EL VENEZOLANO COLOMBIA
Mercedes Barcha, viuda de Gabriel García Márquez, fue recordada como la gran «brújula» del nobel colombiano de Literatura en un homenaje celebrado este miércoles durante el tercer día del Festival Gabo que este año se celebra de manera virtual.
Barcha, quien estuvo casada con García Márquez durante 56 años, falleció el pasado 15 de agosto a los 87 años en Ciudad de México, donde ambos construyeron un hogar que sirvió de inspiración para las novelas más emblemáticas del escritor.
«Era la que gobernaba su vida. Yo creo que donde ella no se metía en el timón era a la hora en la que Gabo se encerraba a escribir sus novelas. El resto de la vida de Gabo se lo confió todo a ella», recordó el escritor nicaragüense Sergio Ramírez en la charla virtual «A la memoria del ‘cocodrilo sagrado'», organizada por la Fundación Gabo.
En el homenaje también participaron el periodista puertorriqueño Héctor Feliciano, la periodista colombiana Pilar Calderón y el periodista y escritor Felipe Restrepo Pombo, quien moderó el encuentro.
«DUEÑA DE LA CONTENCIÓN»
A Barcha, a quien describió como «una mujer para todas las estaciones», Ramírez le atribuyó el haber manejado «con mucha gallardía, con mucha elegancia», los problemas de salud en los últimos años de García Márquez.
El escritor recordó la última conversación que tuvo con Mercedes, una semana antes de su fallecimiento, en la que hablaron de las restricciones impuestas por la pandemia del coronavirus porque «ella siempre solía hacer una revisión completa de la situación política en América Latina, por lo cual estaba siempre muy bien enterada».
«La Gaba», como se le conocía, era, en palabras de Ramírez, la «dueña de la contención» y su papel principal era ser la guardiana de la puerta del lugar en el que el nobel, organizado siempre con su tiempo, se encerraba a escribir.
Fue siempre la primera lectora de sus manuscritos pero nunca asumió una postura crítica sobre ellos ni quiso ser más protagonista de lo que fue.
«Siempre recuerdo una frase que me dijo una vez, (cuando) ya se había muerto Gabo: ‘mira, yo lo que nunca quiero ser es viuda oficial’. Eso era lo que más la horrorizaba, ser esa viuda pública», recordó Ramírez.
Le gustaba hablar con los periodistas pero se resistía a que la entrevistaran y así lo vivió Feliciano, quien hoy confesó que la entrevista que logró hacerle hace unos años en Cartagena, una de las pocas que ella dio, fue de las más difíciles que ha hecho porque durante la conversación Barcha, muy parca, le respondía solamente con monosílabos.
«Cuando llegó ella me contestaba ‘sí’, ‘no’, ‘ajá’. Me exigió muchísimo pero aprendí que ella era muy lista en ese sentido, muy viva», recordó.
Celosa de su privacidad podía llegar a vetar y excluir de su círculo más cercano a quien ventilara detalles de su intimidad o la de su familia, como lo hizo cuando Jaime García Márquez, hermano de Gabo, reveló que el escritor padecía demencia senil.
LA DICOTOMÍA DE ‘LA GABA’
Para la periodista Pilar Calderón, la mejor manera de explicar a Mercedes es comparándola con el yin y el yang, porque era al mismo tiempo «la sencillez y la sofisticación», una dicotomía entre la mujer del Caribe y la mujer mundana.
«Era una persona que tenía unas grandes dicotomías (…) por ejemplo entre la privacidad y al mismo tiempo la sociabilidad. Una persona totalmente cerrada en su círculo privado, en su círculo íntimo, pero en el momento de ser sociable era la más sociable de todas», señaló Calderón.
Gobernadora de la vida del nobel, para Mercedes «la oralidad era más importante que la literatura», una mujer fiel a la palabra que iba «desde el elogio hasta el cuento y el chisme», como recordó Feliciano al subrayar que dejó muy pocas cosas escritas.
«De alguna manera Gabo era el mito y Mercedes era la realidad, hay muchas cosas en las cuales eso se expresa», concluyó Calderón sobre Barcha, quien durante 18 años formó parte de la junta directiva de la Fundación Gabo y desde junio de 2014, dos meses después de la muerte de su esposo, asumió su presidencia de honor.