
El pasado 28 de julio, el pueblo venezolano se expresó con una contundencia que no deja espacio a la duda: Venezuela votó por un cambio. Votó por la democracia, por el fin de la dictadura, por la recuperación de las instituciones, por la libertad de los presos políticos, por la reunificación de las familias y por una nación libre de hambre y represión. Ese día, el pueblo eligió a
Edmundo González Urrutia como Presidente de la República, y lo hizo de la mano de
María Corina Machado, símbolo de lucha, coraje y esperanza para millones de venezolanos dentro y fuera del país.
Hoy, cuando se habla desde el régimen de unas supuestas “nuevas elecciones” para gobernadores, alcaldes y cuerpos legislativos, hay una verdad esencial que no se puede ignorar:
la soberanía ya se expresó el 28 de julio. El pueblo ya votó. Pretender imponer nuevos procesos sin antes reconocer y permitir la toma de posesión del Presidente electo es una burla a la voluntad popular, un acto criminal contra la República, y una violación flagrante a la Constitución.
No se puede hablar de democracia cuando el régimen de Nicolás Maduro
impide con las armas lo que no pudo impedir con votos. El pueblo habló, eligió, y fue silenciado por la fuerza.
Edmundo González Urrutia es el Presidente legítimo de Venezuela. Y su mandato, surgido de la victoria popular del 28 de julio, es la única base legal y moral sobre la cual deben restablecerse las instituciones del país.
En este contexto,
el único voto posible hoy es un voto de confianza.
Un voto de confianza al pueblo de Venezuela que no se rinde.
Un voto de confianza a María Corina Machado, cuyo liderazgo ha sido clave en el despertar cívico nacional.
Un voto de confianza a Edmundo González, quien representa con firmeza y serenidad la transición hacia una nueva Venezuela.
Ese voto de confianza también se sustenta en los hechos. La reciente liberación de los funcionarios de la embajada argentina, retenidos en Caracas, no fue casual ni producto del capricho del régimen. Fue el resultado de una presión internacional liderada con inteligencia y audacia por quienes hoy encarnan la alternativa democrática. Fue una muestra de lo que se puede lograr con firmeza, diplomacia y unidad.
Hoy no basta con denunciar al régimen:
hay que reconocer y fortalecer al gobierno legítimo surgido del voto del pueblo el 28 de julio. La comunidad internacional lo sabe. Gobiernos democráticos del mundo ya han enviado señales claras. Y es hora de que los venezolanos también entendamos que nuestra tarea inmediata no es participar en farsas electorales organizadas por la dictadura, sino
respaldar el mandato popular y exigir su cumplimiento.
Desde la ctv, como organización que representa a los trabajadores y a sus familias, afirmamos con claridad:
no hay elecciones legítimas mientras no se respete la que ya se realizó.
Y no habrá paz, ni recuperación, ni justicia social mientras el poder permanezca secuestrado por quienes perdieron la confianza del pueblo.
Hoy, más que nunca,
el voto de confianza es por Venezuela,
por su libertad, por su dignidad, y por el mandato del 28 de julio.