EL VENEZOLANO COLOMBIA
En los últimos trece años, la lucha por encontrar seguridad y resguardo internacional ha llevado a numerosos venezolanos a tocar las puertas de Chile. Este país, conocido por su estabilidad y crecimiento, se ha convertido en un faro de esperanza para quienes buscan escapar de las tribulaciones en su patria.
Sin embargo, el camino hacia el reconocimiento como refugiado es arduo y las historias de éxito son escasas, tal como lo demuestra el complejo periplo de Ronald Ojeda.
Una mirada a la proporción de éxito: La estadística reveladora
Las cifras no dejan lugar a dudas: ser aceptado como refugiado en el territorio austral es un acontecimiento poco común.
Con solamente 68 venezolanos reconocidos desde 2010 hasta 2023, la realidad muestra una tasa de aprobación que apenas roza el 7%. Pese a que los oriundos de Venezuela lideran la lista de peticionarios, las posibilidades de encontrar refugio en las tierras chilenas son mínimas.
Un viaje de vida o muerte
El caso de Ojeda es particularmente estremecedor. Este militar venezolano, tras haber residido en Perú, decidió hacer de Chile su hogar ante la amenaza percibida en su país natal. Tristemente, la seguridad que buscaba le fue esquiva, encontrando la muerte en circunstancias que rozan lo inverosímil.
La Concesión de asilo en números: Año de cambio en la concesión
El año 2023, con 35 venezolanos aceptados, ha mostrado un índice de aprobaciones sin precedentes, llegando a representar más de la mitad de las resoluciones positivas.
El soldado caído, un joven de 32 años, se encontraba entre los beneficiarios de este cambio de tendencia, esperando formar parte de una nueva vida, libre de opresión.
La protección en cuestión
A pesar de que los refugiados en Chile deberían poder gozar de seguridad equivalente a cualquier ciudadano, el suceso de Ojeda plantea interrogantes sobre la protección proporcionada. Su abogado ha señalado la inexistencia de un mandato legal para la protección policial específica, dejando un vacío de seguridad crítico.
La situación de los solicitantes de refugio venezolanos en Chile refleja una disyuntiva entre la necesidad imperante de resguardar vidas humanas y la rigidez de marcos legales que no siempre se ajustan a la realidad cambiante. Aunque se percibe un incremento en las admisiones, aún se debe trabajar en mecanismos de protección más eficientes y en una mirada humanitaria ampliada que supere la perspectiva política restrictiva actual.
Las instituciones deben ser diligentes en la consideración de riesgos y ofrecer respuestas proactivas en lugar de reactivas. Es imprescindible una revisión de los protocolos para garantizar una adecuada protección policial y legal, tanto para los refugiados ya reconocidos como para aquellos en la incertidumbre del proceso.
Una mayor transparencia en las decisiones y un acompañamiento efectivo pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte. La historia de Ronald Ojeda subraya la urgencia de un cambio enfoque en la protección de aquellos que han depositado su esperanza en un nuevo comienzo lejos de la adversidad.