himno venezolano. Toda una orquesta binacional que fue solo uno de los gestos.
Luego, una gandola atravesó de Venezuela a Colombia decorada con globos amarillo, azul y rojo y con la bandera venezolana en el búmper; minutos después, el camión que recorrió el puente en el sentido contrario llevaba la bandera colombiana en frente y medicinas en sus contenedores, un elemento vital que ha escaseado en Venezuela en los tiempos del régimen.
El paso de esos vehículos era solo un protocolo, también el apretón de manos de Petro con Fredy Bernal, porque detrás de la parafernalia de una hora hubo contactos entre las dos casas presidenciales que tomaron varios meses.
Una de las artífices de la reapertura fue la senadora de Pacto Histórico, Gloria Inés Flórez, quien aclaró que la este paso conlleva a una agenda progresiva que debe aplicarse con cuidado. “Ha sido un trabajo arduo de los gobiernos que se han empeñado de construir con filigrana los nuevos lazos de relacionamiento”, dijo. La senadora Florez cruzó el puente hasta Venezuela antes que cualquier otro funcionario o que los mismos camiones para saludar a sus pares del otro lado, aunque no quiso especificar a quiénes.
Mientras en el Simón Bolívar Petro y Bernal posaban para la foto con los embajadores Armando Benedetti y Félix Plasencia, ministros, alcaldes y gobernadores de la zona, en los costados del puente se asomaban seguidores del presidente que gritaban desde lejos coplas a los funcionarios.
Una de ellas fue Celia Teronio, una colombo venezolana que hizo fila durante tres horas para estar en el puente, ondeó las dos banderas durante el evento y aseguró que la reapertura fue solo posible porque los gobiernos de ambos países son de izquierda.
En el fondo, Terronio tiene algo de razón. El gobierno anterior tuvo emisarios con el régimen para habilitar los puentes, pero Iván Duque le pidió a Maduro algo que él no quiso aceptar: quitar los contenedores del puente internacional Tienditas.
Esas barreras siguen ahí en una infraestructura de 280 metros. Solo cuando se levanten y por esa vía transiten camiones de forma legal, el nuevo gobierno cantara victoria de que la frontera está completamente abierta.