EL VENEZOLANO COLOMBIA | AP NEWS
Amorosamente, las maestras preparan carteleras informativas con medidas de prevención contra el nuevo coronavirus y mensajes alegres de bienvenida para sus alumnos luego de más de 19 meses de ausencia en las aulas en Venezuela, país donde abundan los obstáculos luego de más de año y medio de cuarentena y clases virtuales.
El retorno a clases presenciales está previsto para el 25 de octubre, pero ese proceso ha sido postergado repetidas veces desde comienzo de año en buena medida por retrasos en la entrega de la vacuna rusa Sputnik V y las acordadas mediante el mecanismo COVAX de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En el país está vigente una cuarentena desde marzo de 2020.
Los docentes, en tanto, se sienten desprotegidos y no dudan en denunciar que las condiciones no están dadas para el regreso masivo de estudiantes debido al deterioro de la mayoría de las escuelas públicas, la escasez de servicios esenciales como el agua y la deserción de un número dramático de maestros ahuyentados por los bajos salarios.
La maestra Yasmín Castro, con 17 años de experiencia, dijo a The Associated Press que independientemente de la escasez de insumos como alcohol, guantes y tapabocas para reducir los contagios, un gran número de escuelas están en pésimo estado. “Hay instituciones que no están dotadas, hay instituciones en que la infraestructura no está dada y hay un problema más grave todavía, que hay muchos docentes que por la parte económica no se van a reintegrar”.
De acuerdo con cifras de la Federación Venezolana de Maestros (FVM), 40% de los 370.000 maestros activos han abandonado las escuelas desde 2017. Algunos de ellos se cuentan entre los casi seis millones de venezolanos que han emigrado en busca de mejores condiciones de vida. Otros han optado por dedicarse a otras labores que le permita aumentar sus ingresos, incluyendo la enseñanza independiente de niños.
El salario mensual —que obtiene la mayoría de los educadores de primaria y los liceos— es el más bajo de la región y oscila entre los 4,19 y 4,34 dólares al mes. La cotización del dólar en el mercado negro en promedio es de 4,14 bolívares por dólar, ligeramente superior al tipo de cambio oficial, pero la mayoría de los comercios usan el dólar del mercado paralelo como referente para fijar precios. Un kilo de harina de maíz tiene un consto 1,19 dólares.
Muchos docentes no han formalizado el abandono de sus cargos luego de que sus empleadores se negaran a aceptar la renuncia. Los pedidos de jubilaciones también son rechazados. Ante la ausencia de los maestros sin causa justificable como reposos médicos y la inexistencia de una norma sancionatoria, los empleadores proceden a congelar los sueldos indefinidamente.
Otros no formalizan la separación del cargo por los engorrosos trámites, que a semejanza de las jubilaciones aprobadas, suelen demorar años. Cuando finalmente reciben su liquidación o pensión, ésta ya fue minada por la hiperinflación que azota a Venezuela desde hace cuatro años, por lo que terminan recibiendo unos pocos centavos.
El Banco Central de Venezuela dejó de publicar periódicamente las cifras oficiales de inflación en 2016. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, se estima que el país cerrará 2021 con una inflación acumulada de 5.500%.
Vicenzo Placco, especialista en educación de la Oficina Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe, considera que ha pasado mucho tiempo sin clases presenciales, por lo que “es necesario priorizar” el regreso a las escuelas. “No puede ser que todas las actividades sociales y económicas están abiertas”, que los niños “puedan ir al cine, a la plaza comercial, a los parques”, incluso a “fiestas”; pero “no pueden ir sea es la escuela”. Añadió que “es necesario hacerlo cuanto antes y de la manera más segura posible. Implementación de medidas de bioseguridad realmente las escuelas es un lugar perfectamente seguro”.
