CineMestizo, el Netflix venezolano

• Esta plataforma de streaming ideada por dos venezolanos en el exterior espera ofrecer el catálogo más completo de cine hecho en el país, rescatando el patrimonio fílmico perdido

EV COLOMBIA | CINCO8

Esta es una historia de frustración convertida en logro. De algunos intentos fallidos para producir festivales de cine venezolano en otros países y de la pandemia, que hizo que todo evento se volviera digital, nació hace meses la plataforma CineMestizo, ideada por Daniel Ruiz (en Madrid) y An Rodríguez (en Nueva York).

Hasta la fecha CineMestizo registra, por día, 18 visitas en su página web y 12 compras. La película más vista es el documental Once Upon a Time in Venezuela (2020) de Anabel Rodríguez, que anda en campaña para aspirar a la primera nominación en la historia a los premios Oscar. Entre las más vistas también están Papita, Maní y tostón (2013), de Luis Carlos Hueck, y La noche de las dos lunas (2018), de Miguel Ferrari.

Por ahora, CineMestizo es una plataforma VOD (Video on Demand), lo cual quiere decir que su modelo de negocio es alquilar durante 72 horas las películas de forma individual. Cada uno de los 44 films disponibles cuesta entre 1,85 y 3 dólares y se pueden pagar con tarjetas Mastercard, Visa, American Express y PayPal, ya que el público meta son los venezolanos en el exterior. Los precios los fija el director del largometraje, aunque las películas más antiguas suelen venderse a 1,85 y las más recientes a 3 dólares.

La plataforma se puede ver en cualquier parte del mundo, solo se necesita tener internet y poder pagar por el consumo. Hasta el momento se apunta al público venezolano, o a todo aquel que entienda español, pues las producciones no tienen subtítulos. Por el momento eso no es una prioridad para los administradores de la plataforma, pues supondría una inversión que no están en capacidad de hacer todavía.

SALTANDO OBSTÁCULOS

Tras su lanzamiento, hace cuatro meses, la plataforma enfrentó varios problemas y tocó hacer un cambio de proveedor. Además, hicieron un esfuerzo adicional para que en la plataforma se pudiera pagar en bolívares.

Daniel Ruiz, que es gestor cultural, comenta que muchos directores y productores desconocen el paradero de sus obras, por lo que se han visto en la obligación de buscar como sabuesos varias películas: “No son solo películas de 1940 las que están perdidas, el problema del resguardo de nuestro patrimonio fílmico es más grande.

No hay copia de El pez que fuma (1977) de Román Chalbaud, pero tampoco de películas estrenadas este siglo. Según información que manejo a distancia, el depósito de la Cinemateca Nacional, que era un espacio refrigerado para que las películas estuvieran en buen estado, ya no existe. Pero esta situación no es solo responsabilidad de la falta de instituciones en el país, sino también de los mismos cineastas. He pedido películas de hace 10 años y me contestan que no tienen ni idea de dónde están sus películas. Los venezolanos han tenido otras prioridades antes de conservar”, explica Ruiz.

En los próximos meses prevén agregar 12 películas más a las 44 ya disponibles. Ruiz destaca que en esa docena de contratos que se realizan, solo se aseguran los derechos de autor para que la plataforma ofrezca su película, pero en muchos casos los mismos realizadores no garantizan que puedan conseguir el material y enviarlo a la plataforma.  

UNA INCONFORMIDAD PRODUCTIVA

Daniel Ruiz tiene siete años viviendo en España y desde que llegó ha intentado organizar festivales de cine venezolano en Madrid, pero no lo logró hasta mayo de este año, cuando le dieron el sí para organizar la primera edición del Festival de las Artes Venezolanas, en la Sala de la Academia de Cine. El encuentro que iba reunir artes plásticas, gastronomía y cine tuvo que cancelarse por la pandemia de covid-19.

“Siempre estuve involucrado con la gestión cultural y organicé festivales y otros eventos en Caracas, por eso siempre digo que CineMestizo nace de la frustración y de la inconformidad”, comenta.

Cuando se canceló el Festival de las Artes Venezolanas tuvo una conversación con el también venezolano An Rodríguez. Este, desde Nueva York, le propuso montar una página “tipo Netflix” en la que se subieran películas venezolanas y cobrasen por la reproducción.

