Violencia contra venezolanos en Norte de Santander mantiene una tasa alarmante

◉ Los homicidios también se extienden a municipios como Villa del Rosario, Tibú y Los Patios, evidenciando la amplitud geográfica de la violencia

EL VENEZOLANO COLOMBIA

En los últimos cuatro años, el Departamento de Norte de Santander ha sido testigo de una escalofriante ola de violencia que ha cobrado la vida de más de 570 ciudadanos venezolanos.

Estas cifras, divulgadas por el Instituto Nacional de Medicina Legal, revelan una realidad alarmante y persistente que merece una atención urgente. Detrás de estas estadísticas desgarradoras se encuentran historias humanas devastadoras que exigen reflexión y acción.

Violencia sin tregua

La violencia contra los venezolanos en Norte de Santander ha mantenido una tasa alarmante, superando las 100 víctimas por año desde el 2020 hasta el 2023.

Las muertes violentas se han clasificado en distintas categorías, desde homicidios por arma de fuego hasta casos en riñas y otras causas violentas. Cúcuta destaca como epicentro de esta tragedia, seguida por municipios como Tibú y Ocaña.

Detalles reveladores

Los datos revelan que el año más mortífero fue el 2021, con 152 muertes violentas, seguido de cerca por el 2020 con 151 casos. La capital nortesantandereana, Cúcuta, concentra la mayor cantidad de asesinatos, especialmente por arma de fuego.

Los homicidios también se extienden a municipios como Villa del Rosario, Tibú y Los Patios, evidenciando la amplitud geográfica de la violencia.

Tragedias personales

Detrás de estas cifras desoladoras se encuentran historias personales desgarradoras. El caso de Gabriel Alexander Belloso Peña, cuyo cuerpo fue encontrado en Villa del Rosario, es emblemático.

Su familia, desesperada por encontrarlo, experimentó una angustia inimaginable hasta descubrir la trágica verdad. La falta de recursos económicos agregó una capa de sufrimiento adicional, incapaz de llevar su cuerpo de regreso a Venezuela.

Impacto multifacético

La violencia no solo arrebata vidas, sino que también deja a familias rotas y comunidades traumatizadas. Gabriel, un joven trabajador y solidario, se suma a una lista creciente de víctimas cuyos sueños fueron truncados por la violencia despiadada. Su historia refleja la complejidad y la crueldad de un fenómeno que no conoce fronteras ni nacionalidades.

La tragedia de Gabriel Alexander Belloso Peña y de cientos de venezolanos más en Norte de Santander no puede ser ignorada. Urge tomar medidas concretas para proteger a esta población vulnerable y abordar las raíces de la violencia en la región. Se requiere una acción coordinada entre las autoridades locales, nacionales e internacionales para garantizar la seguridad y el bienestar de los migrantes venezolanos en Colombia.

Es necesario fortalecer los mecanismos de prevención del delito, mejorar el acceso a la justicia y brindar apoyo integral a las víctimas y sus familias. Solo así podremos construir un futuro donde la violencia sea una excepción, no la norma, y donde cada vida perdida sea recordada no solo como una estadística, sino como un recordatorio de nuestra responsabilidad colectiva de proteger los derechos y la dignidad de todos los seres humanos.

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