Historia de un nacimiento que sucedió camino al hospital
El ‘Ángel’ que se anticipó y nació dentro de un taxi

• El hecho ocurrió en el Centro de Barranquilla

Lo que comenzó como un dolor de muelas, común entre los diferentes dolores que sentía últimamente Maryori Oquendo Calderón, producto de su embarazo, acabó siendo la mayor anécdota que esta mujer podría vivir. El nacimiento de su bebé al interior de un taxi.

Los dolores le iniciaron desde comenzada la tarde, pero los postergó por un sueño, que creyó le serviría para aliviar el mal momento y las contracciones que empezaban a sumarse a su malestar en la boca.

“Yo llamé a Adán (su compañero sentimental) para decirle que me dolía una muela como a las 4:00 de la tarde y él no me creyó porque últimamente siempre de daban dolores y me acosté a dormir. Luego cuando me desperté ya tenía los dolores que me hicieron levantar”, relata Maryori Oquendo Calderón mientras se acomoda en la cama 63 de la zona de maternidad del hospital Niño Jesús de Barranquilla.  

Acompañada de su madre, que llegó desde Venezuela para estar con ella en los días previos al parto, y su hermana, que la visitaba desde Cartagena, Maryori se apresuró a tomar un taxi que pasaba por su casa ubicada en centro de Barranquilla con la indicación de que las condujera hasta el hospital Niño Jesús.

A pocas cuadras de haber iniciado el recorrido y ante la intensidad de los dolores, Maryori anuncia que su hijo no esperará la asistencia médica y que el nacimiento será inmediato.

Maryori Oquendo Calderón carga a su bebé en el Hospital Niño Jesús.

Maryori Oquendo Calderón carga a su bebé en el Hospital Niño Jesús. Mery Granados

“Yo cuando me monto al taxi le digo a mi mamá que no me quiero subir porque me sentía muy mal y cuando íbamos a un par de cuadras yo siento que debía pujar, pujé y el bebé salió”, relata la mujer de 28 años y continúa.

“Mi mamá, que iba atrás conmigo, se quedó paralizada y mi hermana que estaba en el asiento de adelante fue la que se dobló y sostuvo al bebé y le dijo al taxista que me llevará al hospital que estuviera más cerca”.

El afán los condujo hasta la Clínica Centro, donde el taxista, sin antes cobrar los $30.000 por el servicio, llegó y pidió auxilio a los enfermeros y médicos que se encontraban en el sitio de salud. Allí, según evidencias videos grabados por testigos del momento, los paramédicos ayudan a bajar del carro a la mujer de origen venezolano, toman al pequeño y les brindan los primeros auxilios.

“Cuando llegamos al hospital me vienen a buscar varios paramédicos con camillas, luego me suben y yo vuelvo a pujar, me sacan la placenta y me prestan atención a mi bebé y a mí”, recuerda Maryori.  

Luego de esa atención, y por la falta de una zona de maternidad, la mujer y su pequeño, que llevará por nombre Ángel de Jesús, fueron trasladados hasta el hospital Niño Jesús, donde tenía planeado llegar inicialmente y en donde se encuentran recibiendo atención actualmente verificar que el menor no tenga ningún trauma luego de su nacimiento.

Adán  Piña en su puesto de venta de dulces en la Plaza de la Paz.

Adán Piña en su puesto de venta de dulces en la Plaza de la Paz. Mery Granados

Un sustento entre dulces y maní

Maryori, de ambos padres colombianos, llegó desde Venezuela hace un poco menos de dos años procedente del estado Zulia, donde dejó a sus tres hijas mayores: una de 12 años que está a punto de hacer la primera comunión, una de siete años y la menor de dos años de edad.

Adán Piña, su actual pareja y padre de Ángel de Jesús, también viene del vecino país donde ejercía como Policía en la ciudad de Cabimas, en el mismo estado.

Ambos se conocieron aquí, ella era mesera en un restaurante cercano a la Vía 40 y él vendía dulces, agua y maní en la Plaza de la Paz, donde aún se mantiene. Los unió su país, venir del mismo estado y compartir la sensación de dejarlo todo en busca de una oportunidad.

Tras complicaciones en las primeras semanas de gestación, Maryori dejó de trabajar a los cuatro meses de su embarazo y las ganancias de las ventas ambulantes de un pequeño estante rodante se convirtieron en su único sustento.

Con eso pagan el alquiler diario del lugar en donde viven, que asegura aumentó con la llegada de su mamá a hacerle compañía, comen y ahora hacen diligencias para legalizar su estancia y la de su bebé en el país y piensan la forma en la que “estirarán el dinero” para cubrir los gastos que un bebé implica.

Maryori, por su parte, sueña con las cosas que quiere para su hijo, entre ellas un coche, para “que acompañé a su papá a vender en la Plaza de la Paz”, dice entre risas.

Con información de El Heraldo

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