EL VENEZOLANO COLOMBIA
Federico Gutiérrez perdió y con él se hunde el proyecto político que ha gobernado a Colombia en la historia reciente. La maquinaría de los partidos tradicionales que lo apoyaban no fue suficiente y ha sufrido la peor de todas las derrotas.
Rodolfo Hernández, un ingeniero de 77 años, exalcalde de Bucaramanga, populista y malhablado, le arrebató el segundo lugar. Fico, como todos lo conocen, se ha quedado fuera de la contienda. Es un fracaso para él, que por primera vez se medía en unas elecciones presidenciales, y para el establecimiento que se aferró a su candidatura como la única opción para frenarle el paso al izquierdista Gustavo Petro.
Gutiérrez, el exalcalde de Medellín que logró ubicarse como el segundo en la intención de voto tras las elecciones interpartidistas de marzo pasado, tocó techo pronto y se estancó. Los datos lo dejaban detrás de Petro, pero muy cerca de él aparecía Hernández, que terminó por darle un codazo y sacarlo del camino hacia la Casa de Nariño.
Fico Gutiérrez hizo todo lo que pudo para intentar demostrar que no era el candidato de continuismo, que “no era el de Uribe”. El expresidente también puso de su parte para no perjudicarlo. Consciente de su imagen desgastada, a cuenta de sus líos con la justicia y de un discurso de seguridad y “mano dura contra el terrorismo” en un país que ya superó la guerra, por primera vez en dos décadas se marginó de la escena política. Pero no les alcanzó.
SE LE FUE COMPLICANDO EN EL CAMINO
La campaña de Fico, de 47 años, empezó bien, pero se le fue complicando en el camino. El exalcalde de Medellín, que terminó su gobierno con una popularidad del 85%, confiaba en que su carisma y un discurso moderado le permitiría acercarse al centro y a los jóvenes, pero nada le funcionó.
En la última semana, su competencia ya no era Petro sino Hernández, que sin ubicarse en ninguna orilla se llevó los votos de los indecisos, pero sobre todo de los que dicen estar hartos del “petrismo y el uribismo”. El alcance del fenómeno político de Hernández se midió este domingo y sorpresivamente superó a las maquinarias, que prometían moverse a favor de Gutiérrez en estas elecciones.
Fico tuvo la mala suerte de postularse con los apoyos de los partidos tradicionales y quienes han sostenido el poder, justo cuando, como nunca antes, la sociedad colombiana ha demostrado un profundo rechazo a las viejas formas de hacer política. Las protestas que desde 2019 sacuden al Gobierno de Iván Duque han sido una muestra de ese deseo de cambio y el exalcalde de Medellín ha pagado los platos rotos de una impopular gestión del mandatario actual. “Yo soy yo”, decía hasta el último momento.
SIN UN SOLO LÍO CON LA JUSTICIA
Ante cualquier señalamiento de sus opositores, Gutiérrez tenía cómo defenderse. Su nombre aparece sin un solo lío con la justicia, se muestra conciliador, se ha comprometido a avanzar con el proceso de paz con las FARC, ha cuestionado al Gobierno de Duque, se ha puesto tenis y manillas, intentó aprovechar que era una cara nueva fuera de su región, Antioquia, pero no le alcanzó. El hastío de los colombianos ha sido mayor y su derrota es una muestra de ello.
La victoria de Petro este domingo es un descalabro para los hombres que han ostentado el poder en Colombia históricamente. Los expresidentes Uribe, Gaviria, Pastrana han salido, al menos de momento, por la puerta de atrás de la política nacional. Gutiérrez jugó a mostrarse ajeno al establecimiento con su discurso, pero también con hechos simbólicos, como el nombramiento de Rodrigo Lara Sánchez como su fórmula vicepresidencial. Un exalcalde de una pequeña ciudad, que perteneció a la fila de los verdes, hijo de un ministro de Justicia asesinado por órdenes de Pablo Escobar en los años ochenta. Tampoco le alcanzó. “Vamos a representar a las regiones, nuestros jefes políticos es la gente”, decía Gutiérrez, cuando presentó a Lara Sánchez, como una apuesta para desligarse de cualquier tinte politiquero.
Federico Gutiérrez fracasó, a pesar de tener a su favor todo lo que en el pasado le habría asegurado la presidencia. Sufrió el peso de años de gobiernos que no han atendido los reclamos sociales y de una sociedad que dice basta.
◉ Con información de El País