
EL VENEZOLANO COLOMBIA
El asesinato de Natalia Portillo, una joven migrante venezolana de 27 años, ha generado consternación en Santa Marta, Colombia, ciudad donde residía desde hacía varios años. El cuerpo de la mujer fue localizado en la madrugada del martes 27 de mayo en un tramo de la carretera Troncal del Caribe, a la altura del Sena Agropecuario. El hallazgo fue confirmado por las autoridades locales tras recibir un aviso sobre la presencia de un cadáver en la zona.
Hallazgo en condiciones alarmantes
El cuerpo fue encontrado tendido boca arriba, a un costado de la vía. Presentaba múltiples heridas por arma de fuego en distintas zonas.
De acuerdo con los informes preliminares, no había señales de intervención inmediata por transeúntes, lo que sugiere que fue dejado allí durante la noche, posiblemente por los responsables del crimen. Las investigaciones están a cargo de la Policía Metropolitana de Santa Marta.
Una vida marcada por la migración y la maternidad
Originaria de Maracaibo, estado Zulia, Natalia era conocida en su entorno como “La Fresa”. Emigró a Colombia buscando nuevas oportunidades, dejando a sus tres hijos en Venezuela. En Santa Marta se había asentado desde hacía varios años.
Personas cercanas relatan que trabajaba por las noches, aunque no se ha especificado en qué tipo de ocupación. Su círculo íntimo la describía como una mujer auténtica, directa y con una personalidad que no pasaba desapercibida.
Últimos momentos y perfil público
Según versiones recogidas por la prensa colombiana, la última vez que fue vista con vida, Natalia iba a bordo de un automóvil acompañada por una persona cuya identidad aún no ha sido revelada. Ese encuentro, hasta ahora envuelto en incógnitas, podría ser clave para esclarecer los hechos.
La joven también era activa en redes sociales, donde compartía aspectos cotidianos de su existencia, mostrando fragmentos de su día a día con una actitud extrovertida.
Hipótesis en desarrollo y búsqueda de justicia
Los investigadores manejan como primera hipótesis que Natalia fue trasladada en un vehículo hasta el sitio donde finalmente fue ejecutada. Hasta el momento no hay capturas ni se ha hecho pública una posible motivación detrás del crimen. La violencia que cobró su vida refleja los riesgos que muchas mujeres migrantes enfrentan en contextos marcados por la vulnerabilidad y la precariedad.
Este caso se suma a otros hechos de violencia contra venezolanas en el exterior, subrayando la necesidad de mecanismos de protección eficaces y una respuesta más firme por parte de las autoridades. Mientras su familia espera respuestas en Venezuela, la comunidad en Santa Marta exige justicia para una mujer cuya historia terminó de forma abrupta y trágica.