EL VENEZOLANO COLOMBIA | LA OPINIÓN
La Universidad Simón Bolívar indagó la situación de 177 venezolanos de bajos recursos que se quedaron a vivir en el Área Metropolitana de Cúcuta después del éxodo migratorio ocurrido en 2015. Entre los resultados de su investigación se conoció que los encuestados en algunos casos han sido cuestionados por salir de su país, sienten frustración por no conseguir lo esperado y, además, se avergüenzan por su condición.
Quien valore la literatura colombiana habrá leído o escuchado hablar de la obra “El síndrome de Ulises”, del escritor bogotano Santiago Gamboa, novela que recreó las experiencias y el drama (basado en la ficción del autor) que viven los inmigrantes latinos más pobres en Francia.
En este libro se da cuenta de los obstáculos que soportan los inmigrantes al llegar a un país desconocido, en el cual se evidencia la indiferencia, la desigualdad, la deshumanización y el irrespeto hacia la dignidad humana que viven los más marginados.
De la obra literaria quedan varias conclusiones, una de ellas es que no se aleja demasiado de la realidad que viven hoy los inmigrantes del mundo, quienes por diversos motivos salieron de su país con la esperanza de encontrar mejores oportunidades, todo esto a pesar de lo común que es el fenómeno de la migración global, en el que numerosos grupos poblacionales resultan, por múltiples razones, desplazados de sus sociedades de procedencia en condiciones indignas de despojo y precariedad.
Ser inmigrante hoy genera un fuerte malestar emocional en quienes han tenido que dejar atrás a su familia y entorno en general; de hecho, el síndrome del migrante, como se le conoce a esta patología, representa un problema psicológico que se calcula, afectaría a millones de personas como consecuencia de las grandes migraciones.
Y aunque migrar es un derecho universal (no es un delito), hay quienes viven esta condición bajo el drama del rechazo, el condicionamiento, la xenofobia y la aporofobia.
Región de migrantes
Históricamente, Colombia, y ahora Venezuela, son países afectados por este fenómeno. La salida de colombianos en 2022 alcanzó la cifra récord de 547 mil emigrantes, reveló el Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, Cerac.
Para el caso de los venezolanos, según la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes (R4V), en América Latina y el Caribe, a febrero de 2023, la cifra de migrantes es de 6.033.396 y el país al que más emigraron fue a Colombia, con 2.477.588, de los cuales Norte de Santander asume una de las posiciones más significativas al acoger a 253.911 y, de estos, en Cúcuta se encuentran 167.678, cifra que refleja que país y el departamento tienen un papel protagónico en la migración.
Migrantes: “frustrados y avergonzados”
Profesores de la Universidad Simón Bolívar, en el marco de una investigación denominada ‘Migración venezolana en el territorio fronterizo de Norte de Santander, Colombia. Subjetividades, tránsitos y devenires’, en una parte del estudio, se dieron a la tarea de leer esta dinámica con el fin de conocer cuáles son las condiciones de los migrantes que se asentaron en el territorio fronterizo, informe que detalla si los venezolanos se sienten aceptados por las comunidades de acogida, si son criticados por su condición, cohibidos de temas sociales o políticos y cómo es su relación con las autoridades y la población en general.
Mediante encuestas aplicadas a 177 migrantes asentados en Norte de Santander, el proyecto arrojó importantes resultados que evidencian las dificultades que siguen teniendo las familias inmigrantes de bajos recursos que se quedaron del lado colombiano de la frontera entre Norte de Santander y Táchira, como la falta de condiciones dignas de habitación, empleo, ingresos familiares, dificultades para enviar remesas, acceso a derechos y, en general, situaciones de adaptación, lo que impide una verdadera integración, de lo cual resultaron datos que revelan que los migrantes de más bajos recursos sienten frustración, incluso, están avergonzados por su condición.
Según Neida Albornoz Arias, líder del grupo de investigación Altos Estudios de Frontera (ALEF) de la Universidad Simón Bolívar y del Centro de Estudios Fronterizos (CIEF), el objetivo fue identificar en los migrantes venezolanos sin doble nacionalidad (venezolana y colombiana), aspectos socioeconómicos y otras variables tales como las sociodemográficas, aspectos culturales y sociales, su condición laboral actual, acceso al ejercicio de derechos y servicios promovidos por el Gobierno y organismos internacionales, a través de un instrumento aplicado a una muestra no probabilística, empleándose la técnica de muestreo bola de nieve, que inició en julio y concluyó en octubre de 2022 en los municipios de Cúcuta, Los Patios y Villa del Rosario y del cual resultan otras conclusiones, además de la identificada.
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Retos de la integración
Por su parte, la directora de la Maestría en Familias de la Universidad Simón Bolívar, Carolina Ramírez Martínez, dijo que se conoció que los inmigrantes encuestados se sienten avergonzados, a pesar de que se sienten más aceptados por la comunidad en la que viven, algunos “porque sienten que les han quitado la dignidad”.
El estudio reconoce los esfuerzos institucionales del Gobierno y de las entidades no gubernamentales internacionales por garantizar políticas, programas y actividades que generen una verdadera integración, no obstante, no todo se ha superado con lo realizado y siguen persistiendo brechas y problemas administrativos que dificultan el acceso a derechos.
Una recomendación de Ramírez Martínez es que se promuevan espacios pedagógicos que inviten a que la ciudadanía en general sea más inclusiva. “Debemos desaprender de lo que conocemos como las culturas locales y reconocer la hibridación cultural, el reconocimiento de la multiculturalidad. Somos ciudadanos del mundo para construir una nueva historia”.
Albornoz Arias señala que los retos de la integración socioeconómica y cultural implican un tiempo, pues van más allá de la regularización: “el Estado colombiano, la sociedad civil, sector privado y la academia deben continuar generando estrategias para procurar una migración ordenada y segura que contribuya con el desarrollo del país”. En Colombia es esperanzadora la referida integración, dado que con Venezuela se comparte historia, cultura y espíritu de hermandad.
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Recomendaciones
Dada la realidad de la migración con vocación de permanencia, reunificación familiar y asentamiento poblacional en los diferentes territorios de Norte de Santander y del país, el estudio considera que es necesario articular procesos de educación en hibridación cultural y ciudadanía global a los territorios de acogida y a la población migrante en procesos de asentamiento, a fin de superar procesos de xenofobia y duelo en los migrantes.
Además, sugiere el fortalecimiento del trabajo comunitario desde lo social, político y económico en los territorios (barrios y asentamientos de la ciudad) a fin de comprender, narrar y construir significados de los cambios culturales y demográficos.
Para las investigadoras, con relación a las dinámicas sociales, se perciben diferentes escenarios de xenofobia que se registran en noticias locales y del país, sin embargo, en la encuesta aplicada se destacan aspectos de importancia que se deben replicar como factor de impulso para los procesos de hibridación cultural como son: la solidaridad, empatía y el reconocimiento como emprendedores y generadores de autoempleo y empleo. Así mismo, se reconocieron como barreras específicas en las cuales se debe unir esfuerzos para impulsar la integración: intolerancia, crítica, limitado acceso a beneficios y tratos despectivos.