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Diez años después de la adopción de un Convenio histórico de la Organización Internacional del Trabajo, que confirmó los derechos laborales de las trabajadoras y los trabajadores domésticos, estas personas siguen luchando para que se les reconozca su condición de trabajadores y de prestadores de servicios esenciales.
Han pasado diez años, pero en muchos casos, las condiciones de trabajo no solo no han mejorado sino que se han degradado a causa de la pandemia de COVID-19, indica un nuevo informe de la OIT .
SITUACIÓN MUNDIAL
En el peor momento de la crisis, la pérdida de empleo entre quienes realizan trabajo doméstico fue de entre el 5 y el 20 por ciento en la mayor parte de los países de Europa, y también en Canadá y Sudáfrica.
La situación fue peor en las Américas, pues las pérdidas representaron entre el 25 y el 50 por ciento. En el mismo período, la pérdida de empleo entre otros asalariados fue inferior al 15 por ciento en la mayoría de los países.
Según los datos del informe, los 75,6 millones de trabajadoras y trabajadores domésticos del mundo (el 4,5 por ciento de los asalariados del mundo entero) han sufrido mucho y ello a su vez ha repercutido en los hogares que dependen de estas personas para atender a la necesidad diaria de cuidados.
“La crisis ha puesto de relieve la necesidad acuciante de formalizar el trabajo doméstico a fin de que quienes se dedican a ello accedan al trabajo decente; se ha de comenzar por ampliar y aplicar la legislación laboral y de seguridad social de todas las personas que ejercen el trabajo doméstico.»
EL INFORME DE LA OIT
En el informe se indica que la pandemia de COVID-19 ha empeorado unas condiciones de trabajo que ya eran muy malas. Habida cuenta del déficit de protección laboral y de seguridad social preexistente, la fragilidad ante los efectos de la pandemia se agudizó. Tal es precisamente el caso de los más de 60 millones de trabajadoras y trabajadores domésticos de la economía informal.
“La crisis ha puesto de relieve la necesidad acuciante de formalizar el trabajo doméstico a fin de que quienes se dedican a ello accedan al trabajo decente; se ha de comenzar por ampliar y aplicar la legislación laboral y de seguridad social de todas las personas que ejercen el trabajo doméstico”, señaló Guy Ryder, Director General de la OIT.
Hace diez años, la adopción del emblemático Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos, 2011 (núm. 189) fue aclamada como un importantísimo avance para las decenas de millones de personas que realizan trabajo doméstico en el mundo, buena parte de las cuales son mujeres.