Durante varios años, Felisa González y Rosario Anzola trabajaron juntas en la Fundación BBVA Banco Provincial de Venezuela, gestionando proyectos culturales y educativos con gran éxito. Felisa González dirigía la Fundación y Rosario Anzola el Centro de Arte de La Castellana en Caracas.
Por esas coincidencias del éxodo venezolano, ambas residen ahora en Madrid. Se reencontraron y decidieron emprender un proyecto en el área que les resulta afín: la promoción cultural y el arte. Diseñaron así un primer proyecto, talleres que permiten a los participantes comprender el arte, socializar, expresarse y desarrollar su creatividad en un ambiente informal y distendido.
Incorporaron para ello a una arquitecta y artista visual, Fabiana Zapata, y lanzaron en mayo de 2019 su propuesta en el formato de reuniones “Paint & Drinks”, talleres de creatividad infantil y de escritura creativa. Todos bajo metodologías en las que el potencial creativo de cada participante se viese motivado por algún disparador emotivo, intelectual o lúdico.
El modelo de talleres de arte “Paint & Drinks” está bastante extendido en Francia y los Estados Unidos y se trata de reuniones en las que los asistentes recrean una obra conocida, guiados por un maestro de arte, mientras comparten unas copas y tapas.
La modalidad implementada por las amigas de EventArt, “incluye también el brindis y aporta los materiales y guía de especialistas, pero deja libertad de creación a partir de la percepción y la interpretación libre, que propiciará la expresión del potencial creativo de los participantes”, dijo Felisa González.
“Después de los primeros talleres, realizados entre amigos y conocidos, surgió una propuesta de la Fundación Cruz-Diez para hacer un taller dirigido a los niños, en el que se presentó la obra y el genio del cinetista venezolano, en el marco de un homenaje que se le realizó en Madrid en octubre pasado. Se llamó Evolución de color en el arte”, señaló.
Agregó que “la jornada incluía un paseo visual por la historia del arte hasta llegar a la contemporaneidad y al arte cinético y, a partir de allí, los niños realizaron un ejercicio creativo con inspiración en la obra del maestro Carlos Cruz-Diez”.
Ese taller fue todo un éxito. Dijo Felisa González que “los padres de los niños, fascinados por las habilidades de los pequeños, quieren que se repita la jornada creativa y realizar un taller de adultos con características similares”.
También organizaron un taller para niños de cinco a 11 años. Esculturas a partir de la harina de maíz y de la arepa, en conjunto con la llamada Ruta de la Arepa, la cual se realizó en Madrid con el impulso de la marca PAN, de Empresas Polar de Venezuela.
-Fue muy divertido porque le enseñamos a los niños los distintos tipos de maíz, de dónde salía la masa para las arepas que se comen, los pusimos a hacer arepas de colores que se hornearon en el local donde hicimos la actividad y que luego se comieron. También hicieron esculturas con masa y algunos aglomerantes naturales. Fue una actividad muy creativa, que mostró la riqueza de un producto emblemático de la gastronomía venezolana, que resultaba un poco desconocido para los niños que han nacido y crecido fuera de Venezuela.
Después vinieron otras reuniones de “Paint & Drinks”. El año pasado, con propuestas no sólo de pintura y collage, sino también de escritura creativa, la más exitosa de todas, con la incorporación al staff de la conocida escritora y dramaturga venezolana Mónica Montañés. Una simpática forma de abordar la creación literaria a través de las recetas de cocina familiares de cada uno de los participantes.
En total, EventArt realizó en su año de exploración del mercado, nueve actividades –cuatro de ellas infantiles- en las que acercó a la cultura, a partir de experiencias que permitieron la comprensión, el disfrute y el valor de los procesos creativos y artísticos, a más de 100 personas. El público es mayoritariamente femenino (80%) y venezolano. Aunque uno de los tres Paint & Drinks que se realizaron fue exclusivamente para mujeres que trabajaban en una firma internacional de auditorías, todas economistas, auditoras y contadoras, y todas ellas españolas.
“Los resultados de este primer periodo nos hacen replantearnos cómo afrontar la idea de este proyecto para hacerlo un modelo rentable. Si bien nuestra inversión fue mínima, apenas para comprar los materiales que se utilizan en los talleres, cada taller cubre los costos con una contribución muy módica de entre 45 y 50 euros por participante, pero necesitamos aumentar el volumen de participantes y la frecuencia de las actividades”, apuntó Felisa González.
La veta económica de las Fiestas de Arte para niños y adultos es uno de los proyectos de corte más comercial de este proyecto, liderizado por estas venezolanas en una ciudad como Madrid, donde se compite con una de las ofertas artísticas más ricas del mundo, y en la que se incluyen muchas actividades gratuitas.
