El Venezolano Colombia | El Tiempo
Carlos Álvarez es un ciudadano venezolano de 36 años que lleva tres años radicado en Colombia. Llegó a Bogotá con su esposa y su hijastra, y los tres se dedicaban, antes de la cuarentena, a lavar –de manera ecológica, dice– carros en los parqueaderos de algunos centros comerciales.
El dinero que hacían en el día era apenas suficiente para pagar la noche en una habitación en el sector de Santa Fe, y para comer. Sin embargo, con el aislamiento se acabó el trabajo y ayer fueron sacados a la calle.
Ante esta situación, el secretario de Gobierno, Luis Ernesto Gómez, salió a aclarar que estos desalojos están prohibidos. “Durante la cuarentena, los hostales ‘paga diario’ no podrán desalojar a usuarios en condición de vulnerabilidad por el no pago del hospedaje (art. 6, decreto 93)”, precisó el funcionario en su cuenta de Twitter.
Carlos y su familia fueron unos de los cobijados con esta medida, pero denuncia que muchos continúan en las calles y que ayer en la tarde sacaron a más gente. En Bogotá, según Migración Colombia, hay unos 352.431 venezolanos, el 19,9 % del total que hay en Colombia.
Están acá unas 80 personas en la calle 22 con carrera 17, estamos viviendo de las donaciones que nos han dado algunas personas”, describió su situación Carlos, quien dijo que por ahora requieren alimentos y pañales para bebés.
Este escenario plantea un enorme desafío para las autoridades de la ciudad y migratorias, ya que estas personas ya protagonizaron esta semana algunos desmanes en el centro de la ciudad cuando acudieron en masa, y engañados, a reclamar unos supuestos subsidios.
Martha Varón, presidenta de la fundación Venezolanos por Decisión, dice que la situación de la población migrante en Bogotá es “gravísima”, por cuanto son unas personas que en un 80 por ciento viven del día a día, en las calles con sus familias pidiendo plata o como vendedores de dulces, tintos, limpiando viviendas o incluso ejerciendo la prostitución.
A pesar de esa condición, según Varón, ni de las autoridades distritales ni nacionales están recibiendo mayor ayuda en la actual coyuntura.
El riesgo, dice, es que estos migrantes tienen que salir a la calle a rebuscarse el día a día y esa situación puede crear un problema sanitario para ellos mismos y para los demás ciudadanos.
“Si nosotros estamos confinados y ellos están deambulando por las calles, no estamos haciendo nada. Nos preocupa que no vemos una política de Estado para atenderlos en esta emergencia”, afirma. Ante esto panorama, Varón dice que hay venezolanos que están solicitando como alternativa para resolver su problema que les proporcionen buses para regresar a su país.
“Si no tienen comida acá y no tienen techo, prefieren irse para su país a morir de hambre, pero con su familia y debajo de un techo. Esa es la realidad”, insiste.
Varón considera que otra posibilidad es que se creen una especie de campos de refugiados, en coordinación con las autoridades, ONG y los mismos migrantes, donde ellos puedan organizarse y permanecer durante la emergencia sanitaria por coronavirus.
La líder de la ONG que lleva diez años en el país, advierte igualmente que la situación se ha agravado también porque los comedores del Distrito fueron cerrados y muchos iban a esos sitios.
Sobre las mujeres que ejercen la prostitución y que alquilan habitaciones bajo la modalidad de paga diario, señala que no solo las están desalojando, sino que además no han tenido dónde dejar a sus hijos y ahora deben tenerlos con ellas en un ambiente que no es sano para ellos.
“Antes de la emergencia, algunas tenían la posibilidad de llevar a sus niños a albergues de la Alcaldía, pero todo eso está parado. En esta administración no han retomado estos temas, no hemos visto una política clara para los venezolanos”, asegura Varón.
De acuerdo con ella, este es un momento “dramático” y que básicamente la ayuda que reciben proviene de algunas ONG internacionales que han donado mercados y recursos para sostener albergues en Soacha y en el área metropolitana, pero estos sitios ya están colapsados y por la pandemia no están recibiendo más personas.
Otros casos
Pero como estos migrantes en condición de vulnerabilidad, hay otros cuya situación no es tan crítica y están tratando de sobrevivir la cuarentena. Paola Martínez, una mujer que en su país era policía y acá vive de vender accesorios para celular en las calles, cuenta su historia.
“Gracias a Dios tenía algo de dinero ahorrado y con eso estoy sobreviviendo, esperando que acabe todo, esperando que no se extienda mas la cuarentena”, explicó. Ante la posibilidad de irse a Venezuela, dijo que no es una opción.
“No he logrado los objetivos para irme y no puedo regresar sabiendo que hay un virus maligno por allí, es mejor prevenir y tener fe que todo esto pasará con el favor de Dios”, con tó y añadió que un mercado, o un alivio para el pago del arriendo donde vive, sería la ayuda que requeriría.
La Secretaría de Integración Social explicó que en la cuarentena Nacional, “lo que se acordó es que el Gobierno Nacional estará al frente de las atenciones. Nosotros apoyaremos con alimentación, pero todo es gestionado por el Gobierno Nacional”.
También informaron que durante el simulacro del fin de semana atendieron a 40 venezolanos en Maloka, un hogar de paso de atención humanitario de migrantes que queda cerca al terminal del Salitre. Durante el simulacro, esas personas estuvieron cumpliendo el aislamiento allí.
También se publicó la Circular Conjunta n.° 1 entre las secretarías de Integración Social, Salud, Seguridad, Hábitat, Mujer, y el Idiger, que da las orientaciones “para la implementación y funcionamiento de alojamientos temporales para cumplir la medida de aislamiento social”.
Estas entidades deberán garantizar estos albergues a comunidad en condición de vulnerabilidad como madres gestantes, niños y niñas, adultos mayores, personas en condición de discapacidad, habitantes de calle, trabajadoras sexuales, vendedores informales, quienes viven en paga diarios, entre otros.