La instrumentalización de las personas afectadas por las crisis es una acción de los mismos causantes de estas, para conveniencia de sus intereses políticos, y de algunas estructuras burocráticas del multilateralismo que necesitan asegurar su sostenimiento, y no de aquellas personas y entidades que como agentes de cambio no se conforman con quedarse de brazos cruzados frente a los problemas, sino que actúan en consecuencia para mitigarlos.
Frente a los problemas que la sociedad ha experimentado a lo largo de la historia, existen personas que van en contra la corriente, que persisten en sus ideales de transformar en oportunidades para el desarrollo lo que pocos buscan destruir para el beneficio de sus intereses.
Es así como líderes, grupos, instituciones de todo el mundo, trabajan desde el voluntariado, atajando el avance de la inequidad y desigualdad producto de la falta de oportunidades en aquellos países y territorios, donde por malas decisiones se vulneran sistemáticamente los derechos de una gran mayoría.
En el complejo contexto de nuestra crisis movilidad humana, no debemos distraer la mirada del origen, de sus responsables, así como de la indiferente complicidad de gobiernos y entidades que priman sus intereses por sobre los derechos humanos de cientos de miles y millones de personas que deambulan por el continente.
Las comunidades que nos reciben aun experimentan el gran impacto en sus sistemas de protección social y salud, educación, empleo, entre otros, de poder integrar efectivamente a las personas con necesidades de protección especial; es allí donde la co-responsabilidad como principio y valor humano debe regir para dignificar la vida de aquellos que se han visto forzados a huir, e instruir a quienes los reciben, ya que en conjunto se pueden contribuir en soluciones a los problemas que se comparten como sociedad.
Es cierto, y aunque desalentador, que existen factores externos que pareciera convenirles mantener a una población sumida en necesidades humanitarias, hay otra gran mayoría que trabaja en romper la burocracia para atender a esos problemas y convertirlos en oportunidades.
Es allí donde cientos de personas que han vivido muy de cerca la experiencia migrar, se han armado de coraje para generar autosuficiencia a través del desarrollo de capacidades sotenibles, para lo cual, la regularización migratoria es clave, así como el conocimiento del alcance de estos mecanismos existentes de regularización para garantizar el acceso a servicios y derechos.
En definitiva, las crisis, cualquiera que sean, son una oportunidad para la organización ciudadana, un llamado para los agentes de cambio, para hacer frente de manera firme a los desafíos que el sistema impone.
Científicamente está demostrado que la participación civil en el diseño, formulación e implementación de soluciones es la vía más efectiva para fortalecer las democracias, garantizar el acceso a derechos y optimizar los recursos disminuyendo así el gasto fiscal en burocracia; por ende, la localización es la vía para superar el asistencialismo y avanzar hacia la integración socioeconómica.