El rechazo a la violación de una niña indígena por siete soldados del Ejército colombiano se volcó a la calle en Bogotá donde unas 300 personas protestaron contra la violencia que se ha ensañado este año especialmente con las mujeres y los líderes sociales.
«La violación de la niña embera, ¡la denunciamos, la denunciamos! Denunciamos al Ejército violador, ¡lo denunciamos, lo denunciamos! Exigimos los derechos de las mujeres, ¡lo exigimos, lo exigimos!», gritaban los manifestantes que alzaban antorchas y pancartas.
La manifestación fue convocada un día después de que al menos cien personas se plantaran frente al Cantón Norte, la principal unidad militar de Bogotá, para rechazar la violación de la menor de 12 años del pueblo embera-chamí, abusada sexualmente hace diez días en el departamento de Risaralda (centro).
«El pueblo apoya a los rebeldes», «Los verdaderos héroes no son violadores ni asesinos» o «La Policía no nos cuida, nos cuida la primera línea», decían en referencia a un grupo de los propios manifestantes algunos de los mensajes escritos en carteles con los que el grupo avanzó por la Autopista Norte de la capital.
Estas movilizaciones ocurren en momentos en que la conducta de miembros del Ejército es cuestionada por denuncias de abuso sexual, asesinato de civiles, espionaje y corrupción, por lo que diferentes sectores piden a la justicia que el caso de la niña no quede en la impunidad.
«Levantamos nuestra voz en contra del terrorismo de Estado y de las fuerzas represivas, violadoras y asesinas #ElEncierroNOmeCalla», manifestó el movimiento político y social Congreso de los Pueblos.
LA MARCHA DE LOS INDIGNADOS
Aunque la movilización fue convocada para condenar el caso de abuso sexual contra la menor indígena, a la misma se sumaron colectivos de transportistas, empleados del sector turismo y otros afectados por la parálisis de la actividad económica causada por la pandemia de coronavirus.
A la manifestación de juntaron también pequeños grupos que protestaban por motivos tan distintos como la llegada a Colombia de asesores militares de Estados Unidos para lucha contra el narcotráfico o contra el asesinato del afroamericano George Floyd.
Otros se expresaron en contra del asesinato de líderes sociales que ascienden a 150 en lo corrido de este año, según cifras del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz).
«Alto a la guerra contra el pueblo. Revolución, nada menos», se leía en otra pancarta que alzaba un grupo de jóvenes, mientras gritaban que lo que se vive en Colombia no es una democracia.
A la protesta también se sumaron colectivos y organizaciones indignados por la crisis económica generada por la pandemia del coronavirus que ha dejado millones de personas sin empleo desde que inició la emergencia sanitaria a mediados de marzo.
Este martes el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) informó que el desempleo en Colombia alcanzó en mayo un récord del 21,4 % como consecuencia del parón económico causado por la pandemia de COVID-19, resultado que supone la pérdida de 4,9 millones de puestos de trabajo.
Aunque muchos de los protestantes ignoraron las medidas sanitarias recomendadas para evitar posibles contagios de coronavirus, como el uso de mascarillas y el distanciamiento físico, la manifestación transcurrió de manera pacífica.