EL VENEZOLANO COLOMBIA | VERSIÓN FINAL
La frontera entre Colombia y Venezuela se abrió, por fin, este lunes 26 de septiembre, después de siete años. Con una extensión de 2.219 kilómetros, fue durante mucho tiempo considerada una de las fronteras más vivas y dinámicas de América Latina.
Ahora, ante la reapertura del tránsito vehicular y comercial en los puentes internacionales, la expectativa es grande.
Es un hito político que marca un cambio en las relaciones de ambos países tras un septenio de desavenencias entre Caracas y Bogotá. «El intercambio y la cooperación entre nuestros pueblos reinician con buen pie», dijo el presidente venezolano, Nicolás Maduro.
Y el presidente de Colombia, Gustavo Petro, aclaró que esto es un primer paso en el que «se reanudarán la conexión aérea y el transporte de carga» entre ambos países.
Junto a esta medida, también se han reactivado los vuelos comerciales entre ambas capitales, con precios que oscilan entre 120 y 600 dólares.
Aunque aún es pronto para ver los resultados, estos son algunos de los cambios que puede traer la apertura de la frontera para ambos países.
1. Mejora en el flujo comercial
Este mismo lunes empezó el transporte de vehículos de carga por los puentes internacionales. Hasta ahora nada pasaba, con la excepción de las ambulancias y los carros fúnebres.
«Que se abran los puentes, que se normalice el tránsito vehicular y de carga, que haya relaciones sociales y comerciales entre Cúcuta (departamento Norte de Santander, Colombia) y San Antonio (estado Táchira, Venezuela) va a oxigenar la economía de nuestro país», le cuenta a BBC Mundo Daniel Aguilar, expresidente de Fedecámaras de Táchira hasta 2019 y quien vio cómo el cierre afectó negativamente a la zona.
Desde Colombia se espera, dice Aguilar, que entren algunos insumos como «materiales plásticos y papel sanitario». En cambio, al contrario el flujo será algo menor porque «Venezuela está en desventaja», recoge un reportaje de la BBC Mundo.
Es algo que llevará tiempo. Aún no está claro cuántos camiones empezarán a transitar.
Además, uno de los principales puentes, el de Tienditas, no abrirá aún. «Lo están acomodando. Debería estar arreglado hace años, pero acá [del lado venezolano] ha habido retraso en todo».
Las estimaciones de cuánto dinero puede moverse varían. Aunque, reitera Aguilar, sea menos de lo estimado en principio, «hay que arrancar, porque eso permite la integración intrafronteriza».
2. Freno al contrabando y actividades delictivas
Como dicen los vecinos de la zona, la frontera nunca estuvo cerrada del todo. Es porosa y el tránsito de mercancías y personas siguió por las llamadas «trochas», los caminos irregulares campo y río a través.
Cuando Nicolás Maduro anunció el cierre fronterizo de modo unilateral en agosto de 2015 apuntó como motivo la lucha contra el contrabando, el narcotráfico y los paramilitares. El cierre no ayudó: según las autoridades colombianas, de tres bandas criminales que operaban en la zona aumentaron a 13.
«Hubo una subida de la actividad delictiva con el cierre y aumenta con la migración masiva en 2017 y 2018», cuenta Ronna Rísquez, especialista en crimen organizado.
La apertura puede revertir esto porque, dice, «cuando hay menos restricciones, los grupos armados no tienen opciones de trabajo, ya que florecen en la ilegalidad, con el cierre de la frontera».
Los ministerios de Defensa de ambos países se reunieron el fin de semana para hablar sobre las medidas de seguridad en la zona, aunque no se han dado más detalles. Y esto, además de la apertura, también puede ayudar a rebajar el nivel de crimen, agregó BBC Mundo.
Si bien no cree que estos grupos vayan a desaparecer del todo, sino que «buscarán su reacomodo, otras actividades ilegales o se mudarán de zona», la experta habla de la medida como algo positivo que «debería afectar a esta economía ilegal y es un modo de control».
3. Mejora en el tránsito de personas
Actualmente, unas 30.000 personas al día transitan por los pasos legales entre ambas fronteras, según cifras oficiales.
Tras la clausura por razones políticas, con la pandemia vino un cierre para las personas aún más estricto. Esto se suavizó y se permitió el paso de modo parcial a partir de junio de 2021.
A pesar de esto, el paso sigue siendo restringido y con horarios. Y, como apuntaba Rísquez, ante los controles surge lo ilícito: se calcula que alrededor de otras 30 mil personas pasan diariamente de modo ilegal.
«La otra economía sumergida de los grupos delictivos en la zona es el tráfico de personas y la trata de mujeres cuando pasan la frontera [ya en Colombia]», dice Ronna Rísquez. Un negocio nefasto que es de ida y vuelta, porque también, cuenta, los grupos armados cobran «vacuna» a los migrantes venezolanos que están regresando desde Ecuador, Perú o la propia Colombia.
«La apertura debería favorecer el tránsito más seguro de los migrantes», augura Rísquez.
En el caso de la conocida como «migración pendular», aquellos que hacen vida diaria a ambos lados de la frontera, hasta ahora debían caminar a pie el puente que los lleva a uno u otro lado.
Aunque aún no se ha anunciado la medida, se espera que, tras permitir los vehículos de carga, se abra el paso a los particulares y de transporte de personas.
4. El cambio simbólico
En agosto de 2015, Nicolás Maduro anunció el cierre como parte de una campaña en contra del contrabando, algo que generó una crisis diplomática entre ambos países.
Después hubo varios tiras y afloja en las relaciones y un intento de apertura «ordenada, controlada y gradual» en 2016, con Juan Manuel Santos en el poder en Colombia que no llegó a nada.
Con Iván Duque en el palacio de Nariño, Venezuela hizo un llamamiento a normalizar las relaciones comerciales y diplomáticas entre ambos países, pero este dijo que su gobierno no reconocía a Maduro.
Con la llegada de Gustavo Petro, la tónica cambia. El nuevo presidente colombiano deja claro que uno de sus objetivos es restablecer las relaciones con el país vecino y la reapertura de la frontera para «reactivar unos intercambios que nunca debieron ser suspendidos».
El cambio en las relaciones, que se materializa con esta apertura de la frontera, junto a la proximidad ideológica de ambos gobiernos -que invita a pensar que no habrá tantas tensiones como en años anteriores- hace que haya un clima de expectativa y esperanza entre los comerciantes de la frontera para activar sus negocios.
Algo que puede ayudar, sobre todo, a la mermada economía venezolana.
«Auguramos que la apertura de los puentes sea para bien y para que se comiencen a modernizar las cosas en la frontera. Cuando uno va a Colombia ve un país modernizado. Ve el Táchira y está deprimido y abandonado», sostiene Daniel Aguilar.
Aunque, precisamente por esos históricos tiras y aflojas de ambos gobiernos, así como por la eficacia de las medidas, también hay recelo.
«Hay un problema de desconfianza por lo que la gente ha visto y ve. Aquí en San Antonio la gente se pregunta si esto será de verdad y si sirve. Sería ese un factor importante: ver si hay conciencia y sinceridad en ambos países. Sería positivo que esto conduzca a la recuperación de la legalidad y no en una ‘trocha’ (camino ilegal) más grande».
Por ahora, se abre un camino de cambio. Aunque este no sea de la noche a la mañana.