Los seis albergues de Ipiales, Nariño, no dan abasto para atender a las familias de migrantes que a diario llegan al puente de Rumichaca con la expectativa de la reapertura de la frontera hacia la población ecuatoriana de Tulcán. La Alcaldía municipal propone un corredor humanitario para la reunificación de familias que están entre Colombia, Ecuador y Perú. Así es el drama que viven en la zona.
En el puente internacional de Rumichaca, a 3 kilómetros del municipio de Ipiales (Nariño), se ve una larga hilera de carros con placas de Ecuador esperando para cruzar hacia Colombia. Como su moneda es el dólar, que está alrededor de los 3.400 pesos colombianos, su poder adquisitivo es más grande en este país. Vienen a Ipiales y Pasto usualmente a hacer mercado, comprar electrodomésticos y otros bienes que les salen mucho más baratos. Para ellos, la frontera está abierta.
Frente a esos carros, en la carpa instalada por cooperación internacional para los venezolanos migrantes, hay cientos de ellos que están sentados o durmiendo en el piso esperando que en algún momento les abran la frontera para cruzar hacia Ecuador. A diferencia de quienes viajan en los carros, ellos no tienen el dinero para comprar enseres en este país, más del 80 % solo quieren pasar para reunirse con sus familias en Perú y Chile, y no tienen la intención de quedarse en Ecuador, de acuerdo con Migración Colombia.
“Estoy preocupada porque voy para Perú. Mi familia está allá y tengo visa peruana, pero no me dejan ingresar. Si voy a estar menos de 24 horas en Ecuador, no veo por qué no podría pasar sin visa”, contó Yennys, una mujer de 49 años que viene desde el estado de Bolívar en Venezuela. Llegó el 27 de agosto al puente de Rumichaca, pero ya era tarde. No la dejaron cruzar.
Desde las 00:00 del 26 de agosto, el presidente ecuatoriano Lenín Moreno decretó que los venezolanos solo podían pasar con el pasaporte, una visa que les cuesta US$50 y un certificado de antecedentes judiciales apostillado por las autoridades venezolanas. Tomó esta medida como una forma de regularizar la entrada de migrantes venezolanos a su país.
En el puente de Rumichaca varios decían: “Si no tengo para un tiquete de bus o para comprar algo de comer para mi familia acá, ¿de dónde voy a sacar para devolverme y pagar esos US$50?”. El salario mínimo en Venezuela equivale actualmente a US$2. Eso no les alcanza ni siquiera para comprar una cubeta de huevos en su país. Lo poco que ahorran lo utilizan para transportarse desde Venezuela a ciudades de Colombia o para cruzar a otros países, como Perú, Chile o Brasil.
Yennys tenía pensado llegar el 25 de agosto a Ipiales para cruzar la frontera sin problema, pero un derrumbe entre San Cristóbal y Cúcuta demoró su trayecto tres días más. Aun así, llegó a Ipiales con la esperanza de cruzar para ver de nuevo a su hija de tres años, que vive en Perú, porque los rumores de que abrirán la frontera son constantes.
Solo el fin de semana del 24 de agosto, Migración Colombia atendió a 11.000 venezolanos que cruzaron hacia Ecuador antes de que rigiera el decreto. Según la Alcaldía de Ipiales, cerca de 1.000 migrantes se quedaron en el lado colombiano después de que Ecuador cerrara su frontera. Los seis albergues que funcionan en este municipio atendieron el primer día a 700 personas y 300 se quedaron en la carpa que funciona en el puente de Rumichaca.
El 2 de septiembre se atendió en promedio a 457 venezolanos en los albergues y 300 se quedaron en la carpa. “Más o menos tenemos identificadas a 750 personas que no quieren irse porque tienen la expectativa de que abran la frontera, pero ¿qué se hicieron los otros 300? Se fueron por los pasos ilegales o se han regresado a otras ciudades de Colombia”, dijo Miriam Martínez, gestora social de la Alcaldía de Ipiales.
“Creemos que la salida es un corredor humanitario que permita garantizar el derecho universal a la reunificación familiar. En eso les estamos insistiendo bastante al Gobierno Nacional y a las autoridades ecuatorianas”, agregó.
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