El poder en una equis. ¿Qué ciudadano no suele refunfuñar por el estado de las calles y andenes, la movilidad o el miedo que le genera el deterioro de la seguridad? La solución a esos problemas tan habituales está en las manos de los gobernantes locales. Aquellos a quienes usted, marcándolos en el tarjetón, va a elegir este domingo.
Presidente Duque vota en las elecciones de este domingo
Un acto tan sencillo como trascendental. Son 36’602.752 colombianos habilitados para votar y elegir a 32 gobernadores, 1.101 alcaldes, 12.063 concejales, 418 diputados y 6.814 ediles
Además, desde la barrera, cuatro figuras y sus colectividades saben que en buena parte su futuro político pasa por los resultados de este domingo. El presidente de la república, Iván Duque, y el senador Álvaro Uribe, del Centro Democrático (CD); Gustavo Petro, de Colombia Humana, y Sergio Fajardo, del partido Verde. Aunque ninguno es elegible, el tiempo en política vuela y saben que el 2022 está a la vuelta de la esquina.
A Duque le quedan dos años y diez meses de gobierno. Su partido, el CD, busca cosechar lo logrado en el 2018, cuando volvieron al poder después de ocho años de oposición. Sin embargo, los pronósticos para ellos no son los mejores, por lo que se hará más difícil su gobernabilidad.
Además, algunos de sus planes de gobierno pueden ser alterados por la decisión que tomen hoy los ciudadanos. Por ejemplo, en Nariño, Putumayo y Norte de Santander, los departamentos con mayor parte de cultivos ilícitos, todos los candidatos a gobernaciones están en contra de la fumigación, incluyendo los avalados por partidos que hacen parte de la coalición de gobierno (CD, Conservador, Colombia Justa Libres y Mira).
“El próximo año se prevé que el gobierno Duque tendrá mucho desgaste para establecer la relación con los gobernadores y alcaldes en estas regiones”, dice Andrés Dávila, director del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Javeriana. “Temas como el glifosato o las marchas pueden resultarle de muy difícil gestión”, explica.
En el caso de Uribe, sabe que tiene la necesidad de ayudar a levantar la imagen del gobierno y, sobre todo, hallar un sucesor de peso para que tome su legado. En los planes de Uribe está ganar más de cinco gobernaciones, al menos diez alcaldías de ciudades importantes y otras 500 en municipios pequeños. Sin embargo, las encuestas, por ahora, no le dan seguridad siquiera para una gobernación. A nivel de ciudades, la más cercana es el triunfo en Medellín.
Petro, líder de la Colombia Humana, tiene un panorama sombrío. No logró encontrar candidatos viables en las zonas donde brilló en 2018. Por ejemplo, en Bogotá obtuvo 1’800.000 votos hace un año y medio, y ahora es probable que su candidato quede de cuarto. En la Costa Atlántica, donde barrió en primera y segunda vuelta, no va a lograr nada más allá de lo que haga Carlos Caicedo en el Magdalena, figura que, a propósito, no es del petrismo puro.
Y Fajardo pierde en su casa: las encuestas dicen que en Medellín y Antioquia la victoria será esquiva, mientras que solo depende de su apuesta, que es Bogotá. Su candidato en Cali, Alejandro Éder, tiene un abismo en las encuestas con los favoritos.
En cambio, en estas elecciones pueden surgir nuevas figuras del orden regional que van a saltar a lo nacional. Es el caso de la casa Char, que probablemente le va ir muy bien en los resultados en todo el Caribe. La familia considera que Álex Char tiene las condiciones para saltar a la arena nacional y hoy puede obtener ese tiquete. En el Valle es factible que hoy la gobernadora Dilian Francisca Toro celebre la victoria de su aliada Clara Luz Roldán, además de 20 alcaldías en el departamento.
Las de este domingo son las primeras elecciones locales bajo un nuevo escenario de posconflicto. “En ese sentido, se está configurando en todas aquellas regiones afectadas por el conflicto armado en el pasado un nuevo panorama electoral y un equilibrio de poderes que va a definir la orientación de la política regional para la transición”, anota Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac).
