Esta crisis mundial nos ha recordado la diferenciación que existe entre los países en cuanto a su desarrollo económico y sus consecuencias en los diferentes aspectos en la vida total de sus habitantes. Pero que al mismo tiempo los afectó a todos en una demostración de igualdad.
Igualdad que no se corresponde en el cómo cada país lo enfrentó y las diferentes respuestas que le dieran a sus pobladores.
En los países desarrollados la prioridad es mantener a la población en acatamiento a las directrices de orden sanitario que son trasmitidas por los diferentes medios de comunicación y que además están disponibles eficientemente para la gran mayoría de la población, y esta, en su mayoría compensada con subsidios, a la espera del retorno a la normalidad.
En los países, llamémoslos del tercer y cuarto mundo, la prioridad también es la vida, pero defendiéndola no solo de la pandemia sino, además, de las múltiples carencias que sufren: desde la alimentación, falta de electricidad, sin otros servicios públicos, algunos con hiperinflaciones galopantes.
¿Cómo vencer el virus si primero tengo que vencer mi hambre y la de mi familia? Es el clamor de muchos que esperan las respuestas que aún no llegan.
Seguir buscando las respuestas es una tarea impostergable para todos.
«En los países, llamémoslos del tercer y cuarto mundo, la prioridad también es la vida, pero defendiéndola no solo de la pandemia sino, además, de las múltiples carencias que sufren»