Un profesional venezolano gana hasta 61% menos en Ecuador

• La situación de los venezolanos en Ecuador fue analizada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En el estudio ‘Sectores económicos y cadenas de valor con potencial para la inclusión laboral’, del 25 de marzo pasado se halló que el 48% de los venezolanos que llegó a Cuenca, Manta y Santo Domingo tiene estudios superiores

EV COLOMBIA | EL COMERCIO

La enfermera venezolana Mariela Arroyo, de 47 años, vive en Guayaquil desde el 2017. Ella abandonó su país debido a la crisis económica. Desde el 2015 planificó el viaje, por lo que realizó los trámites para llegar a Ecuador con su título homologado y ejercer.

“Al llegar a Guayaquil en el 2017 pude registrar mi título y como acá se exige un año de rural, lo hice en Morona Santiago”. Desde entonces ha buscado empleo sin éxito. “Tengo más de 10 años de experiencia y pensé que sería valorada”. En Ecuador solo ha tenido trabajos esporádicos como colocar sueros o cubrir guardias médicas. En el 2020 entregó más carpetas porque pensó que, por la pandemia, tendría más opciones, pero no fue así.

La situación de los venezolanos en Ecuador fue analizada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En el estudio ‘Sectores económicos y cadenas de valor con potencial para la inclusión laboral’, del 25 de marzo pasado se halló que el 48% de los venezolanos que llegó a Cuenca, Manta y Santo Domingo tiene estudios superiores. El 73% es graduado en Ciencias Económicas y Administración, Pedagogía, Educación, Ingeniería Mecánica, Eléctrica e Industrial y Ciencias de la Salud. En Guayaquil y Quito, según un estudio similar de la OIT de octubre pasado, 52% cuenta con estudios superiores en las mismas áreas.

Ellos tienen problemas para su inserción laboral en actividades acordes a su formación y nivel educativo, según el estudio. Las limitantes son la carencia de estatus migratorio regular, falta de acceso a capital o medios para emprender, situación del mercado laboral ecuatoriano y xenofobia.

Jairo Rondón, de 39 años, salió hace tres años de Venezuela. Estuvo un año en Colombia y desde hace dos, en Ecuador. Tiene una licenciatura en Ciencias de la Educación, pero no consigue trabajo, pese a que entrega carpetas en colegios y universidades de Cuenca. “He trabajado en limpieza, como delivery, jardinero.

He dado clases a un niño con capacidades especiales. A veces me encargan investigar temas o revisar textos”, dijo Rondón. Así, mantiene a su esposa y dos hijos. “A veces quiero regresar a Colombia, pero busco tener la residencia temporal en Ecuador para mejorar nuestra situación”, dijo Rondón.

En el estudio se identificó que los venezolanos reciben un salario entre un 38% y 61% menor que los ecuatorianos con el mismo nivel educativo. Según la OIT, en Ecuador el trabajador en situación de movilidad humana goza de los mismos derechos, deberes y beneficios que el nacional. Para la Asociación Civil de Venezolanos en Ecuador, existe desconocimiento, tanto de los empresarios sobre los derechos de los extranjeros, como de los migrantes y refugiados sobre cómo hacer valer sus derechos.

“Esto permite que se presenten abusos laborales como, por ejemplo, el incumplimiento de pago de las horas extras, retrasos en los pagos”. Según Gabriel Recalde, director del Observatorio de la Política Laboral, la subutilización del personal calificado afecta a la productividad del Ecuador.

Pero destacó que ahora el mercado laboral tiene sobredemanda de empleo, por lo que se complica que el extranjero encuentre trabajo. Recalde dijo que para que estos extranjeros accedan a un mejor trabajo es necesario regular su contratación laboral en el Código del Trabajo, y que así pueda ser legalizado.

El médico venezolano Francisco Montes llegó a Ecuador en el 2015. En ese año homologó sus títulos de cirujano y anestesiólogo. “Pero ahora es difícil porque se exige el récord quirúrgico, que en Venezuela es muy complicado conseguir. Otro papel que demora es el de continuidad laboral, que detalla toda la vida aca­démica y laboral”.

Para Montes, quien es jefe del centro quirúrgico del Hospital Gustavo Domínguez, en Santo Domingo, la falta de esos documentos ocasiona que sus compatriotas acepten trabajos con pagos irrisorios. Con él coincidió Arroyo. Ella desistió de buscar trabajo y abrirá en mayo un local para ofrecer sueroterapia y plasma. Por ahora, su hijo, que vive en Venezuela, le envía dinero para el arriendo y la comida. “Él me dice que no desmaye”.

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