EL VENEZOLANO COLOMBIA
John se puso de pie. Guardó silencio por unos segundos y suspiró. Aunque tímido y de voz baja, no quería perder la oportunidad de contarle al mundo su historia.
“Sé que puedo ser un ejemplo para otros jóvenes, especialmente para aquellos que se sienten sin esperanza, discriminados, excluidos y que tienen miedo de enfrentarse a la realidad”.
Sus grandes ojos, oscuros y expresivos, hablaban por él. A ratos mostraban alegría, luego esperanza y otras veces se llenaban de incertidumbre.
“Soy migrante en Costa Rica, tengo 7 hermanos y mi vida ha sido difícil. Pero hoy ya soy bachiller de secundaria y técnico en administración aduanera. También sé hablar francés”, dijo con orgullo.
“Aprendí francés en YouTube. De hecho, me iba mal en el colegio y aplacé la materia, pero en ese momento decidí que lo superaría”, contó.
“No teníamos dinero para pagar clases entonces eché mano de lo que tenía disponible: el celular y YouTube. Hoy puedo decir que estoy enamorado del francés y que quiero seguir estudiándolo, aprendiéndolo para ser pronto el mejor profesor de francés de toda Costa Rica”, cuenta con entusiasmo.
Por lo pronto, John no tiene trabajo todavía y junto a su abuela está poniendo en marcha una pequeña empresa para vender pinolillo: una deliciosa bebida de origen nicaragüense hecha de maíz, cacao y canela, entre otros ingredientes.
Pero hace poco recibió una buena noticia. Fue escogido para recibir una beca del Programa Empléate del Ministerio de Trabajo de Costa Rica y ha comenzado los estudios en soporte técnico y ciberseguridad. Espera que esto pronto le abra oportunidades laborales también.© UNICEF/Priscilla MoraPatricia Portela, representante de UNICEF y John López, beneficiario del Programa de Regularización, coinciden en que el estudio y la generación de conocimientos son claves para asegurar vidas prósperas, seguras y felices para niñas, niños y adolescentes.
Discriminación, ¿por qué si todos somos hermanos?
John cuenta que a veces se ha sentido discriminado, aunque no entiende el porqué, pues según dice “todos somos hermanos de la misma tierra”.
Sueña además con ayudar a todas las personas migrantes que a duras penas se ganan la vida como vendedores ambulantes en la capital. Le duele ver en las esquinas a las madres con niños a su lado vendiendo medias, pan o cargadores para celular, bajo los torrenciales aguaceros de invierno.
John tiene claro que “estar en un país que no es el tuyo es muy difícil”, pero también afirma ningún obstáculo lo detendrá.
Además de profesor de francés, sueño que ha tenido que pausar por la falta de recursos para seguir estudiando, quiere ser activista por los Derechos Humanos y así ayudar, como él una vez recibió apoyo.© UNICEF/Priscilla MoraJohn, migrante nicaragüense afincado en Costa Rica, quiere ser profesor de francés.
100.000 estudiantes migrantes
John es parte de un grupo de cerca de 10,000 estudiantes migrantes que, a través de una iniciativa conjunta entre el Ministerio de Educación Pública, el Patronato Nacional de la Infancia, la Dirección General de Migración y Extranjería y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), reciben apoyo para lograr su regularización.
De ellos más de 4600 cuentan ya con la resolución, lo que les permitirá acceder a títulos, becas y posibilidades de seguir estudiando en el sistema educativo formal de primera, secundaria y centros universitarios.
“Con esta iniciativa queremos que niñas, niños y adolescentes se integren más y mejor a las comunidades. Que puedan acceder a los servicios, a las oportunidades y que así puedan tener mejores condiciones para desarrollar todo su potencial, realizar sus sueños, aportar a la sociedad costarricense y llevar una vida digna”, destacó Patricia Portela de Souza, representante de UNICEF en Costa Rica.
“Las niñas, niños y adolescentes deben estar en el centro de la agenda de desarrollo y así lo estamos haciendo”, puntualizó Portela.
La iniciativa ha involucrado las 27 Direcciones Regionales del Ministerio de Educación y a más de 500 centros educativos en todo el país, quienes asumen la responsabilidad de identificar a niños, niñas y adolescentes migrantes que requieren el apoyo.
Para dar vida a este programa, UNICEF cuenta con el apoyo de la Oficina de Población, Refugiados y Migrantes del Departamento de Estado de los Estados Unidos y ha invertido más de 185.000 dólares para proveer capacidades técnicas y costear trámites, así como también para aportar una red de profesionales para darle seguimiento a cada una de las solicitudes y asegurar así el acompañamiento que requieren las niñas, niños, adolescentes y sus familias.
En su mayoría, las personas menores beneficiadas provienen de Nicaragua, Venezuela, Cuba y Haití. De acuerdo con los registros del Ministerio y la plataforma “Saber”, que también apoya UNICEF, existen en el país alrededor 70.000 niños, niñas y adolescentes extranjeros en el sistema educativo costarricense, de los cuales aproximadamente 23.000 no tienen documentos, lo que los convierte en el principal grupo para la regularización.© UNICEF/Priscilla MoraDanilo Mora, Oficial de Comunicación de ONU Costa Rica, y Andrei Arias de Comunicación UNICEF expresaron su admiración a John por los logros realizados y le motivaron a cumplir su sueño de ser profesor de francés.
Apoyo de la ONU a la educación en Costa Rica
UNICEF junto a otras agencias de la ONU, como Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) han ofrecido un gran apoyo al Ministerio de Educación Pública y al Estado costarricense en el retorno seguro a la educación luego de la pandemia por el COVID-19.
Y también han dado prioridad a la atención e inclusión de niños, niñas, adolescentes y jóvenes migrantes y solicitantes de refugio que han ingresado en Costa Rica recientemente.
Según datos de ACNUR, en los últimos meses se ha duplicado el número de personas nicaragüenses refugiadas y solicitantes de asilo en Costa Rica, sumando ya más de 150.000, lo cual representa el 3% de la población total del país, que consta de cinco millones.
John es optimista y sus sueños permanecen intactos: conseguir una beca para seguir estudiando, entrar a la universidad, conseguir un trabajo y ayudar a más jóvenes que como él, han tenido que abandonar su país de origen en busca de una vida mejor.
“Hay una frase que me gusta mucho: `Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil razones para reír´. Quiero mostrarle a cada persona que pueda leer mi historia en cualquier parte del mundo, que no importa los problemas que tengamos que siempre luchemos por nuestros sueños sin importar lo que diga la sociedad, y siempre mantengamos nuestra actitud en alto”, finalizó el joven.