El investigador recuerda que durante las últimas décadas, el panorama político nacional y regional se definió por la postura frente al conflicto armado, bien fuera en términos de políticas de seguridad o de posición frente a una negociación. Hoy en día, esa agenda política se diversificó y, por primera vez, está más cercana a los problemas cotidianos del ciudadano. “Es, hasta cierto punto, menos ideológica y más de necesidades vitales”, dice Restrepo.
La luz ilumina los problemas
La pintora Doris Salcedo, una de las artistas más comprometidas con la realidad social del país, ilustra esta apreciación con una metáfora. Para ella, durante el conflicto armado el país vivía en un cuarto completamente oscuro. Luego de la firma de los acuerdos de paz no llegó la paz, pero sí se iluminó el espacio. “Hoy vemos la cantidad de problemas que tenemos”.
Eso se refleja en los debates electorales. Con excepciones, pocos candidatos se dedicaron a hablar del conflicto y su solución. La mayoría puso el énfasis en la movilidad –en Bogotá, por ejemplo, el tema del metro estuvo en boca de los cuatro aspirantes día y noche–, la salud, el empleo, la seguridad, la corrupción y un factor nuevo: la migración venezolana.
Con muy contadas declaraciones, la gran mayoría de aspirantes incluyeron en sus planes propuestas para darles mejores condiciones a los inmigrantes que huyen de las difíciles circunstancias impuestas por el régimen de Nicolás Maduro.
Balazos en el cierre
Pero así como la fraternidad ha brillado con el sufrimiento de los venezolanos, en la campaña resurgieron facetas de una violencia atávica, en especial en esa Colombia profunda, olvidada. El caso más estremecedor fue el del asesinato de la candidata Karina García, aspirante a gobernar el municipio de Suárez, en Cauca, quien murió salvajemente acribillada dentro de su vehículo, junto a su madre y cuatro personas más.
Y el jueves, en el cierre de la campaña, esta se vio teñida de sangre por el asesinato del exguerrillero Alexánder Parra, en su propia casa, ubicada en el antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de Mesetas. Su esposa, Luz Marina Giraldo, candidata al Concejo de Mesetas, lo vio morir.
“Lamentablemente, en 2019 hemos tenido 18 atentados, 7 homicidios y 1 secuestro”, dice la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez. “Son cifras dolorosas, pues en un proceso democrático no debería haber violencia de por medio”. El reto es trabajar para que en el futuro la gente no solo vote en libertad, sino sin ningún riesgo para su vida.
A pesar de que el CD, la Colombia Humana y los verdes, y también los dos partidos tradicionales –Liberal y Conservador– pueden salir debilitados esta noche, muy probablemente, todos se declararán ganadores, cuando en realidad la situación muestra un estado de debilitamiento. En efecto, para estos comicios, los partidos y movimientos políticos hicieron 3.142 coaliciones y avalaron a 5.694 candidatos en todo el país.
Según un estudio de la Corporación Excelencia en la Justicia realizado para el Ministerio del Interior, aunque muchas de estas alianzas pueden “parecer ideológicamente descabelladas o insólitas, solo responden a la intención de no perder espacios, vigencia u oportunidades en los territorios”.
En las regiones se han consolidado linajes familiares que se heredan el poder generación tras generación. David Roll Vélez, director del grupo de investigación de partidos de la Universidad Nacional, lo resume en una frase: “En varios puntos de la geografía no hay estructuras políticas, sino familias enteras que manejan el poder político”.
Para Carlos Arias, docente de Comunicación Política del Externado, ahí precisamente radica la importancia de ir este domingo a las urnas. “Es con el voto informado y cualificado que los personalismos políticos de los grandes caciques pierden peso. La democracia se pluraliza y la opinión del ciudadano y su indignación se ve más representada”. Es el poder de una simple equis.
Con información de Armando Neira, Editor político de El Tiempo