En nuestra sociedad, los conceptos de poder y autoridad son frecuentemente confundidos y utilizados como sinónimos. Sin embargo, un análisis más profundo nos revela que, aunque ambos están relacionados con la capacidad de influir en las acciones de otros, sus fundamentos y efectos son profundamente diferentes.
El poder, en su sentido más básico, se entiende como “ la capacidad de imponer una voluntad sobre los demás, incluso en contra de su consentimiento.” Este puede derivar de recursos físicos, económicos o estratégicos, y muchas veces se ejerce a través de la coerción o la fuerza. Ejemplos históricos abundan: líderes que, valiéndose de la fuerza militar o la presión política, han doblegado a naciones enteras sin obtener el apoyo genuino de su pueblo, como es el caso de nuestro país Venezuela.
Por otro lado, la autoridad se distingue por estar basada en la legitimidad. A diferencia del poder, la autoridad es reconocida y aceptada por quienes están bajo su influencia. Es un tipo de liderazgo que se sustenta en el respeto y la confianza. Este concepto es ampliamente sustentado en el pensamiento de grandes filósofos como Jean-Jacques Rousseau, quien destacó en su teoría del “contrato social , que la verdadera autoridad emana del consentimiento del pueblo.”
De manera similar, Platón subrayó “la necesidad de que los gobernantes sean virtuosos y trabajen en beneficio de la sociedad para que su autoridad sea legítima” .
La diferencia entre ambos conceptos es clave para entender la estabilidad de las sociedades modernas. Un sistema basado únicamente en el poder de la fuerza es intrínsecamente frágil, ya que depende de la coerción y la violencia para sostenerse en el Poder. Por el contrario, un sistema fundamentado en la autoridad legítima puede perdurar, porque quienes lo conforman lo respetan por convicción.
En la actualidad, esta distinción es más relevante que nunca. En un mundo globalizado, donde las demandas de justicia, igualdad , Respeto a los Derechos Humanos y representación legítima son cada vez más fuertes, los líderes que no logran consolidar su autoridad sobre una base legítima corren el riesgo de ser rechazados por sus comunidades y por la comunidad Internacional.
Es un principio fundamental para la convivencia Pacífica . Más allá de las estructuras de gobierno, esta dinámica se aplica también en organizaciones empresariales, educativas e incluso en los círculos familiares.
Conclusión
Un Liderazgo que Inspire Confianza es fundamental para la Estabilidad Social y Democrática;
por eso es que :“ La legitimidad si Importa”.
Mientras el poder basado en la Fuerza puede imponer “obediencia “ a corto plazo, es la “autoridad “ basada en el respeto y el reconocimiento legítimo la que construye relaciones duraderas y sociedades justas.
Hoy más que nunca, debemos reflexionar sobre qué tipo de liderazgo es el que deseamos para nuestro país Venezuela 🇻🇪 para El Mundo🌎 , para nuestras instituciones y para nuestras vidas.
Dr. José Rangel Barón .
Director General. de la Fundación Iberoamericana: “Democracia y Derechos Humanos Dr. Enrique Tejera Paris y Grupo Vencol