EL VENEZOLANO COLOMBIA
Miles de peregrinos suben cada año a Monserrate, uno de los cerros de Bogotá, un ascenso de más de mil escalones que hoy se convirtió en el «downhill» más largo del mundo, en una carrera de vértigo en la que el francés Adrien Loron se hizo con la victoria al descenderla en tan solo 4.31 minutos.
Sin público por el coronavirus, los diez finalistas de seis nacionalidades del «Monserrate Cerro Abajo 2021» tomaron sus bicicletas para descender este recorrido, de 2,4 kilómetros, que además de los escalones cuenta con 27 obstáculos en puntos clave.
«Estuvo genial, tuvimos un clima perfecto y la pista estaba súper bien preparada», dijo el francés, que quedó cuarto en esta misma carrera de 2019, tras ganarse el podio con el que ha superado los 4.42 que hizo el checo Tomas Slavik en la última edición.
Tras él quedaron el campeón colombiano de Enduro Jhonny Betancurt, con 4.32 minutos, que fue el mejor en la ronda de clasificación, y el ecuatoriano Rafael Gutiérrez, con 4.35, que quedó segundo en la carrera de 2019.
La mayoría del recorrido está compuesto por los escalones irregulares de piedra que conforman la subida a Monserrate, a 3.150 metros sobre el nivel del mar, un sendero de más de una hora que muchos penitentes hacen de rodillas o descalzos para visitar al Señor Caído, y que este año, debido al covid-19, ha permanecido cerrado varias semanas.
EL DESAFÍO BOGOTANO PARA LOS PEDALISTAS
«Creo que va a ser un gran desafío para todos, primero porque estamos en altura en Bogotá y se siente; segundo porque somos 21 corredores de distintos países de súper buen nivel, y tercero porque es la carrera urbana más larga del mundo, que es un desafío para todos», confiaba a Efe antes de la carrera el chileno Pedro Burns, que con 23 años, está entre los 20 mejores corredores de Enduro del mundo, y quedó séptimo hoy.
El serpenteante recorrido incluye curvas muy cerradas, marcadas por la barandilla amurallada de este icónico sitio bogotano, y obstáculos artificiales que van de «simples» saltos de un metro y medio a una cascada seca de cinco metros, para acabar superando el «salto de torniquete», de siete metros de altura, que daba paso al «sprint» final.
«Da un poco de miedo, obviamente de adrenalina, pero eso es lo que hace que este deporte sea tan lindo», confiaba el chileno Burns, ante un recorrido que dos compañeros no han podido acabar por caídas y problemas.
Al argentino Jerónimo Páez se le salió la rueda trasera en el primer tramo de escaleras, a los veinte segundos de comenzar, y el primer corredor, el colombiano David Jaramillo, se quedó fuera de la competición al sufrir una caída a mitad del trayecto, que no le produjo ningún daño.
UNA CARRERA URBANA
«No estamos tan acostumbrados a las carreras urbanas, porque no son muchas las que se hacen, pero sí son bastante importantes y son un desafío para todos», explicó Burns, quien se mostró feliz por competir, en un año en que muchas de las carreras han sido canceladas por la pandemia.
Previamente, este sábado 21 corredores, elegidos por el organizador Red Bull entre «las futuras promesas de la disciplina», trataron de clasificarse para la gran final. Todos ellos hombres, aunque la organización aseguró que la competición «no está cerrado a que sean hombres», y que han intentado invitar a alguna corredora.
El sendero se cerró ayer para prepararlo para la competición, y Red Bull asegura que dejarán el lugar «mejor de lo que lo recibieron» para que Monserrate pueda volver a acoger a peregrinos y turistas sin percibir ningún cambio.