
EL VENEZOLANO COLOMBIA
El temor a ser detenidos y enviados a una prisión de máxima seguridad en El Salvador llevó a una familia venezolana a tomar una decisión desgarradora: abandonar Estados Unidos y regresar voluntariamente a su país natal, tras años de lucha por establecerse.
La familia, encabezada por José Alberto Rondón, enfrentó una dolorosa travesía de retorno impulsada por el pánico a las nuevas políticas migratorias impuestas por el presidente Donald Trump.
Entre la esperanza y el terror
José Alberto, de 37 años, relató entre sollozos a la cadena Telemundo cómo se desmoronó emocionalmente al ver en redes sociales que decenas de migrantes venezolanos eran deportados al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), en El Salvador. Su angustia aumentó al observar que muchas de esas personas tenían tatuajes, como él, lo que bastó para convertirlos en sospechosos.
“Ver esos videos me rompía por dentro. Lloraba, no podía dormir. No quiero ser tratado como criminal por algo que no lo es”, expresó José Alberto, quien trabajaba como soldador en Chicago.
Un recorrido marcado por sacrificios
El camino hacia el norte fue arduo. La familia cruzó la selva del Darién, subió al peligroso tren conocido como “la Bestia” y sorteó ríos caudalosos antes de llegar a Texas. Desde allí, se establecieron en Chicago, donde intentaron rehacer su vida. Pero tras tres años de esfuerzo, decidieron abordar un vuelo de regreso a Venezuela, movidos por el temor constante a ser capturados y deportados sin garantías.
“No he estado preso ni en Venezuela. No quiero que mi hija vea eso. Prefiero empezar de cero que vivir con miedo”, declaró.
Incertidumbre legal y presión familiar
El regreso no solo obedeció a su temor individual. Su madre, desde Venezuela, vivía con zozobra. “Cada día le escribía, temía que lo detuvieran”, comentó. Esa ansiedad también repercutió en su esposa e hija. Reunidos ahora en Guarenas, en el estado Miranda, sienten al menos el consuelo de estar juntos.
“Acá es difícil, sí. El dinero no alcanza, pero tenemos tranquilidad y familia. Y como dice mi mamá: aquí nunca falta un plato de comida”, añadió José Alberto.
Trump y el endurecimiento de la política migratoria
Desde su regreso al poder, Trump ha impulsado una serie de medidas que han desmantelado los mecanismos de apoyo a los migrantes implementados por la administración anterior. Entre ellas, suspendió el uso de CBP One, una aplicación para gestionar solicitudes de asilo, y declaró un estado de emergencia en la frontera sur.
También canceló el programa humanitario que beneficiaba a ciudadanos de Venezuela, Nicaragua, Cuba y Haití, y eliminó el Estatus de Protección Temporal (TPS), que protegía a más de 600.000 venezolanos. Muchos de ellos, como la familia Rondón, ahora viven en la incertidumbre o han optado por marcharse.
Epílogo de un sueño americano roto
La historia de esta familia simboliza la fragilidad del sueño americano para quienes migran huyendo de la pobreza y la persecución. Tras arriesgarlo todo, regresan sin garantías, pero con algo que no encontraron en el norte: la calma de saberse libres, aunque sea entre carencias.
“Prefiero vivir con poco que encerrado por algo que no soy. Al menos aquí, tengo mi hogar”, concluyó José Alberto.