VOA | EV COLOMBIA
Cerca de dos millones de migrantes venezolanos pasaron esta Navidad en Colombia, la mayoría de ellos, lejos de sus familias. Desde la distancia celebran sus tradiciones, en su “Noche Buena” no faltaron las tradicionales hallacas, que por décadas han acompañado la cena navideña de los venezolanos.
A pesar de celebrar, el dilema de las familias venezolanas es notorio. En su cena navideña le hacen falta muchos de sus seres queridos. Por eso sus sonrisas en la “Noche Buena” esconden un profundo vacío.
Para Luis Alfredo Calderón, migrante venezolano que se encuentra radicado en Bogotá, Colombia, le parte el corazón estas fechas cuando se le viene a la mente el recuerdo de su nieta, Antonella, a quien tuvo que dejar en Venezuela para salir en busca de mejores oportunidades que en su tierra natal ya no encontraba.
«Me faltan mucho mi hija Tairisiya y mi nieta Antonela. Me duele mucho que no estén”, dice con lágrimas en su rostro Luis Alfredo Calderón, mientras recuerda a sus seres queridos.
SEPARACIÓN Y NOSTALGIA
Luis Alfredo pasará esta Navidad en Colombia junto a su esposa y uno de sus hijos. Pero para estas fechas de Navidad llegan las lágrimas ocasionadas por el recuerdo que le traen su hija y nieta, que por la crisis política y social del país sudamericano hoy los tiene separados a ellos y a millones de familias.
«Gracias a Dios tengo trabajo, hambre no vamos a pasar con los que ando, la mujer y mis hijos. Creo que sí alcanza para hacer unas hallacas”, dice Luis.
Y con la esperanza de que algún día puedan retornar y reunirse, esta familia de venezolanos celebró en su cena navideña un viaje por el mundo de olores y sabores propios de su natal Venezuela.
«Lo bonito de hacer la hallaca en familia es que cada integrante tiene un rol. Uno limpia la hoja, otro la corta, otro la envuelve, otro hace la masa, otro la extiende y eso es lo bonito porque cada quien se coloca en un sitio para seguir paso a paso el proceso”, cuenta Yosmary Coromoto, madre migrante venezolana.
Entre nostalgia y entusiasmo se arregló la mesa. Las especias de la hallaca, las luces y los adornos navideños hicieron la noche un poco más amena y las ilusiones más fervientes.
“Pidiéndole a Dios, a Jesucristo, que pronto estaremos nuevamente juntos, a mi nieta que la amo muchísimo, es la primera Navidad que voy a pasar sin ti mami, te amo, te guardaremos tu regalo para cuando nos volvamos a ver», contó Yosmary Coromoto.
REFLEXIONES Y AGRADECIMIENTO
La celebración también dejó espacio para la reflexión. Pues si bien hay bendiciones que agradecer y sueños que perseguir, también son muchas las dificultades de vivir en un país que aunque les abrió las puertas, no es el suyo.
“He tenido que acostumbrarme a muchas cosas, ya no tengo las mismas amistades, no conozco tanta gente como allá. No tengo amigos de la infancia, no hay como esa amistad, esa tradición de allá, me faltan muchas cosas que acá no he podido tener”, afirma Luis.
En la mesa tampoco podía faltar el tradicional pan de jamón y un vino para brindar por el futuro de su hija y de su nieta.
“Desearle que la esté pasando bien, que sea feliz, que me cuide mucho a mi nieta, a quien adoro, mientras esté vivo pelearé por ella y las aspiraciones aquí, es conseguir una casa, un apartamento en Bogotá para traerlas”, explicó Luis.
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