La Asociación Ávila Monserrate se pronuncia por artículo de ex canciller Londoño sobre el ETPV

• Por otra parte, comenta la carga que resultará para Colombia garantizar a los venezolanos empleo, educación y salud, cuando es sabido que no es una carga sino un derecho del inmigrante y una obligación de los Estados prestarles asistencia

EV COLOMBIA | NOTA DE PRENSA

La Asociación Ávila Monserrate Compromiso Democrático, organización colombo venezolana con trayectoria en la formación política, la comunicación y la cultura binacional, desea pronunciarse en relación con el artículo —en la edición digital de Semana de fecha 19 de febrero del presente año— escrito por el Dr. Julio Londoño Paredes, ex Canciller de Colombia, con una larga trayectoria diplomática y actual Decano de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario.

En su texto el Dr. Londoño, muy apreciado en nuestra organización, se refirió al decreto de regularización de los venezolanos migrantes que se encuentran en territorio colombiano y hace una serie de consideraciones acerca de la migración colombiana en Venezuela.

El Decano resalta el maltrato que recibieron los colombianos en Venezuela, situación que de hecho —como ocurre tristemente con todo proceso migratorio masivo— se presentó, pero de manera puntual, como casos aislados, no como una política de Estado, ni como actitud generalizada de la población. No refleja los estrechos lazos que se crearon entre las familias venezolanas y colombianas a lo largo de décadas.

NO ES UNA CARGA SINO UN DERECHO DEL INMIGRANTES

Por otra parte, comenta la carga que resultará para Colombia garantizar a los venezolanos empleo, educación y salud, cuando es sabido que no es una carga sino un derecho del inmigrante y una obligación de los Estados prestarles asistencia a todos aquellos que huyendo de una crisis humanitaria compleja han tenido que emigrar.

Al no verlo de esa manera se podría estar contribuyendo a que la ciudadanía colombiana perciba a los venezolanos como una amenaza, y al decreto de regularización emanado por el presidente Duque como una injusticia, por cuanto supuestamente no hubo en el “país rico venezolano” reciprocidad en el trato que recibieron los millones de colombianos que migraron hacia Venezuela. Esto lamentablemente podría incrementar los niveles de xenofobia que se han venido registrando, también de manera puntual y no política de Estado. 

Al no verlo de esa manera se podría estar contribuyendo a que la ciudadanía colombiana perciba a los venezolanos como una amenaza

La tradición receptora de migrantes de Venezuela se remonta a finales de los años treinta del siglo pasado cuando la mayoría de los países latinoamericanos rechazaron a los 261 judíos condenados a muerte por el nazismo, que venían en los buques Caribia y Köenigstein desde Europa y solo fueron recibidos en Venezuela, gracias a la decisión del presidente Eleazar López Contreras.

Algo similar a lo que sucedió en la posguerra europea con los miles de españoles, italianos y portugueses que llegaron a Venezuela huyendo de la crisis económica y la persecución política. Y lo que ocurrió con los millares de chilenos, uruguayos, argentinos y paraguayos que huían de las dictaduras que azotaron al Cono Sur en los años setenta y encontraron cobijo y oportunidades de desarrollo en Venezuela.

Mucho más recientemente, el presidente Luis Herrera Campins realizó un proceso de regularización de extranjeros en 1980. Hace más de 40 años el gobierno venezolano llamó a los extranjeros en situación irregular a inscribirse en la Matrícula General de Extranjeros a fin de regularizar su situación. Para esas fechas, según el censo de 1981 unos 500.000 colombianos vivían en Venezuela.

Los venezolanos y los colombo-venezolanos debemos agradecerle al Dr. Londoño, a la Universidad del Rosario y en particular a su Observatorio de Venezuela, todo el trabajo que han hecho y siguen haciendo para favorecer la integración, mejorar las condiciones de los inmigrantes venezolanos, combatir la xenofobia y preocuparse por la formación de los jóvenes de nuestro país que están en territorio colombiano.

Actualmente el Observatorio de Venezuela y nuestra Asociación Ávila Monserrate vienen desarrollando conjuntamente el Programa de Fortalecimiento de Jóvenes Líderes para la Reconstrucción Democrática de Venezuela, con el patrocinio de National Endowment for Democracy (NED), en el que hay que destacar el número de jóvenes que tienen la doble nacionalidad y que hicieron su carrera universitaria en Venezuela, gracias al esfuerzo de sus padres colombianos y a las oportunidades que Venezuela les brindó. 

Desde Ávila Monserrate hacemos un llamado de la manera más respetuosa, para que el tema de la migración venezolana no se politice y que las políticas emanadas del Gobierno colombiano sean objeto de un riguroso análisis académico y social. La inmigración venezolana, como toda migración, obviamente representa un problema para Colombia. Pero, como toda migración, también es una gran oportunidad. Sin embargo, hay que entender que no es un asunto de reciprocidad o de carga social sino un tema de respeto de los derechos humanos y de seguridad para Colombia. Beneficia a todos —y es lo que la experiencia de otros países aconseja— que los venezolanos estén regularizados para saber dónde se ubican, a qué se dedican, cuál es su nivel educativo y cómo se integran a la vida productiva de Colombia, aprovechando el talento y la capacidad de trabajo del migrante. 

La Asociación Ávila Monserrate se pone a la orden para ofrecer la mayor información y testimonios sobre la vida y las oportunidades de los colombianos en Venezuela. También agradece las oportunidades que Colombia ofrece a los venezolanos.

Asociación Ávila Monserrate

www.avilamonserrate.com

grupoavilamonserrate@gmail.com

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