Paco vendió todo lo que tenía en Bahía Honda, un pueblo al oeste de La Habana, para salir de Cuba. También pidió ayuda a su familia, en el sur de Florida. En la Isla, donde el salario promedio es de unos 30 dólares al mes, reunir los 12.000 que cobran los lancheros de Miami implica un esfuerzo grande.
Aunque Paco no se llama Paco, pero tiene miedo de dar su nombre, porque marcharse de Cuba por esa vía puede llevarle a la cárcel. «En este pueblo todo el mundo tiene ganas de irse para el yuma. Todos se van», dice.
«En estos pueblos todo el mundo sabe quién es quién y quiénes son las personas que se quieren ir del país. La salida se organiza desde Miami en total secreto y solo el último día se dice a los delfines el punto de encuentro en la costa», relata Paco.
A pesar de que la Guardia Costera de EE UU es implacable con los cubanos y haitianos que interceptan en el mar y repatrian a sus países, los balseros siguen intentando alcanzar el sueño americano.
Paco se lanzó al mar por primera vez en 2009 junto a ocho personas. Apenas salieron a alta mar la rústica embarcación colapsó y quedaron a la deriva durante cinco días. Volvió a improvisar una barca en otra ocasión pero tras una delación tuvo que abandonar la obra.
«Me da miedo ¡Claro que me da miedo! Pero me asusta mucho más que se me pase toda la vida anclado en este país sin nada que ofrecerle a mis hijos», dice mientras clava la mirada en el horizonte. «Allá todavía tengo tiempo para trabajar duro y darles un futuro», agrega.
«Lo importante es que no me viren para atrás, lo demás no, los cubanos somos unos luchadores y siempre nos las arreglamos, lo vital es salir de aquí», dice.
Un vocero de la Guardia Costera dijo que 52 inmigrantes procedentes de Cuba han intentado llegar a Estados Unidos a través del mar desde el 1 de octubre de 2019.
El año anterior, contando desde el 1 de octubre de 2018, unos 454 migrantes cubanos fueron interceptados en el mar o detenidos a su llegada a territorio norteamericano. El año anterior a la anulación de la política de pies secos-pies mojados (2017), la Guardia Costera contabilizó la entrada de 1.845 balseros. En 2007, otro año tenso en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, llegaron 4.161 cubanos por mar.
Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de la Florida considera que este año se puede esperar «un leve aumento» en el número de balseros.
«Todo parece indicar que las políticas migratorias de la Administración de Trump han reducido la cantidad de cubanos que intentan ingresar a territorio estadounidense sin autorización si lo comparamos con los dos últimos años de Barack Obama. Por el momento, se ha estancado el volumen de cubanos que llegan a Miami por diversas vías (marítima, terrestre o aérea) y no parece inminente otro episodio tan dramático y explosivo como el éxodo del Mariel o la crisis de los balseros», dijo a el Nuevo Herald.
Martell Ramírez González cruzó el Estrecho de la Florida huyendo de Cuba hace poco más de un año a bordo de una embarcación rústica. Lo acompañaban cinco personas y tras cuatro días de difícil navegación llegaron a Cayo Hueso.
«La experiencia en el camino fue única. No sé si volvería a aventurarme en esa travesía. Pasamos muchas dificultades en el mar con mal tiempo e incluso la embarcación se me viró», dijo Ramírez, quien ahora reside en Miami
El expresidente Barack Obama eliminó en enero de 2017 la política de pies secos-pies mojados, que durante más de dos décadas permitió que miles de cubanos se refugiaran en Estados Unidos si pisaban suelo norteamericano. En un primer momento, el número de inmigrantes bajó pero, en los últimos dos años, se nota un repunte en las llegadas de balseros a las costas de la Florida.
«Llegamos a Cayo Hueso, en un área de pantanos. Teníamos miedo bajarnos de la embarcación porque creíamos que había cocodrilos, pero al final tuvimos que hacerlo», relata Ramírez.
Se encontraron con un norteamericano que les permitió llamar a sus familiares desde su teléfono celular. «Nosotros queríamos entregarnos a la Policía, pero él nos dijo que si lo hacíamos nos repatriarían a Cuba. Gracias a ese buen hombre estamos aquí», dijo.
Ramírez pidió asilo en Estados Unidos tras varios meses sin papeles. «Mientras estuve indocumentado la vida fue muy dura. Tenía que vivir humillado, haciendo los trabajos que nadie quería. Cobraba menos de 300 dólares a la semana. Ahora soy un hombre nuevo. Ya tengo permiso de trabajo y pronto solicitaré la residencia permanente», dijo.
La Ley de Ajuste Cubano, aún vigente, que posibilita la regularización del estatus migratorio de los cubanos tras un año de permanencia en Estados Unidos, tiene entre sus requisitos que el solicitante haya sido legalmente admitido en la frontera. Quienes llegan ilegalmente por mar no pueden acogerse a esta norma. Sin embargo, hay excepciones, dice el abogado de inmigración Alejandro Vázquez.
«Los inmigrantes que llegan por mar y no son detenidos pueden pedir asilo como cualquier otra persona», asegura el abogado cuya oficina asumió recientemente la defensa de Ramírez.
Vázquez asegura que incluso aquellos cubanos que son interceptados a su llegada y demuestran miedo creíble de regresar a la Isla pueden ser liberados bajo palabra o fianza, pendientes de un proceso de asilo, o permanecer detenidos pendientes de un proceso de repatriación.
A diferencia del proceso de asilo que se solicita en la frontera sur, que puede tardar muchos meses en México, quienes entran de manera indocumentada y no son detenidos pueden presentar un caso de asilo en menos de un año, explica Vázquez, quien enfatiza que en general el asilo debe presentarse antes del año.
«La detención de estas personas durante el proceso de asilo no es frecuente y depende de factores de seguridad interna , de sus antecedentes penales o si ha cometido violaciones migratorias previas», explica el abogado.
«El proceso de asilo de estas personas que no están en el sistema suele ser con un abogado del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos y no en un tribunal», agrega.
Con la paralización de los servicios consulares de Estados Unidos en Cuba, las dificultades adicionales para obtener asilo en la frontera y la reducción en el número de visados concedidos a los cubanos, opina Vázquez, es probable que el número de balseros aumente.
Con información de 14ymedio
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