Reciclar para sobrevivir: el reto de los migrantes venezolanos en Bogotá

◉ Sin permiso para trabajar, ni los beneficios y seguridades que debe tener un empleado, los recicladores venezolanos salen cada día a buscar su sustento por las calles de Bogotá

EL VENEZOLANO COLOMBIA

En las calles de Bogotá, cada día cientos de migrantes venezolanos encuentran en el reciclaje una manera de sobrevivir. Este oficio, que requiere largas horas de trabajo y soportar condiciones difíciles, se ha convertido en la única opción para muchas familias que llegan al país huyendo de la crisis económica y social en Venezuela. Sin embargo, el reciclaje no solo representa una fuente de ingresos para ellos, sino también una contribución importante a la limpieza de la ciudad. A pesar de esto, su labor se desarrolla

La vida diaria de una familia recicladora

Solmaria, junto con su esposo Alexánder y sus tres hijos, salió de Venezuela hace tres meses en busca de una mejor vida en Bogotá. Sin permiso de trabajo y sin un lugar fijo para vivir, encontraron en el reciclaje una alternativa para subsistir. Cada mañana, a las 8:00 a.m., comienzan una jornada que se extiende hasta altas horas de la noche. Su rutina diaria consiste en recorrer la ciudad recolectando materiales reciclables, con la esperanza de ganar lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas.

La presión de encontrar dónde dormir cada noche y la preocupación constante por la salud de sus hijos, agravada por el frío bogotano, hacen que cada día sea una prueba de resistencia. El ingreso mínimo que deben generar para pagar el hotel donde se hospedan es de $30.000, lo que significa recolectar al menos 30 kilos de plástico y botellas. Sin embargo, no todos los días logran cumplir con esa meta, lo que los obliga a prolongar su jornada o, en el peor de los casos, a pasar la noche en la calle, según indicó el diario El Espectador.

Condiciones laborales precarias para los recicladores migrantes

El reciclaje en Bogotá, aunque vital para mantener la limpieza de la ciudad, sigue siendo un trabajo informal y desprotegido. Para los migrantes venezolanos, que no cuentan con documentos ni permisos laborales, las dificultades se agravan. Aunque el gobierno ha intentado mejorar las condiciones de los recicladores locales mediante el reconocimiento de tarifas por la recolección de residuos, los migrantes indocumentados no pueden acceder a estos beneficios.

De acuerdo con Laura Yetzaira Orduz, abogada experta en temas laborales, la situación es alarmante. «El trabajo de reciclaje no solo ayuda a mantener las calles limpias, sino que también desempeña un papel crucial en la protección del medio ambiente

Sin embargo, los migrantes, al estar fuera del marco formal de empleo, quedan expuestos a la explotación y a condiciones laborales injustas». Orduz aboga por la implementación de un permiso especial que permita a los recicladores migrantes acceder a un marco de protección laboral y social, dándoles derechos y mejores condiciones de trabajo.

El impacto social y ambiental de los recicladores

A pesar de las adversidades, los recicladores juegan un rol fundamental en la sostenibilidad ambiental de Bogotá. Según cifras del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, en 2018 se estimó que había más de 21.000 recicladores en la ciudad, muchos de ellos venezolanos. Su trabajo, aunque no siempre reconocido, es esencial para el manejo de residuos sólidos en la capital.

No obstante, esta labor sigue sin recibir el reconocimiento social y económico que merece. A menudo, los recicladores son vistos como ciudadanos de segunda clase, invisibles ante la sociedad. La formalización de su trabajo podría no solo mejorar sus condiciones de vida, sino también fomentar políticas más efectivas en materia de protección ambiental.

Apoyo y solidaridad en medio de la precariedad

Frente a esta difícil situación, algunas organizaciones han comenzado a ofrecer ayuda a los recicladores migrantes. La Comunidad de Sant’Egidio, por ejemplo, brinda asistencia alimentaria y apoyo a las familias que trabajan en esta actividad. Solmaria y su familia, como muchas otras, encuentran en esta comunidad un alivio temporal, ya que les ofrecen alimentos, ropa y un lugar donde ducharse.

A pesar de la solidaridad, el desafío para estas familias sigue siendo inmenso. Solmaria describe su vida en Bogotá como una lucha diaria por sobrevivir, pero agradece la ayuda que ha recibido. Cada día es un nuevo reto para ellos, en una ciudad que les ofrece oportunidades, pero también incertidumbre.

El reciclaje en Bogotá se ha convertido en una tabla de salvación para muchas familias migrantes venezolanas. Aunque este trabajo les permite subsistir, lo hacen en condiciones precarias y sin protección legal. La informalidad de este sector plantea preguntas sobre la falta de derechos para quienes realizan una labor esencial para la limpieza y el medio ambiente de la ciudad. La formalización y reconocimiento de su trabajo es un paso necesario para mejorar sus condiciones de vida y garantizar un impacto positivo en la sostenibilidad de Bogotá.

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