EL VENEZOLANO COLOMBIA
Nadie, o casi nadie, habla de ello: son muchos los problemas en Venezuela y, en esa lista infinita, la salud mental ocupa uno de los últimos lugares. No en vano, 45 de los 48 hospitales psiquiátricos están arruinados, algunos cerrados por completo, mientras cientos de pacientes están hoy a la deriva.
No hay cifras oficiales y el Gobierno no hace ningún comentario sobre el sistema nacional de salud mental, pero abundan las historias que, en forma de anécdota o denuncia, desvelan el abandono en que se encuentra este sector y, por ende, todos aquellos ciudadanos que requieren cuidados de este tipo.
Si la crisis sanitaria que vive Venezuela desde hace años se traduce en una altísima falta de medicamentos, materiales médicos y personal calificado, la situación en los servicios de psiquiatría es el doble de grave, pues las calamidades parecen solo importar a estos pacientes y sus familiares. El resto del país está enfocado en sobrevivir.
Esta erosión se ha incrementado en medio de la pandemia por covid-19, lo que ha dejado aun con menos capacidad de maniobra a los servicios de salud mental, justo cuando la Organización de Naciones Unidas (ONU) señala insistentemente la necesidad de trabajar más en esta área, a fin de aliviar los embates psicológicos del confinamiento.
EL DIAGNÓSTICO
Un pequeño estudio levantado por médicos de manera voluntaria y anónima aporta las primeras luces: hay pacientes olvidados dentro de centros de salud mental, otros languideciendo en casas de familiares y el resto, quizá la parte mayoritaria, deambula hoy entre la indigencia que se extiende en medio de la crisis económica.
Así lo explicó a Efe el médico Pedro Delgado, miembro de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, quien coordinó un estudio nacional para ver cuáles eran las condiciones de los centros de salud mental en Venezuela al término del año 2019.
Los resultados mostraron que solo el 50 % de las camas de hospitalización en estos lugares estaba operativa, pero apenas atendían a un 24 % de pacientes de la capacidad instalada, un número que bajó durante 2020, cuando algunos centros cerraron por completo por falta de personal, fármacos y fallas en los servicios públicos.
La escasez de medicinas que impera en Venezuela desde hace un lustro y que ronda el 80 % según la Federación Farmacéutica se torna grave en casos relacionados con la salud mental, pues se deja de compensar a pacientes agudos que requieren determinados remedios para lidiar con sus crisis o reponerse a ellas.
El estudio desvela que hay escasez de 100 % en algunos hipnóticos, mientras que la falta de otras dosis como sedantes, ansiolíticos y antipsicóticos es superior al 70 %. Hay hospitales que tienen uno o dos medicamentos y eso es lo que ofrecen a los pacientes, que generalmente no son admitidos para hospitalización.
«La mayoría de los hospitales de salud mental o están inoperativos o están a una operación muchísimo menor a la demanda, eso es una realidad que existe prácticamente en todo el país», subraya Delgado.
SER PACIENTE
Como en Venezuela se habla muy poco sobre la salud mental, reina el desconocimiento respecto a las enfermedades psiquiátricas y quienes las padecen son víctimas del estigma en una sociedad que está luchando con demasiados problemas a la vez, lo que deja poco espacio para la reflexión y la empatía.
Esta falta de entendimiento alcanza incluso a los familiares de este tipo de pacientes que, agobiados además por la pobreza extrema, se dan por vencidos al no encontrar ayuda en los centros de salud y simplemente atienden a sus seres queridos en la medida de sus posibilidades o, en el peor de los casos, los dejan a la deriva.
«Estamos hablando de eso, (de cientos de pacientes) a la deriva o al cuido de sus familiares, quienes desesperadamente buscan conseguir ayuda de donde sea», dice el psiquiatra.
«A veces, los familiares, o porque no pueden manejar la enfermedad o porque el paciente se fuga y no lo consiguen (encuentran) o simplemente porque se cansan y no tienen la posibilidad de seguirlo manteniendo, pues lo dejan a la deriva», prosigue.
Esta aseveración es respaldada por la proliferación de personas en la indigencia que se ha visto en el último trienio, algo que ha podido constatar Efe en Caracas y que según el especialista está estrechamente relacionado con el cierre de psiquiátricos.
«El 90 % de los indigentes tenía un problema de salud mental», señala el psiquiatra sobre una medición hecha en el municipio caraqueño de Chacao.
Efe conoció casos de personas que viven solas, o que son vigiladas por algún familiar o vecino eventualmente, y que padecen enfermedades como esquizofrenia, demencia o sufren alucinaciones y que no están siendo tratadas por la falta de medicamentos en el sistema público y la imposibilidad de pagarlos.
LA SALUD MENTAL
Venezuela no ha elaborado un plan de salud mental en la última década, o al menos uno que sea conocido por el gremio médico, y aunque no publica datos sobre este tema, Delgado asegura que son más de 1.000 los pacientes psiquiátricos agudos a los que les urge una atención especializada.
«Si los hospitales están abandonados, la salud mental está en la ruina (…) yo me atrevo a calificar eso de indolencia. Realmente, no hay interés por darle atención al paciente psiquiátrico o con una enfermedad mental, muy poco interés», sostiene el especialista.
Esta depauperación se intensificó justo en el año de la pandemia, tiempos que traen consigo un «aumento de la ansiedad por temores a contagio» o «por el encierro que implica un proceso de aislamiento».
«¿Eso qué da como resultado en pacientes psiquiátricos? Que aumenta la demanda de servicios psiquiátricos, de (pacientes) agudos, es decir, pacientes psiquiátricos conocidos que están compensados y que cuando comienza la pandemia y en el transcurso de la pandemia se descompensan», dice.
En síntesis, solo un pequeño grupo de pacientes está protegido -los que pueden pagar servicios privados-, mientras dos mujeres llevan tres años olvidadas dentro de un hospital psiquiátrico en Guárico (centro) y el servicio de salud mental de un nosocomio universitario en Caracas está cerrado pues no tienen nada que ofrecer a los pacientes.