EL VENEZOLANO COLOMBIA
El clima, las dificultades de acceso y los trámites estatales hacen de la llegada de las vacunas contra la covid-19 a las regiones alejadas de Colombia todo un desafío, como ocurrió en la remota población selvática de Litoral de San Juan.
La primera barrera para la llegada de los inmunizantes a esa localidad poblada por 16.000 personas, donde ha habido tres casos de coronavirus pero ninguno permanece activo, la marcó la geografía.
Ese aislado municipio hace parte del departamento del Chocó pero la población más cercana que tiene es Buenaventura, principal puerto de Colombia en el Pacífico y que hace parte del vecino Valle del Cauca.
Las autoridades de Litoral de San Juan tuvieron que desplazarse hasta Quibdó, capital del Chocó, para recoger las 79 vacunas de la farmacéutica china Sinovac que les asignaron y luego volver en un avión de la Armada a la Base Naval de Juanchaco, en Buenaventura, un proceso que se retrasó un par de días por las difíciles condiciones climáticas de la zona.
TRAVESÍA POR OCÉANO Y RÍOS
«Hoy es un día especial porque están llegando las primeras vacunas al Litoral San Juan. Sabemos que en el Litoral son más de 16.000 personas, son 13 veredas (aldeas), 17 corregimientos (pueblos)», afirma a Efe el comandante del Batallón Fluvial de Infantería de Marina número 24, coronel Samuel Aguilar.
Desde Juanchaco salió el sábado una embarcación que, en una nevera azul, llevó las vacunas en un trayecto de más de dos horas por el Océano Pacífico y el río San Juan, el principal afluente de esa zona del suroeste de Colombia.
UN DÍA ESPERADO
Las primeras 79 dosis llegaron a Litoral de San Juan el sábado y los ciudadanos de esta población ribereña, en la que viven comunidades afrocolombianas e indígenas, recibieron con esperanza el lote.
«Yo no he sentido miedo sobre eso, si me la están aplicando es porque es buena y estoy contento con eso. Todavía a esta hora me siento bien», cuenta a Efe tras ser inyectado Sabino Pozo Ibargüen, de 83 años y el primer litoralense que fue vacunado.
El anciano, que toda su vida ha residido en esa remota localidad selvática y se ha dedicado a la agricultura y a la carpintería, afirma que nunca ha dudado en recibir el inmunizante porque cree que se debe «correr mala suerte para que una vacuna le vaya a caer mal a uno».
Quien le aplicó la inyección fue Enriqueta Rentería, que agradeció que las vacunas hayan llegado a este municipio «donde es difícil el acceso».
Sin embargo, advierte a Efe que durante semanas las autoridades locales se han puesto a la tarea de convencer a aquellas personas que «están reacias a aplicarse la vacuna».
«Aunque la población indígena aún se resiste, sabemos que es un trabajo diferente que se debe hacer para sensibilizarlos. Confiamos en Dios que ellos quieran acceder al servicio», afirma la esperanzada mujer.
UNA PETICIÓN PARA FACILITARLO TODO
El coordinador de Salud de Litoral de San Juan, Jair González, fue el encargado de recoger las vacunas en Quibdó y en sus manos estuvo superar todos los desafíos que supuso llevarlas hasta su municipio.
Es por ello que propuso al Gobierno Nacional, encargado de gestionar el envío de las dosis a las autoridades regionales, que las próximas vacunas para su pueblo sean entregadas en el puerto de Buenaventura, la ciudad más cercana y aquella que con la que tiene el lazo más fuerte la población litoralense.
«Nosotros esperamos que el Ministerio acceda a la petición y sea más fácil transportar las vacunas», expresa el funcionario, que confía en que sigan llegando más dosis para esa localidad que, pese a las dificultades, ve con esperanza un proceso que ya se puso en marcha.