Si algo ha sido característico del pueblo venezolano es su propensión a usar la viveza o el ingenio para superar los obstáculos que le imponen las leyes, reglamentos o normas en general cuando estima que estas o son arbitrarias o están hechas para favorecer a la clase dominante, o al régimen que esté en ese momento en el poder.
La mejor expresión de esa actitud está reflejada en los cuentos de Antonio Arraiz sobre Tío Tigre y Tío Conejo, en los que el débil, es decir el conejo, con argucia logra siempre superar al fuerte es decir el tigre.
EL ETERNO DESACATO A LAS NORMAS
Si bien es entendible que el venezolano común las más de las veces ha sido atropellado por quienes ejercen el poder al nivel que sea, eso no es óbice para que esa actitud se convierta en un eterno desacato de las normas o un irrespeto a aquellos que si las cumplen. Ejemplo paradigmático de eso es el comportamiento anómico de los motorizados. Pero ellos no son los únicos que consideran que los semáforos están de adorno, también hay un porcentaje importante de conductores de grandes camionetas, e incluso de vehículos chicos, que no solo se comen las luces, sino que cornetean a los que esperan la luz verde.
Aunque esto sea lo más visible, también está la mala costumbre de colearse, o la de sacar a relucir un determinado carnet o del bolsillo el billete necesario para agilizar el trámite con tal de no esperar el turno en cualquier diligencia que les incumbe.
Lo curioso es que esas mismas personas que se las dan de vivos van a otro país y no se les ocurre hacer lo mismo porque saben que serán sancionados.
Para que un país funcione requiere un gobierno responsable que se someta a lo dispuesto en el ordenamiento jurídico, pero también de ciudadanos, es decir, personas que entiendan que para vivir en sociedad se requiere acatar las normas y códigos de conducta, única manera de asegurar la solidaridad requerida para el buen funcionamiento del Estado.
Esperamos que, en el esfuerzo que todos deberemos hacer para reconstruir nuestro país, entendamos que pasándonos de listos no lograremos otra cosa que prolongar el caos que nos impide progresar.
