EL VENEZOLANO COLOMBIA
La permanencia de Nicolás Maduro en el poder no solo se apoya en la lealtad de las Fuerzas Armadas, sino también en una estructura paralela de represión y control social. Colectivos armados y milicias civiles, entrenados y equipados por el régimen, desempeñan un papel crucial en la intimidación de la oposición y el mantenimiento del status quo en Venezuela. Estas fuerzas han crecido en número, armamento y capacidad operativa, consolidándose como un elemento central de la estrategia del chavismo.
Los colectivos: el rostro visible de la represión, formación y despliegue estratégico
Los colectivos, nacidos durante el gobierno de Hugo Chávez, han evolucionado hasta convertirse en una fuerza paramilitar organizada. Según expertos, se estima que estos grupos cuentan con cerca de 20.000 integrantes, de los cuales 4.000 forman parte de la llamada «línea dura».
Este contingente, entrenado en países como Irán y Cuba, opera bajo las órdenes de figuras clave del régimen, como Alexánder Granko, coronel de la Guardia Nacional Bolivariana y miembro de la Dirección General de Contrainteligencia Militar.
Métodos de control y financiación.
Armados con equipo proporcionado por el régimen, los colectivos son responsables de actos de represión contra manifestantes y opositores. Además de su rol político, estas agrupaciones están implicadas en actividades ilícitas como la extorsión y el microtráfico.
Para garantizar su lealtad, los miembros reciben pagos de hasta 200 dólares por operación, además de gasolina, armamento y, en ocasiones, licor. Estas recompensas son financiadas a través de recursos ocultos en túneles de Caracas, supervisados directamente por el régimen.
Las milicias, un ejército paralelo: Origen y crecimiento
Creadas en 2008 mediante una ley orgánica, las milicias venezolanas han sido promovidas como el «quinto componente» de las Fuerzas Armadas.
Actualmente, cuentan con aproximadamente 10.000 integrantes, divididos entre combatientes con experiencia militar o policial y civiles encargados de tareas logísticas. Bajo el pretexto de proteger la soberanía frente a una posible invasión extranjera, estas milicias se han convertido en un instrumento clave para fortalecer el poder del régimen.
Armamento y despliegue
Recientemente, el régimen ha dotado a estas milicias de fusiles de asalto Kalashnikov de origen ruso. En ceremonias oficiales, como la celebrada en el Palacio de Miraflores el pasado 7 de enero, Nicolás Maduro ha defendido la legitimidad de armar a estos grupos bajo la premisa de defender la democracia.
Este armamento, junto con la constante capacitación y adoctrinamiento, ha incrementado significativamente la capacidad operativa de las milicias.
Impacto en el panorama político y social
La expansión de los colectivos y las milicias refuerza la estrategia del régimen para mantenerse en el poder, neutralizando tanto a la oposición como a posibles disidencias internas en las Fuerzas Armadas. Estas estructuras no solo representan una amenaza para los derechos civiles en Venezuela, sino que también consolidan un modelo de gobernabilidad basado en la fuerza y el temor.
La formación y fortalecimiento de fuerzas paramilitares y milicias bajo el gobierno de Nicolás Maduro no solo perpetúa la crisis venezolana, sino que también evidencia un régimen dispuesto a consolidarse mediante la violencia y el adoctrinamiento. En este contexto, el camino hacia una solución democrática parece cada vez más complejo.
