
Hoy, en el Día del Médico, rendimos homenaje a esos héroes anónimos que, con estoicismo, sacrificio y una inquebrantable vocación de servicio, dedican su vida a salvar la de otros. En Venezuela, ser médico es mucho más que una profesión: es un acto de entrega absoluta, un apostolado de valentía y humanidad.
Nuestros médicos trabajan sin insumos, sin hospitales adecuados, sin infraestructura ni medicamentos, y aun así, no claudican. Con sus manos, su conocimiento y una voluntad inquebrantable, desafían la adversidad para cumplir con el sagrado deber de sanar. Son guardianes de la vida, ejemplos de resistencia, fe y amor al prójimo.
La historia de la medicina venezolana está escrita con el legado de insignes hombres y mujeres que marcaron un antes y un después en el arte de curar. José Gregorio Hernández, hoy santo, es el símbolo de la compasión y la ciencia al servicio de la humanidad. Rafael Rangel, pionero de la microbiología; Luis Razetti, reformador de la medicina moderna en el país; Enrique Tejera Guevara, investigador y creador de Vacunas, pilar de la salud pública; y Francisco Convit, luchador incansable contra la lepra, son apenas algunos de los nombres que han engrandecido nuestra historia.
Más allá de nuestras fronteras, brillan médicos venezolanos que, con excelencia y compromiso, han dejado huella en prestigiosas universidades, hospitales y centros de investigación en el mundo, llevando consigo el nombre de Venezuela con orgullo y honor.
A todos los médicos, dentro y fuera de nuestra patria, les expresamos hoy nuestro más profundo respeto, gratitud y admiración. Que su ejemplo nos inspire a todos a construir un país donde la salud sea un derecho y no un privilegio, y donde su entrega encuentre el reconocimiento y apoyo que merecen.
¡Feliz Día del Médico! Que Dios los bendiga y siga iluminando su camino de servicio y amor a la humanidad.