EL VENEZOLANO COLOMBIA
Cada día, miles de venezolanos atraviesan la frontera hacia Colombia en busca de una vida mejor. Desde Cúcuta, la puerta de entrada más cercana, parten a pie con la esperanza de encontrar oportunidades y estabilidad que no pueden obtener en su país natal. Mientras algunos logran conseguir transporte, muchos otros recorren a pie cientos de kilómetros en condiciones extremas.
La ruta, aunque llena de incertidumbre y obstáculos, es un reflejo de la desesperación que impulsa a estos migrantes a dejar todo atrás. Al caminar por carreteras colombianas, estos hombres, mujeres y niños sueñan con un futuro más brillante, aunque el camino sea largo y arduo.
La ruta de los caminantes venezolanos
A lo largo de la carretera que conecta Cúcuta con el interior de Colombia, la imagen de decenas de venezolanos caminando con mochilas al hombro se ha vuelto una escena común. El trayecto comienza con una energía inquebrantable, pero por delante los esperan días, incluso meses, de caminata. Entre los destinos más comunes está la ciudad de Cali, ubicada a casi 1.000 kilómetros de distancia. Algunos migrantes tienen la esperanza de encontrar un transporte, como una gandola que los acerque a su destino. Sin embargo, aquellos que no tienen esa suerte siguen avanzando a pie, a pesar del cansancio y las inclemencias del tiempo.
En el recorrido, distintas organizaciones no gubernamentales han habilitado refugios temporales para brindar asistencia a los caminantes. Estos espacios les permiten descansar, alimentarse y asearse antes de continuar con su travesía. Para muchas familias, estos albergues son un salvavidas, pues el desgaste físico y emocional del viaje suele ser abrumador.
La suerte de algunos, el esfuerzo de todos
En medio de la adversidad, algunas familias logran acortar su travesía al encontrar transporte. Tal es el caso de una familia que, tras recorrer los primeros 30 kilómetros a pie, fue recogida por un camionero que los acercó a Bogotá. No obstante, no todos tienen la misma fortuna. Los migrantes que cuentan con algún ahorro en dólares pueden pagar pasajes en autobús, lo que les permite viajar de manera más cómoda. Sin embargo, la angustia y desesperación son las mismas, independientemente del medio de transporte.
A diario, entre 4.000 y 5.000 venezolanos cruzan la frontera desde Cúcuta, según datos locales. Algunos de ellos tienen recursos para desplazarse de manera más rápida, mientras que otros dependen únicamente de su fuerza y resistencia para continuar.
El impacto en Cúcuta: una ciudad desbordada
La migración masiva de venezolanos ha transformado a Cúcuta. Hoy en día, un tercio de los 700.000 habitantes de la ciudad son migrantes que han llegado en busca de mejores condiciones de vida. Esta realidad ha puesto una presión enorme sobre los servicios locales, que no estaban preparados para recibir a tal cantidad de personas en tan poco tiempo.
Según funcionarios locales, el presupuesto de la ciudad se ve desbordado por la demanda de atención en salud, educación y empleo que ha generado la llegada de unos 220.000 migrantes. Además, Cúcuta enfrenta otros retos importantes, como la presencia de más de 20 grupos armados que operan en la región, lo que complica aún más la situación para los recién llegados.
La desesperación que impulsa el éxodo
El contexto político y económico en Venezuela continúa siendo la principal razón por la que tantas personas optan por huir. Para muchos migrantes, no hay esperanza de que la situación en su país mejore a corto plazo. “Sin un cambio político razonable o considerable, todo seguirá igual”, comenta uno de los caminantes. Esta desesperanza es compartida por miles de venezolanos que, al no ver una salida a la crisis en su país, deciden emprender un viaje lleno de dificultades, pero con la esperanza de un mejor porvenir.
La migración venezolana sigue siendo un fenómeno de gran impacto para Colombia, especialmente para ciudades fronterizas como Cúcuta. La travesía de los caminantes venezolanos no es solo una demostración de su resistencia física, sino también un reflejo de la desesperación que los impulsa a buscar un futuro más prometedor fuera de sus fronteras. Mientras Colombia y las organizaciones internacionales intentan hacer frente a este desafío, los migrantes continúan avanzando, paso a paso, hacia una nueva vida.