Ruiz y Rodríguez se conocen desde la infancia. Su amistad, que dura más de 30 años, hoy se convierte en un proyecto de rescate financiado por ellos mismos y surgido de un interés compartido relacionado con sus oficios: Ruiz como productor y gestor cultural, Rodríguez como programador e informático.

El equipo está conformado por cinco personas (los dos fundadores más diseñadores y administradores de redes) , y este trabajo no es una fuente de ingreso para ninguna de ellas. Ruiz me dice que hasta ha habido momentos en los que le ha dedicado más tiempo del que debiera a la plataforma, y agrega: “Yo espero que otras cosas salpiquen a esta idea. Podemos mutar, aunque nos queremos quedar en el cine y eso es lo que nos diferencia de otras plataformas”.

Cuando habla de las salpicaduras se refiere a la creación de festivales en vivo cuando eso sea posible, y a aliarse con otras instituciones que permitan encuentros virtuales para promoverse y que más personas paguen por ver las películas. Un ejemplo es el segundo Festival de Cine de Derechos Humanos Miradas Diversas, organizado por la Unión Europea en Venezuela, Circuito Gran Cine y Provea. En este festival estrenó Once Upon a Time in Venezuela (2020). Eso ha hecho que estrenar películas sea interesante para la plataforma. 

Ahora no tenemos el músculo necesario para que un cineasta prefiera estrenar con nosotros y no en una sala de cine, pero esa es una de nuestras metas: llegar a una cantidad de suscriptores que haga que los productores y directores vean como un buen negocio estrenar aquí, y que lo sea también para nosotros. Hoy se dan 18 visitas diarias y 12 compras, que no es mucho, pero es lo que esperábamos. Esto es un maratón, Netflix empezó a ser una empresa exitosa después de diez años, estos proyectos cuesta sacarlos adelante. Pero todos los obstáculos los iremos solucionando hasta llegar a todos esos venezolanos que viven en el exterior”, cuenta Ruiz.  

Rodríguez, por su parte, explica: “Nadie se ha planteado esto como un negocio para hacernos millonarios, pero evidentemente no lo podremos mantener siempre de nuestro bolsillo. Hay que equilibrar el aporte cultural que queremos hacer con la posibilidad de ganar dinero. A mí me encanta ser una plataforma que exhiba el cine venezolano a todo aquel que pueda conectarse por internet, pero también debemos entender que las películas que están allí son dadas por los directores y productores para tener alguna retribución económica. Aunque el motivo principal sea el amor al arte, siempre quieres recibir algo por tu esfuerzo”. 

Continúa: “Daniel y yo hemos conversado muchas veces que CineMestizo es algo que debemos hacer que le queremos ofrecer a la gente, y aunque no se convierta en una fuente de ingreso principal de nuestras vidas, debemos lograr que se mantenga”. 

REDESCUBRIR NUESTRO CINE

Convertirse en el catálogo más completo de cine venezolano es el objetivo principal de CineMestizo, y esto también implica convencer a los mismos venezolanos de que no solo son películas de “barrios y malandros” y de que hay buena producción cinematográfica en el país.

A este objetivo se le suma el interés por el público venezolano fuera del país, según Ruiz los migrantes desarrollan un mayor interés en lo que dejaron atrás, pues extrañan lo que antes era común pero que no les llamaba tanta atención. En resumen, apuestan a la nostalgia.

Hasta la fecha han sido la “película de la semana” Se solicita muchacha de buena presencia y motorizado con moto propia (1977), de Alfredo Anzola; Golpes a mi puerta (1994), de Alejandro Saderman; La Virgen Negra (2008), de Ignacio Castillo Cottin; Azul y no tan rosa (2012), de Miguel Ferrari; El Malquerido (2015) de Diego Rísquez; Cien años de perdón (2016), de Daniel Calparsoro; Papita, Maní y Tostón 1 y 2 (2013 y 2017); y La corte malandra (2019), de Jackson Gutiérrez.

En CineMestizo también quieren tener copias de la mejor calidad posible de las películas más antiguas, y lo harían usando inteligencia artificial, que permite ver en HD un film de 1977, por ejemplo. “La restauración con inteligencia artificial es totalmente factible, aunque claro, una película de hace cincuenta años, restaurada, no va a quedar como algo grabado ahora, pero sí se puede mejorar mucho la calidad”, asegura Rodríguez. También dice que ya se ha trabajado en restauraciones más sencillas, como eliminar el ruido, y que las tecnologías usadas para la restauración irán siendo más complejas según los intereses. 

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