Venezuela: el liderazgo opositor en manos de una mujer de derecha | Por: Ronal Rodríguez

➦ El autor es investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario y coordinador del Radar Colombia Venezuela en alianza con la Fundación Konrad Adenauer

A lo largo de los 25 años de la Revolución Bolivariana, desde la victoria en las presidenciales de 1998, el chavismo ha promovido la narrativa de que se enfrenta a la derecha venezolana.

Un discurso con el cual Hugo Chávez y su heredero político Nicolás Maduro supuestamente defienden al pueblo venezolano de unos “malos”: los de la derecha, de sus aliados y de sus perversos intereses. Pero ninguna de las oposiciones que han enfrentado al chavismo fue realmente de derecha.

El espectro político de Venezuela es más de izquierda. Los partidos tradicionales Acción Democrática (AD) —social demócrata— y COPEI —demócrata cristiano—, o los más recientes Un Nuevo Tiempo —escisión territorial de AD— y Primero Justicia (PJ) —escisión generacional de COPEI— son más de centro, o incluso Voluntad Popular (VP) y su líder Leopoldo López formalmente son parte de la Internacional Socialista, aunque en los últimos años han estado coqueteando con Vox en España, los republicanos de Trump en Estados Unidos y el Centro Democrático en Colombia.

NO SON PROPIAMENTE LÍDERES DE DERECHA

Henrique Salas Römer, Francisco Arias Cárdenas, Manuel Rosales, Henrique Capriles Radonski y Henri Falcón —los candidatos de la oposición a lo largo de la hegemonía chavista— no son propiamente líderes de derecha. Salas Römer y Rosales son liderazgos territoriales que lograron trascender a lo nacional en contraposición a los partidos tradicionales AD y COPEI.

Arias Cárdenas y Falcón son escisiones en las filas del chavismo, y Arias Cárdenas es el embajador del régimen de Maduro en México. Por su parte el “flaco”, Henrique Capriles, quizás el único con capital político propio y el líder de Primero Justicia (PJ) enfrentó en las urnas, en 2012, a Hugo Chávez y, en 2013, a Nicolás Maduro, con un discurso social que acogió al chavismo desencantado. Ninguno de ellos podría ser calificado realmente de derecha, sus ofertas políticas se mueven entre la izquierda y el centro.

GUAIDÓ

De otro lado, el subordinado Juan Guaidó es un hombre de partido que proviene de Voluntad Popular (VP), pero es cabeza visible del denominado G4, coalición política que reunió a los principales partidos que le arrebataron el control de la Asamblea Nacional (el parlamento venezolano) al chavismo en 2015. El G4 está conformado por Acción Democrática, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular.

Si bien VP y Leopoldo López en los últimos años han encontrado apoyo en la derecha internacional, Guaidó y su fugaz paso por la presidencia encargada estaba subordinado a la coalición partidista y esta orbitaba en la centro izquierda.

LIDERAZGO DE DERECHA

Hoy por primera vez el chavismo se enfrenta a un liderazgo de derecha. María Corina Machado, con el 92,35 % de los votos de la consulta opositora, se convierte en la lideresa indiscutible de la oposición venezolana.

Una mujer de derecha que proviene de una organización social de monitoreo electoral, convertida en política en 2010 al lograr un escaño en la Asamblea Nacional, quien adquirió reconocimiento internacional al interpelar el discurso del presidente Chávez en enero de 2011. María Corina es una mujer de principios y posiciones firmes, que raya en el radicalismo.

En 2014, junto a Leopoldo López y Antonio Ledezma, buscaron la salida constitucional de Nicolás Maduro exigiéndole la renuncia, en un movimiento conocido como “la salida”. María Corina fue inhabilitada desde 2015 por la Contraloría General de la República, inicialmente por un año, pero después de las maromas del régimen y sus aliados se fijó la inhabilitación en 15 años.

María Corina Machado es proclamada candidata opositora a la Presidencia de Venezuela.
María Corina Machado es proclamada candidata opositora a la Presidencia de Venezuela.Foto: EFE – Miguel Gutiérrez

Machado es de derecha, pero no de la derecha delirante de Jair Bolsonaro en Brasil, Donald Trump en Estados Unidos, María Fernanda Cabal en Colombia o Javier Milei en Argentina. Es una mujer de derecha más estructurada, con un discurso político y económico dentro de los cánones de la filosofía política liberal, que propone temas tan espinosos en Venezuela como la privatización de PDVSA (la empresa estatal petrolera), algo impensable en el pasado pero que hoy es quizás una de las pocas posibilidades que tiene el hermano país para explotar sus abundantes recursos petroleros antes del cambio de la matriz energética.

Machado es una mujer tecnócrata en lo administrativo, conservadora en materia de derechos y profundamente religiosa. En Colombia su aliada más importante es la exvicepresidenta y excanciller Marta Lucía Ramírez, aún ahora que muchos se arrogan cercanía.

