EL VENEZOLANO COLOMBIA
La relación entre Estados Unidos y Venezuela ha estado marcada por tensiones políticas y económicas, especialmente en torno al comercio de petróleo. Aunque Donald Trump declaró que EE. UU. no necesita el crudo venezolano, la realidad presenta un panorama más complejo.
Las sanciones, las licencias especiales para empresas como Chevron y la situación política en Venezuela moldean un escenario en el que las palabras del presidente y la dependencia energética no siempre coinciden.
Estados Unidos: líder en producción, pero también en consumo
Estados Unidos es el mayor productor de petróleo en el mundo, gracias al auge del fracking y los yacimientos de esquisto. Sin embargo, también es uno de los principales consumidores de energía global, lo que lo obliga a recurrir a importaciones estratégicas. Aunque Venezuela ya no ocupa los primeros lugares como proveedor, sigue siendo un actor relevante en el suministro de crudo pesado, difícil de reemplazar por las características únicas de sus hidrocarburos.
Según datos de la Administración de Información de Energía (EIA), en 2024 EE. UU. importó alrededor de 6 millones de barriles mensuales de Venezuela, una cifra mucho menor que en las décadas de 1990 y 2000, pero significativa tras el levantamiento parcial de sanciones durante el mandato de Joe Biden.
Chevron y las excepciones en medio de las sanciones
Desde 2019, las sanciones impuestas por EE. UU. al sector petrolero venezolano restringieron severamente las transacciones entre ambos países. Sin embargo, Chevron, en asociación con PDVSA, ha sido una excepción notable. Mediante la Licencia 41, esta empresa estadounidense ha mantenido operaciones en Venezuela, lo que permite la exportación de crudo hacia territorio norteamericano.
Las palabras de Trump sobre cortar completamente las compras de petróleo venezolano podrían implicar la cancelación de estas licencias, un movimiento que tendría consecuencias económicas para ambas naciones. Mientras tanto, las ganancias generadas por Chevron representan un alivio limitado para la industria venezolana, en medio de una producción que ha caído drásticamente en comparación con los niveles de finales del siglo pasado.
El impacto de la crisis venezolana en las decisiones de Trump
El presidente Trump ha reiterado su postura en contra del régimen de Nicolás Maduro, alineándose con líderes de la oposición venezolana y prometiendo medidas más estrictas para forzar un cambio político. Sin embargo, cortar el comercio petrolero podría no ser tan sencillo.
Por un lado, la industria petrolera venezolana está lejos de su apogeo, pero cualquier interrupción adicional en sus exportaciones podría profundizar la crisis económica en el país sudamericano. Por otro lado, para Estados Unidos, aunque Venezuela no sea un proveedor principal, el acceso a su crudo pesado sigue siendo relevante para refinerías específicas que dependen de este tipo de petróleo.
¿Qué pasará con el petróleo venezolano?
Las declaraciones de Trump generan más preguntas que respuestas. ¿Está dispuesto EE. UU. a renunciar por completo a las importaciones venezolanas, incluso en un contexto donde el equilibrio energético es clave? Si bien el país norteamericano puede cubrir sus necesidades con otros proveedores, la relación con Venezuela seguirá siendo un tema central en las estrategias diplomáticas y económicas de ambos países.
La promesa de Trump de “no necesitar” el petróleo venezolano contrasta con la realidad de los acuerdos vigentes y la importancia simbólica y estratégica de mantener influencia en un sector clave para la economía venezolana. En los próximos meses, se verá si estas palabras se traducen en hechos o si prevalece la lógica económica.