También es motivo de gran preocupación entre los maestros las deficiencias acumuladas por los estudiantes, particularmente de aquellos niños que daban entonces sus primeros pasos en la escuela. El regreso a clase genera una preocupación muy grande porque se enfrentarán “muchos vacíos, entre ellos, niños sin hábitos de estudio”, dijo Johanna Hernández, una educadora de 41 años en el barrio José Felix Rivas de Petare, uno de las más grandes de América Latina.
“Hemos vivido el caso del niño que estaba en primero (de primaria)” al comienzo de la pandemia, que ahora tendría que cursar tercer grado y “no sabe leer”, acotó Hernández. Se están recibiendo alumnos en grados superiores “sin tener una base” solida. Mediante las clases a distancia, muchos niños fueron privados de tener un maestro en frente, justo cuando el docente es fundamental para “apoyar” su aprendizaje, agregó.
Hernández —que emigró cuando la escasez de alimentos se agudizó y posteriormente retornó al país– en la actualidad se dedica a impartir tareas dirigidas a niños en la sala de la casa de una de sus hermanas, que se ha hecho pequeña para atender a los hijos de personas que están preocupadas por considerar necesaria la presencia física del maestro. Muchos de esos padres admiten que no tienen las herramientas pedagógicas para ayudar a sus hijos. Las tareas dirigidas son una solución en momentos de crisis y una fuente de ingreso alterna para los docentes “que tenemos sueldos muy bajos”, añadió.
Los problemas de la infraestructura educativas y fallas de servicios de luz y agua son otros factores que desmotivan. En Petare, “no tenemos ni el agua para lavarnos las manos”, destacó Hernández. En el barrio, el suministro de agua no es continua: apenas dos días por semana, por lo que en las escuelas nadie podrá seguir una de las recomendaciones básicas de las autoridades sanitarias en el mundo: lavarse las manos con agua y jabón con frecuencia.
Regresas a las aulas “es muy riesgoso”, más aún cuando la casi totalidad de los niños no están vacunados y los jóvenes podrían no atender fielmente las recomendaciones para evitar contagios. Incluso algunos podrían estar contagiados sin presentar síntomas, opinó la educadora. “Lamentándolo mucho tampoco tenemos material como sillas y mesas acordes” a las necesidades de cada estudiante, aseveró.
En Venezuela se contabilizan más de 394.000 contagios y 4.734 muertes. Maduro también ha citado como un indicador que favorece el regreso a clases el descenso de la incidencia de nuevos casos: al cierre del 18 de octubre se ubicó en 28 por cada 100.000 habitantes, lo que representa 4% menos que la semana anterior.
Según dijo a principios de semana, se ha vacunado 53,5% de la población —unos 15,3 millones de los 28,7 millones de habitantes— sin detallar si con una o dos dosis. El mandatario ha dicho que Venezuela cuenta con las dosis suficientes para inmunizar al 80% de la población y ha establecido el objetivo de alcanzar la meta del 70% de vacunados para finales de octubre.
Maduro ha insistido en que el regreso a clases se hará “con todas las medidas de bioseguridad”. Sin embargo, ha admitido que durante la suspensión de clases presenciales se han registrado deserciones y una merma de nuevos inscritos.
“Tenemos que hacer un gran esfuerzo” y reactivar el “plan de reincorporación” de estudiantes no escolarizados “Ha habido deserción escolar, es una realidad”, dijo en un acto de gobierno sin mencionar cifras. Según estadísticas oficiales, en Venezuela hay más 3,5 millones estudiantes de primaria, 2,3 millones de enseñanza secundaria y 3,1 millones universitarios.
Pese a que la desmotivación crece, la vocación de servicio impulsa a la mayoría de los maestros a volver a sus aulas. “Hasta ahora yo voy a regresar”, aseguró Hernández argumentando que considera el “trabajo de la escuela como un trabajo social”. La profesora también reconoció que algunos colegas no lo harán porque han cambiado de oficio para obtener mejores ingresos y por eso la actividad escolar presencial podría verse accidentada.
“El gobierno debe saber que esta situación se está dando, que hay muchos docentes que no van a volver y que no hay tampoco personal preparado para reemplazarlos”, finalizó.