Asamblea Nacional 2015 | Por: Oswaldo Muñoz

➦ El autor es abogado y ceo del Grupo El Venezolano

No es un diagnóstico médico, sin embargo, orbita en el campo de las miserias humanas que pueblan nuestra identidad como venezolano, porque identidad tenemos, y aunque lo malo sea lo que más exposición ofrece al mundo, en estos tiempos, lo bueno, lo honesto, lo ético, sigue siendo trinchera de combate frente a las amenazas que se ciñen por todos lados.

Basta que nos resguardemos por un costado, para que surja otro con purulencia. Fue el “autócrata ilustrado”, Antonio Guzmán Blanco, quien acuñó esta frase eterna: «Venezuela es un cuero seco, se pisa por un lado y se levanta por el otro».

Es necesario analizar bien el alma de la ¿resistencia? opositora en el exilio para así medir su alcance, y si la vacuidad que representa tiene algún propósito en la histeria política que experimenta el país.

No porque no haya gente en las calles ni observemos las efervescencias inherentes al caos, en Venezuela no hay caos. Nada más tenebroso que el silencio, ese disimulo que corona toda expectativa indulgente y aborrece la esperanza.

Este año continuamos con uno de los forcejeos políticos más inútiles de la oposición en el exilio, porque después de todo, el gobierno de Maduro no deja, igualmente, de ser una maquinaria productora de incompetencia antagónica, en contra de su voluntad.

Dicho en otras palabras; uno de sus poderosos efectos es la creación de detractores que no dan la talla contra el dragón, y no porque no estén en capacidad, sino porque se han rendido a un estatus, donde, además, han confundido resistencia democrática con capitulación parasitológica.

Esto lo decimos porque en 2026 debe culminar el otro proceso de un añito más, que los diputados opositores en el exilio resolvieron ejecutar, cuyas elecciones parlamentarias, originarias, se realizaron en 2015, para el periodo 2016-2021. En esa ocasión la Mesa de la Unidad Democrática, MUD, alcanzó 112 curules de 167 en disputa, y una celebrada mayoría calificada.

En menos de dos años, en 2017, emergió del gobierno nacional la Asamblea Nacional Constituyente, la cual le retiró a la Asamblea de dominio opositor las competencias legislativas, pues esta última no reconoció a la oficialista.

Recordemos que la asamblea en el exilio nombró en 2023 una nueva directiva y le puso punto final al periodo Guaidó. En ese momento (2023-24) la presidencia la ejerció Dinorah Figuera, del partido político Primero Justicia.

Ahora, un grupo de exdiputados en exilio decidió extender por un año más un ejercicio que no tiene otro fin que el de procesar los recursos económicos que presuntamente otorga la Oficina de Control de Activos Extranjeros, OFAC, a los funcionarios venezolanos que han parasitado las estructuras de poder fuera de Venezuela.

De esta insólita acción se beneficiarán más de 100 diputados, dentro y fuera de Venezuela. Se estima que la bolsa por persona se halla entre 1.200 y 1.500 dólares, mensuales.

Otro factor que hay que tomar en consideración es que, en enero de 2023, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, a través de la OFAC, actualizó la licencia que permitía a ciudadanos estadounidenses contraer negocios con la AN opositora, trámites que se ejecutaron sin que la mencionada asamblea transparentara los procesos o diera un reporte minucioso de los alcances de este servicio otorgado por el gobierno de Estados Unidos.

También corresponde mencionar que no hay cómo elaborar un balance, en relación con los aportes de los legisladores opositores a la causa democrática en Venezuela. Consagrarse solo al estipendio que supone esta nueva etapa coloca una vez más contra la opinión pública la imagen de un colectivo que ni legisla ni es legislado, y que solo tiene energías para parasitar.

Es imperativo -incluso para quienes, en un sano ejercicio de resistencia democrática, entiéndase nuevos rostros, nuevas voces disidentes contra el madurismo, y que no están empañados- que lo que se ha hecho y se hará, como corriente opositora, esté apegado al principio de transparencia. Ningún parlamentario opositor deja de estar en el radar de la administración pública, porque no haya sido reconocido como tal. Al contrario; su monitoreo debe ser implacable.

Finalmente, hay una especie según la cual, del dinero congelado en Estados Unidos -al menos para el año 2020 se estimaba 1.000 millones de dólares confiscados a corruptos venezolanos- le otorgarán la cantidad de 4 millones de dólares a los miembros del G-4 (AD, PJ, VP y UNT). El liderazgo opositor tiene derecho a disponer de recursos, y de concretarse la transacción, deberían apoyar, de manera irrestricta, a su propia dirigencia, que en no pocas ocasiones ha mostrado una perversa carencia.

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