EL VENEZOLANO COLOMBIA
La última vez que la mamá de Maira Alejandra vio a su hija estaba jugando en el patio de su casa, en un barrio de desplazados de Guapi, una localidad en la costa del Pacífico colombiano. La pequeña de 11 años fue violada y asesinada ese mismo día, como lo han sido ya en lo que va de año otros seis menores en el país.
Maira Alejandra Orobio era la mediana de cinco hermanos y, como a cualquier niña de su edad, le gustaba jugar a la pelota con sus vecinos. Su madre, Dora Alicia Solís, dice que la pequeña quería seguir estudiando cuando acabase la Primaria.
«Ella volvió a la casa, almorzó, le mandé a lavar unas lozas del almuerzo que habíamos comido, las lavó y estuvo aquí en la casa, jugando en el patio. Yo fui a ver para decirle que no saliera más a la calle, luego me metí a la pieza para atender a la bebecita pequeña y cuando salí ya se me había volado de ahí», explica Solís.
El cuerpo de Maira Alejandra fue encontrado el 12 de enero desnudo en una poceta, con signos de tortura, golpes y abuso sexual. Se desconoce aún el culpable de un crimen que ha provocado la indignación en el país y manifestaciones de repudio.
LAS MATAN Y LAS TORTURAN ANTES
«La mamá de Maira es una mujer de 28 años que tiene cinco hijos, pero su hijo mayor tiene 17; eso quiere decir que lo tuvo antes de los 14 años, por lo que no se puede hablar de consentimiento sino de violación», asevera la directora general del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), Lina María Arbeláez, quien esta semana ha estado visitando a la familia.
Abusos a los que no solo se vio expuesta la madre, sino que la pequeña Maira Alejandra ya conocía. Dora Alicia Solís presentó en 2019 una denuncia por violación de la menor, que entonces tenía nueve años, aunque acabó retirándola, y la Policía no pudo seguir investigando ni le dio mayor protección a la pequeña.
El ICBF contabilizó el año pasado 11.665 casos de violencia sexual a niños, niñas y adolescentes. También ha reportado seis muertes violentas de menores en 2021, de las cuales cuatro fueron niñas y dos niños.
El asesinato de niñas en Colombia -así como el de mujeres- ha tenido un grave repunte en el comienzo del año, y la Fundación Feminicidio Colombia contabilizó hasta 18 crímenes machistas en menos de 14 días.
El asesinato de niñas en Colombia -así como el de mujeres- ha tenido un grave repunte en el comienzo del año.
«El año pasado vimos más de 220 casos de feminicidio, pero enero ha sido denunciado como el mes más violento y más peligroso para las mujeres», explica a Efe Mariana Botero, coordinadora legal de esta fundación que lleva tres años monitorizando los feminicidios.
A pesar de que han notificado a las instituciones este fenómeno que no saben por qué sucede, los asesinatos, tanto de mujeres como de niñas, siguen ocurriendo.
«Es bastante preocupante ver cómo lastimosamente existe una omisión en la proyección de políticas públicas», considera Botero.
Además, explican desde la Fundación Feminicidios, muchos de los crímenes llevan otras violencias asociadas como torturas o delitos sexuales, como en el caso de Maira Alejandra.
REVICTIMIZADAS TRAS EL CONFLICTO
Dora Alicia llegó con Maira Alejandra y sus otros dos hijos mayores al barrio Santa Mónica hace una década, huyendo de la violencia y las amenazas que sufrían en la zona rural de Boca de Napi. Allí intentó rehacer su vida y tuvo otros dos hijos, el más pequeño en la pasada Navidad.
«Son poblaciones que llegan al municipio de Guapi a raíz del conflicto armado que se vivía en el pasado con las FARC», explica a Efe el líder social Paulino Riasco, que conoce bien el barrio de Santa Mónica, donde sucedieron los hechos, pues creció en él.
Son también comunidades negras que no reciben justicia cuando se atenta contra ellas, como alega la activista de las comunidades afrodescendientes María Solís Segura. «Tenemos derecho a que hagan justicia con todo lo que estamos viviendo nosotros porque somos seres humanos y pertenecemos a una patria que se llama Colombia», afirma.
Estos niños, que ya han sufrido la violencia de tener que abandonar un hogar, se «revictimizan», indica Riasco, al verse expuestos a la violencia sexual y asesinatos, debido a la total desprotección en la que viven.
«Allá en esos barrios usted no ve una autoridad», resalta Riasco, «la única garantía a favor de los niños es la que puedan brindar sus padres en ese momento».
El problema lo plantea el hecho de que en la mayoría de casos de abusos sexuales y asesinato de menores, el culpable está en el hogar. Según la Encuesta de violencia contra niños, niñas y adolescentes realizada por el Gobierno colombiano en 2018, cuatro de cada diez menores de 18 años han sufrido algún tipo de violencia y el 72 % de estos casos ocurren en el hogar.
«De alguna manera hemos vuelto cotidiano este tipo de casos, y claro que nos indignan, y claro que nos duelen y mueve a la sociedad, pero tenemos que empezar a trabajar por un cambio en la sociedad entera porque este es un mal endémico», alega la directora del ICBF, quien asegura que trabajan con las familias para luchar contra este tipo de violencias.
CUANDO EL ASESINO ES CERCANO
A María Ángel Molina la asesinó, presuntamente, alguien que conocía. El detenido y acusado por el crimen de esta pequeña de cuatro años, Juan Carlos Galvis, había mantenido una relación con la madre.
El hombre se citó el pasado 9 de enero con la madre y sus dos hijas por redes sociales en Aguadas, departamento de Caldas, donde agredió a la mujer, que acabó en el hospital con un trauma craneoencefálico, y se fugó con las dos hijas, María Ángel y su hermana de 18 meses.
Cuando lo capturaron en el departamento vecino de Antioquia solo pudieron rescatar a la bebé. El cuerpo de la niña de cuatro años apareció sin vida el 13 de enero en el río Arma.
En este tipo de casos, las expertas señalan que es importante tener en cuenta «el impacto que causa que sean personas conocidas, y personas que deberían ser parte de su círculo de apoyo y de su círculo de protección los que acaben con su vida», como indica Botero.
A Maira Alejandra y María Ángel se les suma una larga lista. Solo en los últimos tres meses también mataron a Miladis del Carmen Álvarez, Clara Arenas y Daniela Pérez. Todas ellas adolescentes asesinadas por su pareja o expareja en noviembre y diciembre.
Sofía Cadavid tenía 18 meses. Su padre confesó el asesinato de la bebé, cuyo cuerpo apareció con signos de tortura y heridas de un arma cortopunzante.
Adellys Nahomi Camargo también tenía 11 años y fue asesinada por su padrastro, que además mató a su mamá antes de suicidarse.
Ana Cristina Muñoz, activista de la Campaña Nacional contra el Feminicidio, lanzada esta semana para pedir al Gobierno que actúe contra la violencia machista, es contundente: «Hoy el Estado tiene que empezar a temblar. Nos va a ver a las mujeres con otra cara porque no estamos dispuestas a permitir una muerte más».