Cruz, Arcabuces y Espadas | Por Douglas Zabala

➦ El autor es abogado y columnista

No venían a la deriva, la historia le tenía escogido su rumbo y llegada. Cuando toda Europa supo la noticia, se corrió la voz de la nueva fecha y decían que, a partir de ahora, el viejo mundo tendría dos hechos de suprema celebración: la llegada del Cristo a la tierra y aquel viernes 12 de octubre de 1492, cuando el italiano Cristoforo Colombo, descubrió la otra parte de nuestro planeta. Según Bartolomé de las Casas, venia de origen Genovés y solía llamarse Cristóbal Columbo de Terra – Rubia. Sus Padres fueron personas notables, en algún tiempo ricos, cuyo trato o manera de vivir debió ser por mercadería o por la mar.

El mismo Fray, nos cuenta como al llegar los españoles a las Américas, algunos indios les dijeron que, antes de ellos ya los habían visitados otros barbudos, que una Carabela había salido de un Puerto, y que iba cargada de mercadería, fue a parar a estas islas. Así que codicioso el Almirante de saltar en tierra y ver aquella gente, y no menos ella de verlo salir, admirado de aquellos navíos, que debían pensar que fuesen algunos animales que venían por la mar o saliesen de ella.

Colon no tenían idea de donde estaba. El asombro fue tal que, al saltar a tierra, todos se hincaron de rodillas, dando gracias al todo poderoso Dios y Señor. Pensaban haber llegado a tierra de las indias, así lo afirma el mismo Bartolomé, en su libro “Vida de Cristóbal Colon”: “Los indios que estaban presentes que eran gran número, a todos estos actos, estaban atónitos, mirando a los cristianos, espantados de sus barbas, blancuras y de sus vestidos.

Todavía se discute lo que aconteció después. Muchos siguen hablando del mayor genocidio de la humanidad, otros se han atrevido a señalar que todo ha sido una vulgar distorsión de los hechos. Ahora en pleno Siglo XXI, el Papa Francisco, pidió perdón a los pueblos indígenas de América Latina, ante los muchos crímenes cometidos por la Iglesia católica durante la llamada “Conquista de América”.

De aquellos tiempos quedó un testigo para el resto de los siglos, Fray Bartolomé de las Casas, quien nos recordará, como los indios no tenían arma alguna, sino unas azagayas, que son varas con las puntas tostadas y agudas, y algunas con un diente o espina de pescado, usadas más para tomar peces que para matar algún hombre; en cambio, Colon y su gente trajeron la Cruz, Arcabuces y Espadas.

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