
EL VENEZOLANO COLOMBIA
La Iglesia Católica tiene un nuevo líder espiritual: el cardenal Robert Prevost fue elegido como sumo pontífice bajo el nombre de León XIV. Con raíces estadounidenses y una profunda huella pastoral en el Perú, su designación marca un hito en la historia del Vaticano.
La elección ocurrió durante la cuarta votación del cónclave, en medio de una jornada cargada de simbolismo, incertidumbre y un contexto internacional que desafía a la Iglesia universal.
Una figura con dos nacionalidades y una vocación global
Robert Prevost, nacido en Chicago hace 69 años, es mucho más que un religioso estadounidense. Su trayectoria se desarrolló principalmente en Latinoamérica, especialmente en el norte peruano, donde pasó décadas formando seminaristas, guiando diócesis y, eventualmente, integrando la Conferencia Episcopal del país andino. Esta cercanía con el pueblo latinoamericano lo llevó a obtener la ciudadanía peruana como requisito eclesiástico, consolidando así su doble pertenencia.
Entre 2001 y 2013, dirigió a nivel mundial la Orden de San Agustín como Superior General. Su perfil pastoral, forjado entre misiones y cargos eclesiásticos diversos, le otorgó una reputación de cercanía y firmeza. En 2023, el papa Francisco lo llevó a Roma para encabezar el Dicasterio para los Obispos, reforzando su influencia dentro de la estructura vaticana.
El cónclave: tradición, silencio y una decisión esperada
El proceso para elegir al sucesor de Francisco inició formalmente el 7 de mayo en la Capilla Sixtina. Los 133 cardenales electores juraron secreto absoluto, en una ceremonia marcada por el rito “Extra omnes”, que sella el recinto con carácter solemne. El primer día fue de transición y preparación, sin resultados concluyentes. Fue apenas en la cuarta votación, al día siguiente, que el humo blanco emergió finalmente a las 6:07 p.m., desatando aplausos y lágrimas entre los miles congregados en la Plaza de San Pedro.
Más de 45.000 fieles y 400 medios de comunicación presenciaron la escena. La proclamación oficial del “Habemus Papam” confirmó que la Iglesia abría un nuevo capítulo con León XIV, una figura que conjuga experiencia internacional, sensibilidad pastoral y firmeza doctrinal.
Un pontificado en tiempos convulsos
León XIV asume el timón del Vaticano en un momento de alta complejidad geopolítica y tensiones internas dentro del catolicismo. Si bien la mayoría de los electores fueron nombrados por Francisco, la elección no garantizaba un camino continuista. La balanza oscilaba entre un perfil pastoral o uno diplomático, entre la apertura reformista o el retorno a posturas más conservadoras.
La presencia de Prevost como obispo y luego funcionario en el Vaticano, sumada a su conexión con América Latina, parece haber ofrecido un equilibrio ideal. No es un outsider, pero tampoco una figura netamente curial. Su elección sugiere un deseo de unidad, discernimiento espiritual y apertura global.
El nuevo papa León XIV representa una síntesis entre tradición y renovación. Su vida entre dos culturas y su paso firme entre diócesis periféricas y altos cargos en Roma lo convierten en un pastor con mirada amplia. La Iglesia Católica, ante los desafíos del siglo XXI, apuesta por una figura capaz de tender puentes, escuchar al sur global y mantener el rumbo en medio de la tormenta.