Con el incidente comicial del 21N finaliza otra etapa de nuestra dramática y triste historia reciente. Preparado y ejecutado a placer por la dictadura, con el propósito de maquillarse con un toque de legitimidad y democracia, como consecuencia de su narco criminal actuación, el proceso del pasado domingo 21 fue una manipulación cantada hace ya tiempo.
Más allá del lógico y necesario estudio, una vez se conozcan las “cifras oficiales” -plenamente conscientes de la capacidad de la dictadura para retocar, manipular y falsear la voluntad popular para su ventaja- podemos adelantar a partir del resultado preliminar conocido a medianoche del domingo 21, que aún dando por exactas y buenas esas cifras, el régimen obtuvo solo el 32 % de los votos emitidos, vale decir que las opciones de la alternativa democrática obtuvieron el 68 %. El 32 % de los votos emitidos y escrutados corresponde apenas al 15 % del total de los electores, de modo pues que según las propias cifras del régimen, este solo contaría con el 15 % del respaldo popular.
No obstante, hay análisis colaterales que deben enfrentarse sin complejos, con propósito de enmienda y contrición de corazón. Sabemos que la noción de contrición (del vocablo latino contritio) alude al arrepentimiento que experimenta una persona cuando siente que actuó de manera indebida, e implica tres actos de la voluntad, no del sentimiento o de la sensibilidad: dolor del alma, aborrecimiento del pecado y propósito de enmienda, de no volver a pecar en adelante, intención que conlleva implícito el deseo de cambiar de vida y de evitar el mal realizado o el hábito malo que se ha contraído. Si no existe deseo de cambio o propósito de ser mejor en adelante, es decir conversión y cambio de vida, es señal de que no hay verdadero arrepentimiento. Hay que enfocarse en no recaer en los pecados cometidos, si es que se quiere obtener el perdón, entiéndase conquistar la democracia y la libertad.
Visto el evento del 21N desde esta óptica, la dictadura actuó según lo planificó y estipuló en su libreto, consiguiendo en primera instancia su objetivo de realizar unas elecciones con observación internacional, aunque en paralelo haya utilizado de manera desfachatada cuanto malamaña tecnológica, subterfugio o acción de fuerza tuvo a la mano, entiéndase policía, Fuerza Armada y colectivos, para doblegar al elector y proceder luego a la asignación de ganadores, de acuerdo con estratagema y logística trazada con antelación.
Desde la misma perspectiva, observamos la inútil y desconcertante batalla librada en el seno de la oposición, que parodiando a Shakespeare comenzó con “votar o no votar, allí está la cuestión”, lo cual de por sí constituyó un drama camaleónico, cuya ilustración más dantesca fue la inscripción de 40.000 candidatos opositores, para competir por los 3.000 cargos elegibles, enfrascándose en una campaña fratricida y demoledora, más enconada contra los contendores de la oposición, que contra los candidatos oficialistas, aliñada con el ingrediente de la confrontación generacional, la partidocracia, el egocentrismo y los favores económicos del régimen, siempre presentes, echando por tierra la fortaleza y el argumento más sólido con que cuenta la oposición: la Unidad.
Si reconocemos que la estrategia es el secreto para ganar o perder una elección y la negociación es el mecanismo clave para confeccionar una plataforma electoral eficiente, es obvio que las consecuencias negativas de las elecciones del 21N no corresponden totalmente al régimen; en buena medida el problema somos nosotros, incapaces de unirnos, de conjugarnos para elaborar una estrategia común, de aglutinar criterios para confrontar el mal con acciones concertadas, de sumar voluntades y restituir el orgullo de ser venezolanos.
Desde VenAmérica exhortamos a una sincera reflexión, a fomentar, con voluntad política, con verdadero propósito de enmienda y contrición de corazón, la razón de ser y la conformación de un movimiento de oposición que se dedique a su tarea, que obedezca sin resquicios a los intereses de todos, y no de 4, que lleve un mensaje de esperanza al ciudadano basado en propuestas cercanas a sus necesidades reales, y no de intereses bastardos, con la inteligencia de procurar negociaciones que fortalezcan la unidad como único instrumento para lograr la libertad de Venezuela. Ayer y hoy los enemigos de la democracia y la libertad son el desaliento y la desunión. www.venamerica.org.