El discurso fuerte contra el régimen de Maduro y su temperamento han hecho de María Corina Machado una mujer intransigente con quien es difícil negociar y llegar a consensos, algo que es fundamental en política. Incluso en las anteriores elecciones primarias en 2012, cuando obtuvo solo el 3,81 % de los votos, en las negociaciones posteriores de la coalición opositora que acompañaría a Capriles contra Hugo Chávez, exigía una posición protagónica que no se ajustaba con su caudal electoral.

SISTEMA MACHISTA

Una de las pocas mujeres que han logrado protagonismo en un sistema político tan machista como el venezolano, particularmente en la oposición, desde Irene Sáez, exalcaldesa de Chacao y ex Miss Universo, quien enfrentó a Hugo Chávez en la primera elección. Un elemento no menor en una contienda electoral como la que se aproxima en Venezuela el próximo año.

Machado no es una mujer de partido. En un país con una tradición partidista tan importante como Venezuela, ella no tiene la estructura ni la maquinaria de un partido apoyándola. Por el contrario, Vente Venezuela es una organización personalista erigida en torno a ella, no se reconoce ni identifica a un segundo o tercero de a bordo en su movimiento que pueda llegar a reemplazarla o cubrirla si la situación lo requiriera.

Esto es nuevo en el contexto opositor, que, a diferencia del personalismo chavista, siempre ha pugnado por un liderazgo colegiado y partidista. Incluso las mayores victorias de la oposición se han gestado desde el trabajo colectivo y la unidad entre diferentes.

María Corina goza de un alto reconocimiento internacional, con simpatizantes en varios países y una voz que después de la consulta opositora no solo concentrará el liderazgo en el interior de Venezuela sino también en el de la diáspora venezolana. Los más de 7,7 millones de venezolanos que se han visto obligados a salir por la compleja emergencia humanitaria en que el chavismo y sus políticas hundieron al hermano país serán fundamentales en la contienda electoral de 2024.

El régimen de Maduro hará todo lo posible para evitar la participación política de los venezolanos en el exterior, tratará de negar los derechos políticos de la diáspora y muy seguramente será muy pequeño el número de aquellos que puedan participar electoralmente, pero la política es mucho más que el ejercicio del voto y la movilización de los venezolanos en el exterior será clave para hacer más competitiva la elección dentro de Venezuela, más en países con gobiernos que simpatizan con el régimen.

Colombia en la ecuación del retorno a la democracia en Venezuela

En Colombia se concentra la mayor parte de la diáspora venezolana: el 39,54 % de los 7,7 millones. A pesar de que la mayoría de los venezolanos con edad para votar no podrán participar en la próxima contienda electoral, se expresaron políticamente apoyando a María Corina Machado en la consulta opositora. Un ejercicio valioso por la capacidad de organización que demostró la sociedad civil venezolana en Colombia.

El presidente Gustavo Petro, quien se ha expresado reiterativamente sobre el respeto de los derechos políticos de las personas que tengan el apoyo popular en las urnas, tiene el deber de garantizar la participación de la población venezolana en Colombia, más ahora que se están reabriendo los consulados venezolanos en nuestro país y que por primera vez pueden llegar a los 10 si se concreta el consulado en Cali. La coherencia del presidente colombiano será puesta a prueba por encima de la simpatía que tiene por Nicolás Maduro y su régimen.

La población venezolana en Colombia en su mayoría es joven y altamente vulnerable, pero un gran número de los menores de edad (más de 600.000) están en nuestras instituciones educativas aprendiendo de democracia y participación política; su relación con el Estado es con las instituciones colombianas. Una nueva generación de ciudadanos que serán pieza fundamental en el retorno a la democracia en Venezuela.

A pesar del protagonismo que se arrogan el presidente Petro y el canciller, el papel de Colombia en el retorno a la democracia en Venezuela es marginal. La falta de una estrategia del Gobierno para abordar el tema venezolano es palpable. A pesar de la grandilocuencia de los trinos de Petro y Leyva, el aporte colombiano para desescalar la dictadura de Maduro es mínimo; por el contrario, han repetido las narrativas del régimen: “Que la crisis es causada por las sanciones internacionales” y “que la migración esta retornando a Venezuela”, mentiras que tratan de ocultar el fracaso de la Revolución Bolivariana.

El ascenso al liderazgo absoluto de una mujer de derecha a la oposición venezolana, tradicionalmente de centro izquierda, envía un mensaje muy importante al sistema político colombiano, marcando una diferencia con los populismos de derecha e izquierda que proliferan en el continente.

El régimen no permitirá que Machado enfrente a Maduro en las urnas, su liderazgo debe estar más allá de las presidenciales de 2024 o las parlamentarias de 2025. Hoy María Corina tiene en sus manos la oportunidad de promover una nueva forma de hacer política en la región.

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