Venezuela amaneció de golpe el 4F de 1992 | Por: José Aranguibel Carrasco

• El balance 29 años después del 4F no es nada alentador. Más hambre, pésima calidad de vida, violencia, servicios públicos malísimos, desinversion, pobreza superextrema, desempleo, inseguridad personal y jurídica

Hoy esa fecha remonta ya los 29 años en la historia patria, pero no para la gloria de nuestra vida contemporánea sino para la desgracia de un país que a casi a tres décadas de ese suceso, está postrado, destruido, barrido y arrasado por las ejecutorias de un modelo populista que implantaron los protagonistas que en ese momento se sublevaron y levantaron las armas de la República para darnos a los venezolanos, -dijeron, aseguraron, prometieron y justificaron- un mejor país que hoy está peor al que ellos criticaron, cuestionaron y combatieron.

El balance 29 años después del 4F no es nada alentador. Más hambre, pésima calidad de vida, violencia, servicios públicos malísimos, desinversion, pobreza superextrema, desempleo, inseguridad personal y jurídica, destrucción de valores, expropiaciòn de empresas, unidades de producción, entre otros, son solo parte de la justificaciòn que motivó a los ’’próceres” del 4F a traernos a la Venezuela de este amanecer del 2021 donde continuamos viendo el desangramiento de esta patria que no le pertenece más a unos que a otros.

Me siento protagonista de esos sucesos del 4F, no porque me lo contaron como a lo mejor lo saben las nuevas generaciones, sino porque en mi actividad reporteril me correspondió desde el diario metropolitano LA COLUMNA de Maracaibo, escribir parte de ese pedacito de historia, cuando el teniente coronel (Ej.) Francisco Javier Arias Cárdenas manejó mi vehículo con rumbo a la base aérea Rafael Urdaneta, BARU, desde la Residencia Oficial del gobernador, Oswaldo Alvarez Paz, quien junto con miembros de su tren ejecutivo y dirigentes políticos estaban ’’retenidos” desde horas de la madrugada.

Afortunadamente el balance de ese amanecer en el Zulia no fue sangriento. Gracias a Dios y a La Virgen que la violencia subversiva no le arrebató la vida a zuliano alguno. No obstante, el parte de esa acción anti democrática provocó la muerte de lado y lado de valiosos venezolanos que hoy lloramos.

Lo cierto es que a la vuelta de 29 años, aquellos “soñadores” que siguieron al teniente coronel (Ej.) Hugo Rafael Chávez Frías -que seis años después se haría del poder político de Venezuela- muchos de ellos no deben dormir bien o tener su conciencia en paz, por el flaco servicio que le han hecho a la patria de Simón Bolívar al entregarnos, después de dos décadas, un país en ruinas. Un balance triste y reprochable.

La historia, dicen que la escriben los vencedores, pero dudo que los millones de venezolanos que siguen aquí y otros tantos millones que han salido del país, olviden la peor pesadilla que nos haya tocado vivir durante nuestra vida republicana.

Esa misma historia que la escriben los pueblos, jamás olvidará a dirigentes políticos, al expresidente Rafael Caldera, jueces, editores, empresarios, intelectuales, entre otros, que fueron voluntarios de primera línea para socavar las bases de la imperfecta democracia que tenía sus días contados para arrimarse e inaugurar un modelo populista basado en una V República que nos ha costado demasiada destrucción y vidas en post de una llamada Revolución del Siglo XXI que ha costado sangre, sudor y lágrimas.

En honor a la verdad, la Revolución del Siglo XXI ha desangrado a Venezuela. Ha destruido la economía, ha dividido y separado a la familia venezolana, pero no ha podido arrancar de su ser su pasado y presente democrático a pesar de esta pesadilla del ’’Por Ahora”

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