Felisa González es comunicadora social y coach ontológico con una dilatada trayectoria en el mundo corporativo de Venezuela. Rosario Anzola es escritora, pedagoga y artista, también con larga experiencia en el mundo de la promoción cultural. Ambas se han planteado, junto a la maestra de arte del trío, Fabiana Zapata, cambiar la estrategia de comercialización de los talleres. Reunir primero a los interesados y ofrecerles después un taller a la medida, que cubra todas sus expectativas para no desperdiciar recursos.
Igualmente, ya se plantean para el principio de la próxima primavera, un segundo taller de redacción creativa con la temática de crónicas familiares dictado por Mónica Montañés.
Recetas para contar mi historia
Desde diciembre de 2017, Mónica Montañés y su hijo menor, se radicaron en Madrid, donde su hija ya estudiaba actuación. La migración no fue planificada, sino la respuesta a los sentimientos que le ocasionaron la inseguridad de Venezuela, el deterioro de las instituciones, la pérdida de trabajo, de editorial y la partida acelerada de mucha gente querida.
Cursa el máster de Profesiones Artísticas de la Escuela Sur, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, y participa en algunos talleres y concursos literarios (segundo lugar en el concurso de la revista Zenda que promueve y dirige Arturo Pérez-Reverte).
Durante 20 años, Mónica Montañés dictó en Venezuela el taller de dramaturgia ‘Cómo echar un cuento que va a ser visto’. A partir de esa experiencia docente, que le dio muchas satisfacciones y aportó conocimientos, la autora de El aplauso va por dentro creó un formato para los talleres de EventArt, que parte de hacer literatura motivándose en recetas familiares de cocina.
“Diseñar y dictar durante cuatro sábados el taller de EventArt, fue una puerta que se abrió en Madrid sin esperarlo. Yo di clases de dramaturgia en Venezuela por más de 20 años, y aquí pensé que sería la faceta de mi carrera más difícil de reactivar, por lo que estoy muy entusiasmada con esta propuesta que me aportó mucho y repetiré con las amigas de EventArt”, dijo la escritora.
Señaló que ha sido una experiencia fascinante crear relatos, cuentos cortos, sobre historias familiares y de las raíces. “Todas las participantes hablaron de quiénes eran y por qué son como son, en textos narrados en primera persona, valiéndose de las evocaciones, ingredientes y las recetas de los platos maravillosos que comían en sus casas. Cada una escudriñó en el terreno de la memoria sensitiva”, dijo Montañés.
Emocionada por los talentos que descubrió en este viaje por las más variadas cocinas, Montañés comentó que la libertad de interpretar la motivación que da base al curso, permitió que cada una desarrollara, sábado a sábado, maravillosas historias y trabajara psicológicamente aspectos personales y relaciones familiares remotas.
-En mi máster estoy trabajando una cosa que yo llamo mi viaje a la inversa, que es el viaje que hicieron mi mamá y mis abuelas, inmigrantes españolas que se fueron a Venezuela en la postguerra y que ahora hago yo de regreso.
Lo hago porque necesito entenderlas a ellas y entenderme a mí en este proceso migratorio. Muchas de las participantes del taller tenían esa misma motivación, quieren dejar un testimonio a esos hijos y nietos de la diáspora venezolana sobre este período familiar y personal para que no olviden sus raíces.
Se le ocurrió que las recetas pueden funcionar como buena herramienta para entrarle a la memoria, porque la comida dispara muchos recuerdos, sentimientos y activa facetas que a veces están escondidas. “En este taller trabajamos la nostalgia, pero también cada uno construyó una parte de quiénes son. Se cuentan recetas, pero como un cuento. Yo he gozado y he descubierto a unos seres humanos fabulosos y unos personajes alucinantes. Por ejemplo, hay una que está trabajando la relación con su hijo a través de la comida, otra habla de su suegra que es libanesa y cómo vive para la cocina”.
La experiencia le sirvió a Mónica Montañés para conectarse con la dinámica. Ha disfrutado recrear a su abuela y su mamá y en general a su familia cuando se reunía alrededor de la comida. “Eso se ha integrado al sentimiento de humildad que me deja esta mudanza, el aprendizaje de vivir con bastante menos que lo que te resultaba indispensable, de aprender a ser un desconocido”.
Para este segundo taller, EventArt le ha agregado a la dinámica un tercer módulo que consistirá en la creación de un libro artesanal con las historias escritas en estas tardes. “Eso me parece cheverísimo. Yo también voy a participar junto con la gente que quedó con muchas ganas de hacer un segundo taller de ‘Recetas para contar mi historia’ y con otros que no se enteraron a tiempo y quieren vivir esa experiencia, así que forma parte de mis planes en los próximos meses”.
Con información de Al Navío
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