“Hemos visto como el virus no discrimina, pero sus impactos sí lo hacen al exponer profundas debilidades en la prestación de servicios públicos y desigualdades estructurales que impiden el acceso a los mismos. Debemos asegurarnos de que se aborden adecuadamente en la respuesta”, Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas (ONU).
El llamado de atención del Secretario General de la ONU, nos plantea la vulnerabilidad de la sociedad en su conjunto ante una pandemia consecuente con el principio de igualdad, al no discriminar por razones de raza, color, posición social, política, entre otras, para evitar su afectación. Lo que nos obliga a todos al conocimiento y a la exigencia de nuestros gobiernos e instituciones y sociedad en general al cumplimiento del respeto al derecho a la vida como derecho humano fundamental consagrado en el ordenamiento jurídico internacional y en las constituciones de todos los países latinoamericanos.
Las consecuencias de este mortífero virus, a Dios gracias, no en todos los casos, pone de manifiesto varios aspectos a considerar. Primero, el conocer cuan profundas son las desigualdades entre los países, ya sean estos del primer, segundo o tercer mundo y sus capacidades de respuestas rápidas, igualitarias y eficientes.
Segundo, la también necesaria responsabilidad de los gobiernos para dar prioridad a la vida y no a sus intereses de gobernabilidad, al someter a la población a riesgos por su necesidad de perpetuarse en el poder, al considerar más importante realizar actividades públicas como campañas de proselitismo político – electoral, que el respeto a la vida de ellos y en general de la sociedad por la características de propagación del mismo para mencionar solo un ejemplo.
¿Quién exige el cumplimiento de la ley, si quien debe ser el primero en cumplirla la incumple?
Un tercer aspecto se refiere a la responsabilidad gubernamental de las condiciones de vida de la población, y en especial de la capacidad eficiente y oportuna del sistema de salud pública y privada de los países y la garantía sanitaria para los profesionales que se enfrentan cada día al reto de la vida o la muerte.
CIFRAS DOLOROSAMENTE ALARMANTES EN VENEZUELA
Por ejemplo, las cifras de contagios y muertes, conocidas extraoficialmente, son dolorosamente alarmantes en Venezuela y en especial en la ciudad de Maracaibo.
“El periódico El Venezolano Colombia, sigue siendo esa ventana abierta para que la voz de los venezolanos sea escuchada más allá de sus fronteras”
Otro no menos importante, se refiere al sometimiento de las condiciones de pobreza de la población venezolana, desde una hiperinflación de las más altas del mundo, carencia o irregularidad de los servicios de agua, electricidad y seguridad personal.
Ante esta doble calamidad pública, con pandemia o sin pandemia, no se puede en Venezuela alzar la voz para comunicar, denunciar, protestar estas crueles calamidades porque la respuesta es una vez más la vulneración de los derechos humanos fundamentales del hombre y del ciudadano venezolano referente a libertad de pensamiento y de expresión y del derecho a la vida por la represión, por otra forma de muerte.
El periódico El Venezolano Colombia, sigue siendo esa ventana abierta para que la voz de los venezolanos sea escuchada más allá de sus fronteras.
Finalizo haciendo una petición personal de extremar los cuidados necesarios para evitar la contaminación y propagación del virus como un canto a la vida y no un réquiem a la muerte.
