Historias de la migración: Una doctora venezolana hace sonreír a sus pacientes chilenos

◉ Maury, neumóloga de profesión, se fue de su país con la esperanza de construir un mejor futuro para ella y para su familia. Actualmente está cumpliendo su viejo sueño de ayudar a otros trabajando en una clínica de Santiago, la capital de Chile

EL VENEZOLANO COLOMBIA | UN NEWS

Como muchos migrantes y refugiados de Venezuela, Maury se marchó de su país la esperanza de un futuro mejor para ella y para su familia. En 2017 se mudó a Chile deseando poder ejercer allí su profesión médica.

Esta neumóloga de 52 años oriunda de la ciudad venezolana de Mérida decidió irse porque el sueldo que ganaba como doctora no le alcanzaba para mantener a su familia debido a la compleja situación económica y política por la que atravesaba su país.

“Con mi sueldo no lograba comprar alimentos para todo el mes y por eso me decidí a buscar empleo en Chile en donde tenía conocidos que me incentivaban a irme”, explica.

Dejando atrás a su madre y a sus dos hijos, al mudarse tuvo que trabajar muy duro y sortear numerosos obstáculos.

Al principio, Maury enfrentó algunos desafíos relacionados con la adaptación a una nueva cultura y a un clima diferente, y le llevó mucho tiempo lograr que sus cualificaciones médicas fueran reconocidas en el país que la había recibido.

La doctora Maury (como muchos otros emigrantes) espera regresar algún día a Venezuela.
OIM/Bryan Brennan La doctora Maury (como muchos otros emigrantes) espera regresar algún día a Venezuela.

De médico a profesora

Durante siete meses dio clases de español en línea mientras realizaba un curso que la ayudaría a prepararse para los exámenes que necesitaba dar para ser autorizada a trabajar como médica en Chile.

“Recuerdo lo mal que lo pasé en mi primera Navidad lejos de mi país, y qué largos fueron los procedimientos migratorios. Tuve que presentarme en 10 exámenes diferentes. Sin un documento de identidad durante los primeros cinco meses, el proceso de registración no fue para nada sencillo”, relata.

Maury es una de los cientos de migrantes que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) asistió para hacer sus exámenes de inmigración y lidiar con los procedimientos de integración en las comunidades de acogida.

Chile es uno de los países más prósperos de América del Sur, y lo sigue siendo, a pesar de diversas restricciones impuestas con motivo de la pandemia, un destino para muchos venezolanos que buscan mejores oportunidades socioeconómicas.

Cerca de 450.000 nacionales de Venezuela están viviendo actualmente en Chile convirtiendo a ese país en la cuarta nación de América Latina que alberga la mayor cantidad de migrantes venezolanos después de Colombia, Perú y Ecuador.

Y de profesora a médico

“Cuando mis cualificaciones fueron finalmente homologadas, me sentí feliz tanto desde el punto de vista profesional como financiero”, recuerda.

Maury ahora imparte el mismo curso que tuvo ella, para otros migrantes que se encuentran en la situación que ella vivió.

Con miles de profesionales de la medicina actualmente trabajando en Chile y en países vecinos, y con la provisión de asistencia médica tanto en las ciudades como en zonas de difícil acceso, los doctores venezolanos están los sistemas de cuidado de la salud en América Latina.

La regularización trae beneficios no solamente para las personas desplazadas sino también para las comunidades de acogida que les dan la bienvenida.

“Yo traje mi bagaje de conocimientos a Chile, pero el país también me está enseñando cosas a mí”, señala. “Nosotros los migrantes hacemos muchas contribuciones a este país en diversos segmentos que van desde la salud a la cultura, pasando por la gastronomía”, explica.

Maury es una de los 7,1 millones de migrantes venezolanos que viven actualmente en el exterior y que han marcado una diferencia en el país que los ha acogido.

Sin embargo, la espiral del costo de vida, los efectos colaterales de la pandemia de COVID-19 y la alta tasa de desempleo han incrementado la vulnerabilidad de los casi seis millones de migrantes venezolanos que actualmente viven en América Latina y el Caribe y han dificultado la tarea de reconstruir sus vidas y de integrarse en las sociedades de acogida.

La doctora Maury midiendo el pulso a los pacientes en Santiago de Chile.
OIM/Gema Cortés La doctora Maury midiendo el pulso a los pacientes en Santiago de Chile.

Un acento que hace sonreír

La Organización Internacional para las Migraciones está aumentando sus esfuerzos para que los migrantes puedan sacar provecho de sus capacidades y poder encontrar trabajos adecuados con los que integrarse y contribuir a la sociedad y la economía chilena.

“Para poder tener un rol importante en la vida social, económica y cultural de sus países de acogida, es necesario que los migrantes accedan a los mismos derechos y oportunidades que el resto de las personas”, dice el encargado de la Oficina de la agencia de la ONU en Chile, Richard Custodio Velázquez.

Si bien ha encontrado la felicidad en su nuevo hogar, la doctora Maury (al igual que muchos otros migrantes) espera poder retornar un día a Venezuela si su país logra hacer una transformación drástica.

Mientras tanto su experiencia con los pacientes chilenos la incentiva a no bajar los brazos y la empatía caribeña que ella tiene hace que sus pacientes aprecien los cuidados que dispensa.

“Con mi melódico acento venezolano con frecuencia logro que mis pacientes sonrían, incluso a veces en momentos verdaderamente complicados”, dice.

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