El reciente impasse surgido por la manera como se procedió a cesar en sus funciones a Humberto Calderón Berti y la consecuente rueda de prensa e intervenciones, dejan traslucir la falta de consistencia del frente opositor.
Sean cuales fueran las razones que condujeron a una ruptura en la representación de Guaidó en Colombia, no viene al caso en la lucha que todos debemos emprender para darle punto final a esta insostenible situación, que de no lograrse podría incrementar el éxodo venezolano hasta la alucinante cifra, según algunos especialistas, de hasta 10 millones de compatriotas.
¿Que se ha podido manejar mejor, de parte y parte el incidente? Eso es evidente, pero lo que no tiene sentido es convertir el tema más en parte de una lucha fratricida sin sentido, porque en vez de acercanos a una eventual solución nos aleja inexorablemente de ella, y sin quererlo alimentamos la ya copiosa dialéctica del régimen que encuentra motivos de máxima satisfacción al argumentar y exponenciar las divergencias existentes en el mundo opositor.
Mientras sigamos en esto lo único que lograremos es darle oxígeno al régimen. Que es hora de rectificar, es obvio, pero no solo un sector sino todos los que conforman el multiespectro político y social opositor. O cambiamos o perecemos.